La palabra “patrimonio” suele salir en los medios, generalmente, ligada al dinero que alguien se robó.
Sin embargo, patrimonio tiene un significado más amplio. Según el diccionario, es el conjunto de bienes que una persona adquiere por herencia familiar.
También es el conjunto de bienes que posee una persona o una institución y que son susceptibles de estimación económica. En sencillo: es algo que tenemos y que tiene un valor.
Como personas, tenemos cosas que nos importan muchísimo y que son nuestro patrimonio: la sortija que nos dejó la abuela, los libros de nuestros padres, los álbumes de fotos de la familia. Estas cosas cuentan una historia significativa: cuentan nuestra historia.
Quiénes somos, a través del quiénes fuimos… literalmente. Una vez le pregunté a una amiga: si tu casa se incendiara, ¿qué salvarías? Me dijo, sin pestañear: los álbumes de la familia. Su padre había sido fotógrafo y murió luego de una larga enfermedad.
Sus álbumes contenían recuerdos hermosos de cuando joven, con su madre, con la familia de chicos.
Era una colección invaluable
–para ella– por la cual arriesgaría sin pensarlo su vida. La memoria de su padre.
Todos llevamos algo con nosotros que es un símbolo y representa algo de nosotros mismos. Como sociedad, hacemos lo mismo, sepámoslo o no.
Los panameños, como sociedad, tenemos una serie de cosas en nuestro armario que son netamente nuestras. Nuestra cultura pacífica y llena de celebraciones, nuestra historia.
Como país, esa historia está contada en los álbumes de nuestras fotos, nuestras casas, nuestros sitios y monumentos.
Pero como panameños, no estamos solos. El país –nuestro pequeño país que alguna vez fue definido como el ombligo del mundo– jugó un papel importante en el ámbito mundial. Por tanto, algunos de sus sitios han sido declarados patrimonio… no solo por Panamá, sino por el mundo. Es decir, que para el mundo estos sitios ayudan a entender la historia de la humanidad como un todo.
Y a aquellos países en donde estos sitios se han encontrado y declarado, les viene la responsabilidad de protegerlos. No solo porque definen el “quiénes somos” como país, sino porque ayudan a explicar el “quiénes somos” como seres humanos.
Panamá unió las Américas con Europa. A veces de manera controversial, más recientemente de forma comercial. Pero sin el Casco Antiguo y Panamá Viejo, no se entiende completamente el movimiento crucial de la colonia española en el continente americano. ¡Qué responsabilidad!
Cuando Panamá aceptó la declaratoria, se comprometió a cuidar de estos sitios.
De la misma forma en que cuidamos las cosas que son tan íntimamente nuestras, estos lugares merecen ser prioridad.
Son tan especiales como las pirámides de Egipto, sin las cuales no se entendería la historia de la civilización humana.
Hoy día, el Casco Antiguo necesita que lo quieran, lo entiendan y protejan ante las amenazas del cambio político, la falta de continuidad y de cumplimiento de normas.
Preguntémonos: ¿qué estamos dispuestos a hacer para salvar este álbum de nuestros abuelos?
