Durante mi auto aprendizaje periodístico, leí todo lo que pude sobre el periodismo, habiendo ya ayudado a fundar La Prensa junto a mil pequeños accionistas, incluidos los que allí trabajaban. Culminé mi aprendizaje en el prestigioso “Nieman Foundation for Journalism” en la Universidad de Harvard.
Quisimos, al crear La Prensa (hace ya casi 40 años), darle al país un diario sin dueño, realmente independiente, en el que se ejerciera un periodismo de primer mundo, adoptando todas las mejores prácticas universales de la profesión.
Hoy sabemos que la tecnología (el celular inteligente) ha provocado crisis en los modelos de negocio de los medios tradicionales (diarios, TV y radio) Pero, como dijo hace poco un periodista cultural colombiano, “los medios están en crisis; no el periodismo” He escuchado de los planes de conversión de los directivos actuales de La Prensa, y siento que están en la ruta correcta: la de convertir a La Prensa en un diario electrónico con una versión en papel. Van bien, y por suerte tienen una tesorería robusta que les permitirá lograr el cambio sin arriesgar su subsistencia como el “Diario libre de Panamá”… una necesidad para la democracia y la libertad panameña.
En el mundo, el diario que ha logrado superar con éxito el cambio de su modelo de negocios es el New York Times, y La Prensa es - será el NYTimes de Panamá.
En esta época “pos Verdad” en la que gobernantes mentirosos han creado el “fake news” para descalificar a sus críticos, vale la pena examinar la “objetividad” periodística que ha formado parte de la tradicional ética del buen periodismo, lo cual sigue siendo vitalmente necesario.
Antes que nada, debo decir que es importantísimo que el buen periodismo sea ético, que verifique antes de publicar, que no sea instrumento político/partidista ni instrumento de ningún otro poder, como el corporativo. Que tenga claridad y, sobre todo, transparencia sobre cualquier conflicto de interés, ya sea financiero o político, pero (y viene el gran “pero”) haga saber que hay temas medulares de país en los que no deben ser “objetivos” y mucho menos “neutrales”.
La Prensa jamás debe ser objetiva cuando se trate de la libertad de expresión y opinión, que es la madre de todas las libertades. La Prensa jamás debe ser objetiva respecto a la democracia o cualquier amenaza que se produzca contra ella. Jamás debe ser objetiva respecto a la transparencia, la corrupción o temas de justicia.
La Prensa se creó para exigir, a riesgo de su vida y la de los que allí trabajábamos, la libertad, la justicia… y la democracia; ésto nunca debe olvidarse.
Esos son temas en que no se debe caer en “falsos balances” para pretender una “objetividad “ que no estuvo ni debe estar en su ADN periodístico. Aquel periodismo en que se critica el comprobado robo masivo de los fondos públicos, pero que para “balancear” la nota periodística se le pide opinión al ladrón. ¿Imaginan que luchando contra el Dictador (motivo de la existencia de La Prensa como diario libre) se le hubiera pedido opinión al Dictador Noriega?
En estos temas se debe ser transparente con los lectores para que sean ellos quienes juzguen la credibilidad del diario La Prensa.
No podemos permitir que políticos corruptos nos traten de convencer que toda crítica es “fake news” o “hechos alternativos” para justificar sus mentiras, provocando cinismo e indiferencia y que caigamos en la desesperanza, porque “ésto no lo compone nadie”, y sandeces parecidas.
Hablarle de frente y con valentía al poder es la virtud – casi que exclusiva – de La Prensa. Es mucho más que un periódico del montón; es el medio sin dueño, que sí ha dicho y siempre dirá la verdad objetiva dentro de su lucha por nuestra libertad y democracia.
La Prensa está próxima a cumplir sus primeros 40 años de lucha… lucha ésta por una democracia que nunca se da por hecha, y que siempre está amenazada. En esta lucha La Prensa y su equipo humano superior siempre dirá “¡presente!” en la primera línea de batalla. ¡Así ha sido… y así será!
El autor es fundador del diario La Prensa
