Una tarde cualquiera que estaba sentado en el portal de mi casa, sentí deseos de ir al baño, por lo que de inmediato llamé a Rosa Evelia, mi esposa, para que me ayudara a llegar, y cuando ella me levantó me dijo: pero si ya te hiciste... Sin embargo, cuando observamos bien, estaba sangrando por el recto, relató Carlos Delgado, uno de los sobrevivientes a las descargas de radiación.
Ese fue el primer síntoma que padeció Carlos tras la aplicación de la sobrerradiación en el Oncológico. Desde el 3 de mayo pasado usa pañales desechables de manera permanente.
La descripción hecha de Carlos por su esposa no se compagina con la actual. Antes de los estragos de la sobrerradiación, Rosa Evelia dijo que este pesaba unas 200 libras, pero ahora no pasa de las 140.
Era un hombre activo, ya que a pesar de haber sufrido un derrame parcial en 1998, la ayudaba en los quehaceres del hogar, específicamente en el riego de las plantas; además, también la ayudaba en la venta de billetes de lotería.
Carlos Delgado, de 67 años, en estos momentos pasa la mayor parte del tiempo postrado en una cama, la que abandona cuando su esposa, haciendo muchos esfuerzos, lo ayuda a salir del cuarto para que tome sus alimentos.
Y es que el enfermo sufrió quemaduras en el vientre y en la parte posterior de la caderas hasta la altura del recto, que contrastan con su piel blanca, y que quedaron como huella indeleble de un tratamiento que lo dejó postrado.
A pesar de que le cuesta mucho articular las palabras, y mucho más mantener una conversación fluida, Carlos, cuando adquirió confianza durante la entrevista, empezó a recordar momentos gratos de su juventud, durante la que dijo que nunca fumó y tampoco bebió licor en exceso. Lo que me gustaba era trabajar, y por eso siempre buscaba honradamente ganarme un real, indicó con nostalgia al recordar sus buenos tiempos.
El rostro de Carlos reflejó alegría cuando relató que tenía 15 hijos, de los que dijo sentirse orgulloso, al igual que de sus más de 60 nietos, y de los 45 años que tiene de convivir con su compañera.
No fue sino hasta el 15 de julio de este año, cuenta la esposa de Carlos, cuando la llamaron del Oncológico para comunicarle que su esposo estaba entre los 28 pacientes sobrerradiados. Por esa razón, el 24 del mismo mes empezó a llevarlo nuevamente a sus citas.
Desde ese momento el ION ha corrido con los gastos del traslado de Carlos al hospital, las medicinas y los pañales desechables que utiliza el enfermo. Diariamente consume de dos a tres paquetes que cuestan aproximadamente 11 dólares cada uno.
De triste y doloroso calificó la esposa de Carlos la situación que en estos momentos afronta su familia.
Ella dice que la atención del enfermo le ocupa gran parte del día, debido a que como no puede caminar solo, ella tiene prácticamente que cargarlo las tres veces al día que le proporciona sus alimentos.
Rosa Evelia dice que su esposo no aguanta estar sentado más de 15 ó 20 minutos, por las quemaduras que tiene en el área del recto como consecuencia de la sobrerradiación. Esa es una rutina de todos los días, un trabajo muy pesado, pero hay que hacerlo, señaló.
Las graves secuelas de este tratamiento causaron un duro golpe a la humilde economía de esta familia, antes de que el Oncológico asumiera estos gastos.
Los medicamentos, el pasaje del taxi de ida y vuelta (16 dólares) que tenían que contratar cada vez que el enfermo tenía cita médica, y la alimentación estricta de frutas y vegetales, de acuerdo con Rosa Evelia, causó estragos en los ingresos familiares.
Todo esto sale muy caro para una familia pobre, que en casos normales con un plato de arroz y una torta de huevo resuelve su alimentación del día, dijo resignada Rosa Evelia.
