Más de tres años de experiencia con mi cuenta de Twitter @Te_Interesa me han demostrado que a un gran porcentaje de lectores –y me atrevería a decir del panameño en general– le molesta tan siquiera que mencionen la palabra “política”.
Siempre he dicho que comprendo que el tema canse, frustre y despierte pasiones, pero ello no debería ser motivo para ignorar la temática y sus protagonistas, porque la política y su gente no se van a ir; aquí los tendremos siempre.
Inclusive, es público y notorio que los políticos del mundo sueñan con regir una población inculta e indiferente ante los temas políticos y de Estado.
Estoy consciente, desde hace años, de que tiene que haber una explicación detrás de tanto concurso mediocre –sin valor cultural para la población y monetario para los bobos que se prestan para actuar en un circo en el que solo ganan las televisoras– o detrás de tanto baile de moda, al estilo “passa passa”, que lo único que hace es añadir más lastre al ya existente y que nos mantiene hundidos en el mar de la ignorancia, de mediocridad y chabacanería.
Preferimos ignorar que los políticos nos aplican toda clase de técnicas para mantenernos distraídos de los verdaderos problemas. Llegan al extremo de propiciar todo tipo de crisis y de escándalos para mantener crispada a la población y, de esa forma, lograr el objetivo de que esta se aleje, asqueada, de todo lo que huela a política.
Pareciera que en Panamá no sabemos que el conocimiento es poder.
Si escogemos la estrategia del avestruz y seguimos ignorando a nuestros mediocres políticos y sus “travesuras” –mientras ellos sí nos estudian, manipulan y mienten–, es lógico que las cosas jamás cambiarán a nuestro favor.
Será como una especie de pelea entre tigre suelto y burro amarrado.
Además, añadiría, burro vendado y peor aún, que el mismo équido escogió ponerse.
