En el 2019, me volqué a las candidaturas de libre postulación como un escape a las estructuras partidistas actuales. En ese momento, vi la oferta electoral, escudriñé, busqué, investigué, descubrí, revolví la mirada, sentí espanto y no me sentí representado. El voto por la libre postulación se convirtió en una esperanza y en un voto protesta. Y no fui solo yo, sino más de medio millón de panameños.
Los partidos políticos son la espina dorsal de la democracia, esos entes plurales e ideológicos que representan a una población unida y deseosa de que su visión de país se vea reflejada en las decisiones políticas de sus gobernantes. Tiene sentido entonces que tengamos los partidos políticos que tenemos en esta caricatura del reflejo de la sombra de democracia que es nuestro modelo político actual.
Años y años de corrupción, amiguismo, clientelismo y personalismo, nos han dejado con cascarones vacíos por partidos políticos. Meros vehículos electorales donde el que más plata pone en la mesa es quien llega a la silla a la que aspire.
Es crucial que los partidos políticos vean las candidaturas por libre postulación como un llamado de atención de la ciudadanía, porque es fundamental para nuestra democracia que los partidos políticos encuentren su norte. Podemos y debemos aspirar como sociedad a tener partidos políticos, como dice un reconocido politólogo del patio, más disciplinados, más ideológicos y más transparentes.
Esto puede ser reformando los actuales o creando nuevos partidos, pero es crucial que quienes emprenden esa labor entiendan que no es crearlo para cometer los mismos errores que están actualmente cometiendo quienes ya han gobernado, de crear partidos personalistas o solo como vehículos electorales.
Como sociedad debemos pasar del descontento a la propuesta, a la creación conjunta del país que queremos. Esa creación conjunta debe tener lineamiento, ideología, estructura, estatutos y tiene que ser una visión de país que pueda ser monitoreada bajo estándares y estructura, porque el cabreo no tiene medición.
Es difícil promover el fortalecimiento de los partidos políticos cuando estamos secuestrados por los actuales. Este es un debate que constantemente tenemos quienes entendemos la importancia de ellos para nuestra democracia, pero no somos ciegos a la putrefacción de su funcionamiento.
Mientras estaba sumido en la escritura de este artículo, sonó esa canción del maestro Rubén, que cae como anillo al dedo en esta situación y que dice: “Aunque tú seas un ladrón y aunque no tienes razón, yo tengo la obligación de socorrerte”. Me cabrean, pero tienen que sobrevivir y mejorarse.
El autor es director ejecutivo de Movin.


