Me cuenta que se está preparando para una competencia de salsa. Su pareja de baile será una chica que lleva poco más de un mes en sus clases de los martes y jueves. Los amigos ya le han dicho que es muy valiente al atreverse a competir con una novata. El sabe lo que hace.
Yasuri Fuentes es muy joven y quizás hasta ahora no se había planteado la posibilidad de tomar clases de salsa en serio; pero de novata tiene poco. Más bien parece haber nacido con los timbales metidos en la sangre, y Verícimo Samudio, su instructor, hace todo lo posible para que ella sea la estrella de cada movimiento.
El baile entre el hombre y la mujer es un coqueteo en el que la mujer tiene que lucirse, explica Samudio, mejor conocido en el mundo de la salsa como Pipo. Para él, en esto del baile entre dos, la mujer debe dejarse llevar por el hombre como una forma de organización entre la pareja. Ello, sin embargo, no quiere decir que ella pierda libertad, sino que la armonía les permite disfrutar la música, y la improvisación, sorprenderse el uno al otro. A veces le digo a mi pareja: niña, se me acaba de ocurrir algo, agárrate que allá vamos.
Y entonces Yasuri puede quedar momentáneamente cabeza abajo en un giro completo de 360 grados y volver sobre sus pasos sin perder el ritmo. Como si nada hubiera pasado.
Son infinitas las ocasiones en que hemos visto en una discoteca o una fiesta a una pareja como Pipo y Yasuri y, una de dos: o caímos muertos allí mismo de la envidia o tomamos la decisión de aprender a bailar. Y ello simplemente porque la música nos ha tentado; ha tocado las fibras más íntimas de nuestras emociones y nos ha hecho vibrar, sentir que algo que viene de muy dentro quiere salir.
El baile es una conexión entre la mente, el cuerpo y la música. Es cuestión de atrapar la música en tu oído, llevarla a tu cuerpo y expresarlo, dice Fátima Franco, instructora de baile árabe.
Pero en un país como este, en el que la música va pegada al alma como la sensualidad a la piel, hay también quien ha tenido la mala fortuna de nacer con un oído enfrente del otro. O mucho peor, hay quien, aun teniendo potencial, vaga por ahí con las ganas reprimidas.
Será por eso que Samudio considera que lo primero que se necesita para aprender a bailar no son habilidades específicas sino atreverse. Y así, cuando un principiante cae en sus manos, empieza por instruirle en el significado de la música y el baile, y trabaja con él para despojarlo de la vergüenza. A las mujeres les enseño que no le tengan miedo a ningún bailador, aunque sea el mejor.
Pero aquí, como en todo, cada maestro tiene su librito. Michelle De La Rosa, instructora de baile, empieza por la coordinación.
Hay gente que escucha la música pero no saben donde encontrarle el movimiento o el paso. Es necesario escuchar la música y sentirla, explica la propietaria de la academia Tempo. Después vendrán los pasos básicos y la práctica, que es lo que hará que aquella persona que no ha sido especialmente dotada para el baile, pero gusta de la música, logre lo que se ha propuesto.
De acuerdo con Samudio, si bien la salsa exige tener buen oído, la agilidad no es indispensable. La práctica te da la habilidad de girar rápido, de dar hasta tres vueltas en un mismo impulso.
Para De La Rosa, si se trata de alcanzar una meta, por cercana que sea, hay que trabajar para ello.
Hay gente que baila... y hay gente que baila bonito, dice la instructora. Para dedicarse al baile como profesión, sí hay que tener agilidad y buen oído. Si no naciste con ello, no quiere decir que no puedas aprender a bailar. Te va a costar más, pero la práctica ayuda. El baile exige constancia, además de energía, fuerza, destreza y habilidad, pero sobre todo, disciplina.
Nunca es tarde Como todo lo que implique hacer trabajar el cuerpo, quien se dedica al baile unas cuantas veces a la semana, mantiene su organismo en condiciones saludables.
Con el baile se trabajan todos los músculos, sudas y se eliminan toxinas, explica De La Rosa. Si lo haces de forma constante y llevas una dieta balanceada vas a adelgazar. Además, tu figura mejora notablemente porque lo primero que se le exige al bailarín es una buena postura, así es que de salida tienes que pararte recto y contraer el abdomen.
Por otra parte, ninguno de los instructores niega que el baile aporta a la persona un bienestar que va más allá del aspecto físico.
El baile te ayuda a expresarte mejor, a sentirte más libre, a desenvolverte incluso en el aspecto social, dice Franco.
Michelle De La Rosa, por su parte, comenta que una cosa lleva a la otra. Al verte bien, te sientes bien. Es una mezcla de las dos cosas. Y te sientes bien porque liberas tanto estrés y tensiones que te tranquilizas. La música y el baile te transportan y se te olvida lo que ocurre a tu alrededor.
Pero al final, lo que ocurre con el baile es que es divertido.
Si no lo gozas, se vuelve mecánico, dice Samudio.
Y todo el mundo tiene el derecho a divertirse, a dejarse llevar por la tentación de que el cuerpo siga lo que la música le dicta. Algunos han llegado muy lejos, pero todos empezaron desde cero.
Para ser bueno, primero hay que ser malo, y de verdad malo, asegura Pipo.
Si alguien le pregunta a De La Rosa por qué recomienda practicar un tipo de baile, no importa qué género escoja, la respuesta será porque te va a dar mucha seguridad. Te ayuda a expresar lo que sientes y quién eres. Y sobre todo, porque nunca es tarde para empezar lo que siempre has querido hacer.
