En todo caso, lo fundamental para que construyamos un jardín con espíritu es conocer las plantas, porque un jardín no es más que un sembrado artificial. Una sola planta puede constituir un jardín; este será bello si el ejemplar tiene esta cualidad. La falta de extensión nunca es un defecto; la falta de cuidado sí. Debemos tener en cuenta que en la actualidad es posible cultivar casi todas las plantas de jardín en macetas, mientras se les den los cuidados necesarios y el tamaño de la maceta corresponda con su contenido. La planta, en este caso, nunca alcanzará el mismo tamaño que si estuviera plantada en la tierra, pero lo importante es su capacidad de evocar ideas y sensaciones. La maceta no es más que un espacio artificial para las raíces; en jardinería, las plantas cultivadas en ellas facilitan la producción, el traslado de un lugar a otro y permiten decorar y crear un jardín para pequeños espacios como terrazas, patios, balcones y el interior de las casas.
Un jardín sólo se puede conservar si ha sido bien plantado, para lo cual es imprescindible conocer y estudiar la jardinería, todo lo relacionado con las plantas, el terreno y el riego. Un jardín alcanza la plenitud de su belleza después de muchos años de haber sido plantado; su permanencia refleja las condiciones en que fue establecido. El jardín constituye, al fin, una trama narrativa, un lujo, un lugar de recreo y de ocio. Como decía Alexander Pope, poeta inglés del siglo XVIII, si queréis construir o plantar, [...] nunca habréis de olvidar la naturaleza. [...] No expongáis a la vista cualquier belleza, pues la mitad del arte reside en ocultarla con habilidad.... Y eso es lo que haremos nosotros.
