PÉRDIDA DE CONFIANZA

El valor de la palabra empeñada

Es difícil creer que hemos llegado al nivel más bajo de la ética y de los valores de algunos funcionarios que gobiernan nuestro país. A diario nos encontramos con personas que salen a la palestra pública, utilizando palabras de alto calibre, que empeñan su palabra y, posteriormente, faltan a ella. No se habrán dado cuenta que esa actitud los desacredita o los hace ver como personas de poca altura que, de la misma manera, perderán la confianza e imagen que tenían ante los ciudadanos.

Recuerdo que antes, cuando uno comprometía su palabra, esto valía más que cualquier documento escrito, en los negocios, en lo profesional y en la amistad. Hoy vemos cómo, en las transacciones comerciales y personales, muchos empeñan su palabra y se jactan de que esta vale más que cualquier documento escrito, pero la realidad es otra; cuando se presenta el momento de cumplir faltan a ella, contraviniendo las promesas de caballero.

El apretón de manos era suficiente para cumplir un compromiso, tanto en los juegos de azar con los amigos, con las promesas contraídas en los negocios, o para aquel que daba su palabra de honor. Sería importante analizar la palabra honor, cuya definición es “sentimiento de nuestra dignidad moral, buena reputación que sigue a la virtud”, de ahí se derivan las palabras honorable, honorabilidad y honesto.

El tema fundamental que me hizo escribir este artículo, es el candidato a presidente de Cambio Democrático quien, afanosamente y desesperadamente durante la campaña, utilizó todos los argumentos para desacreditar a nuestro candidato a presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, del Partido Panameñista. Los epítetos y adjetivos que utilizó fueron denigrantes para nuestro candidato.

Cambio Democrático, desesperado por lograr la alianza, estaba dispuesto a todo para lograr su cometido, de lo contrario perderían las elecciones en las mesas de votación. No tenían la estructura ni la organización para llevar a todo el país a los jurados de mesa y defender sus votos.

A pesar de las diatribas y los discursos violentos e injuriosos que se utilizaron en contra del candidato Varela y en contra del Partido Panameñista, que tenía todo el derecho de liderar la alianza por ser el partido más grande, Varela fue humilde y se desprendió de la posibilidad de ganar las elecciones de 2009. En caso de perderla, sería el candidato para ganar fácilmente las elecciones de 2014. Ahora resulta que el pacto empeñado por el candidato de Cambio Democrático era a título personal, y que su partido ahora es más grande. Será más grande en cantidad de adherentes, pero no en la calidad de las personas.

El Partido Panameñista, al final, decidió unirse con la condición de que se incluyeran sus promesas de campaña y sus programas sociales, como 100 a los 70 y el salario mínimo, entre otros, que benefician hoy al Presidente de la República y le han ayudado a mejorar su imagen.

No quisiera estar en el pellejo del ingeniero Varela, quien ha tenido que soportar, con inteligencia, prudencia y tolerancia, las diatribas y vejámenes por parte de algunos miembros de Cambio Democrático. A veces confundimos la prudencia y la tolerancia con la sumisión.

Varela se ha visto obligado a jugar su papel de presidente del Partido Panameñista y hacer caso omiso a la prepotencia de algunos personajes del gobierno; inteligentemente, ha sabido manejar la situación para no perjudicar al panameñismo, proteger a su gente y mantener la alianza hasta 2014, por el bienestar de la población panameña.

Ahora resulta que quienes disparan los petardos en contra del vicepresidente de la República e irrespetan su investidura eran miembros del Partido Arnulfista (Panameñista) que se favorecieron de sus estructuras para ganar las elecciones de legisladores, diputados y representantes; personas que han resultado ser mercenarios y profesionales del transfuguismo, que se venden al mejor postor.

Los diputados de Cambio Democrático deben tener la dignidad de honrar y sellar su compromiso. Deben votar por una persona experimentada, como el diputado panameñista Alcibíades Vásquez, para presidente de la Asamblea Nacional, de lo contrario, a los diputados del Partido Panameñista no les quedará otra alternativa que negociar con el PRD. Todo, por la falta de seriedad de su palabra de honor. Una moneda falsa vale más que la palabra de algunas personas.


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