La politóloga de origen judío Hannah Arendt, escribió un tratado “sobre la violencia”, donde enmarca que a pesar de los abruptos cometidos a través de la historia no se juzgaba a la misma (violencia), ya que los países o naciones dotados de poderío marcaban las pautas de la misma; ponemos el caso de la subyugación de un sinnúmero de pueblos por parte del poderoso Imperio Romano, el genocidio cometido contra los judíos en la Alemania nazi, los actos violentos en Ruanda, los famosos “efectos colaterales” consecuencias de la guerras de Estados Unidos y sus aliados, por mencionar algunos.
Arendt decía que la violencia no era un problema como tal, y citaba una serie de autores que se enfocaban más en las causas de esta, por ejemplo Karl Marx indicaba que era producto de las incoherencias sociales (desigualdades económicas-sociales), y que estas incentivaban acciones drásticas que violentaban la sociedad para un bien. Por otro lado, Mao Tse-tung afirmaba que “el poder procede del cañón de un arma”.
Estas dos acepciones nos ayudan a comprender el problema de la violencia al aplicarlo a nuestras sociedades, no solo en Panamá sino en toda Latinoamérica.
Podemos señalar que las herramientas bélicas brindan un estatus, ya sea entre naciones, organismos de seguridad interno de cada país, pandillas o bandas organizadas, maleantes comunes en el barrio, etc., ello es así porque existe una necesidad de poder y este poder se exterioriza en la prevalencia de los propios criterios sobre los demás.
Esto se aprecia en las naciones con armamento altamente destructivo hasta el niño que asalta con un cuchillo o pistola a otra persona para adquirir un bien material. Este último caso se podría afirmar como diría Karl Marx, que es producto de las desigualdades sociales y económicas que se vive en nuestros países.
Ahora bien, en el Panamá pos invasión se da un incremento de la violencia producto de una relajación axiológica en la sociedad, influenciada por factores que han ayudado sobremanera esta subcultura de la violencia, puedo mencionar la de muchos medios de comunicación que no realizan su labor educativa que es propia de ellos, promoviendo una cultura “chabacana” basada en programas inertes de contenido; además de esto, los gobiernos de turno que fomentan una precaria educación, llevando a nuestros niños y jóvenes a ser autómatas y sin criterio para seguir doblegándolos con leyes coercitivas en detrimento de su estatus socio económico; también podemos decir la de muchas empresas privadas carentes de fomentar y aplicar responsabilidad social, ya que ellas serían las primeras en gozar de los beneficios de una sociedad sana.
Es hora de que despertemos de este letargo en que vivimos, como aquel personaje de Platón narrado en el mito de la caverna, que al salir de la cueva descubre un mundo nuevo y regresa a la caverna para informar que existe algo mejor, pero que no se divisa y por ello, debemos salir para disfrutarlo.
