Violencia simbólica y género



La violencia de género tiene muchas caras. Una de ellas, la violencia simbólica, de la que poco se habla. Es un concepto creado en los años 70, por el sociólogo francés Pierre Bourdieu, utilizado en ciencias sociales para describir una relación, en que se ejerce un modo de violencia indirecta y que sobre quien recae, no la distingue o es inconsciente de esa práctica en su contra.

Caracterizada por ser una violencia implícita, invisible, soterrada, subyacente, escondida en contextos o relaciones de poder. En el caso específico de las mujeres, esta violencia se expresa en mensajes, signos, valores, patrones estereotipados, que transmiten y reproducen relaciones de desigualdad, dominación y discriminación, que justifican la subordinación y la violencia contra las mujeres en el ámbito público o privado.

Es la más difícil de percibir y distinguir: son estrategias construidas socialmente en entornos de poder; caracterizadas por reproducir los roles sociales, representación de poder y/o estructuras mentales, estatus, género, entre otros. Estrategias puestas en juego una o todas simultáneamente, como parte de una reproducción encubierta y sistemática.

La violencia simbólica circula “naturalmente” en los medios de comunicación y en el lenguaje cotidiano que atraviesa y reproduce todas las expresiones culturales. Se da, cuando bajo una supuesta libertad de expresión, se emiten opiniones que reproducen, sostienen y legitiman la desigualdad, discriminación, estigmatización e invisibilización de las mujeres. Típicos ejemplos: “Calladita se ve más bonita” o “La política es cosa de hombres”.

Es una forma de agresión inmersa en lo cotidiano, que al ser sutil e invisible, es difícil de detectar y justifica situaciones no naturales como la violencia y la falta de respeto hacia las mujeres. Sus efectos son diversos: se traducen en depresión, problemas de autoestima, ansiedad, trastornos alimenticios, etc.

Desterrar este tipo de violencia, empieza por hacerla visible y reconocer que es responsabilidad de toda la sociedad. Según el activista estadounidense Jackson Katz: “Calificar a la violencia de género como un ‘asunto de mujeres’, es parte del problema. Da a una enorme cantidad de hombres la excusa perfecta para no prestar atención”.

La autora es abogada y escritora

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