Es el nuevo “papa negro” de los jesuitas, como se designa al general superior de la orden fundada por san Ignacio de Loyola en 1540 por su importancia histórica dentro de la Iglesia católica, aunque a él no le guste ese apodo: “El deber del jesuita es estar detrás del obispo y del papa”. Así lo expresó el sacerdote venezolano Arturo Sosa Abascal (68), el primer no europeo de los 31 que han llegado a ese puesto en los 478 años de la compañía.
En la primera presentación pública ante la prensa ayer en Roma, afirmó que el desafío más importante que enfrenta la compañía fundada por san Ignacio de Loyola es la “gran llamada a la reconciliación” del mundo. “No puede estar presente el reino de Dios, si no buscamos una situación en la que el mundo pueda vivir en paz (...)”, afirmó.
Su nombramiento, el pasado 14 de octubre, para suceder al español Adolfo Nicolás Pachón, que renunció al cargo tras cumplir 80 años, supone un nuevo movimiento en favor de la descentralización europeísta del poder de la curia en el Vaticano, que acentúa el protagonismo de Latinoamérica.
Algunos expertos en la información de la Santa Sede interpretaron la elección de Sosa como un nuevo paso en la consolidación de la Iglesia católica como mediadora en una posible resolución de la crisis política y social en Venezuela.
Preguntado a este respecto, el sacerdote manifestó que “Venezuela es un país que vive de la renta petrolera administrada en exclusiva por el Estado y esto hace muy difícil la construcción de una sociedad democrática”.
“El Estado tiene que estar subordinado a los ciudadanos, porque son ellos quienes mantienen el Estado, pero [en el caso de Venezuela] es el Estado el que mantiene la sociedad y esto hace muy difícil la creación de un Estado democrático”, alegó.
Sosa, que hasta hace dos años vivía en Venezuela, afirmó que el modelo político implantado por Hugo Chávez y repetido después por Nicolás Maduro es un “proyecto rentista que no se sostiene en sí mismo, ni política ni social ni económicamente”. Sin embargo, remarcó que “lo mismo ocurre en la oposición, que tampoco tiene un proyecto rentista diferente, que es lo que se necesitaría para salir a largo plazo” de la situación que vive el país.
La Santa Sede ha expresado su disponibilidad diplomática para mediar en un eventual diálogo impulsado por Unasur.
Para Sosa lo más importante es “construir puentes”, porque “nadie quiere más violencia de la que ya existe en el país”.
