Unos cuantos pasos. Exactamente 600 metros de distancia separaban a la supremacía del poder de Colombia –el Palacio de Nariño, el Palacio de Justicia, la Alcaldía de Bogotá– de lo que hasta hace unos días era un submundo de miseria, horror, hampa y degradación humana.
La madrugada del sábado 28 de mayo de este año, unos 2 mil 500 agentes de la fuerza pública colombiana irrumpieron en lo que por décadas se conoció como el Bronx, un espacio en el corazón de Bogotá, la capital colombiana, donde confluía el hampa, la drogadicción, la prostitución infantil, el crimen y la indigencia.
Primero encontraron armas, droga, mucha droga, toneladas de basura, comida descompuesta, perros hambrientos, excremento humano y 149 niños que convivían con mil 600 indigentes.
Lo que se descubrió después bien podría compararse con alguna escena de Trainspotting [Danny Boyle] o Christiane F. [ Ulrich Edel], dos películas que sin tapujos enseñan los efectos de la adicción más allá de la trillada frase “tocar fondo”.
Los niños hallados en el Bronx, que también se drogaban, eran el banquete principal de una red de prostitución. Eran ofrecidos a todo el que pagara por ellos unos cuantos pesos colombianos. Se descubrieron celdas con rastros de sangre, trozos de piel pegadas en las paredes, jaulas con cadenas para torturar.
Incluso, los propios agentes que participaron en el operativo contaron que personas habrían sido lanzadas a perros enjaulados para ser devoradas. Era la manera de hacerle pagar a cualquiera que desafiara la ley del lugar. La policía contó a los periodistas que en áreas de dos metros cuadrados encontraron grupos de hasta 15 personas consumiendo bazuco, una droga callejera de bajo costo bastante popular en Colombia.
La revista Semana, en uno de los muchos artículos que ha publicado sobre el asunto, revela por ejemplo que el desmantelamiento del sitio dejó al descubierto la presencia de extranjeros y de personas de estratos altos de la capital que llegaban a El Bronx en busca de drogas y rumba barata. En el lugar había al menos cinco discotecas que ofrecían lo que para muchos es un trío tentador: licor, droga y sexo [por lo general con menores] a bajo costo.
Entre las mil 600 personas que se hallaron en el lugar habían 6 extranjeros: un francés de 50 años, un nigeriano de 42, un chileno de 43, un brasileño de 54, un venezolano de 28, un dominicano de 29 y un holandés también de 29 años. Todos llegaron por su propia cuenta. El holandés, por ejemplo, llegó al Bronx en noviembre pasado, consumió todo tipo de drogas durante días, y cuando se le acabó el dinero quedó endeudado y con ganas de más. Se enfrentó a la clandestina ley que imponía esa zona. Quedó en manos de los llamados sayayines, un grupo de hombres armados que estaban a las órdenes de la mafia que controlaba el lugar. Lo secuestraron, contactaron a su familia y por su liberación pedían unos 10 mil euros.
El día que entró la policía al Bronx, el holandés se escapó de sus captores. Un video de la policía recoge la escena en la que el hombre hace maniobras en un techo mientras es perseguido por los sayayines. Y entonces ocurre el milagro: una grúa de los bomberos lo rescata.
El fiscal general encargado de Colombia, Jorge Perdomo, aseguró en un comunicado de la entidad que el ente investigador tiene identificados a cada uno de los cabecillas de las cuatro bandas criminales que operan en el sector del Bronx. También dijo que en el operativo fueron capturadas nueve personas, conocidas como sayayines, encargadas de la seguridad del sector.
“Esta investigación, que se inició hace un año y medio, nos ha permitido, a partir del testimonio de víctimas y de integrantes de estas bandas, identificar y documentar a cada uno de los jefes que se han convertido en el azote de este sector de la ciudad, en donde hemos encontrado una amplia gama de crímenes como narcotráfico, tráfico sexual, secuestros y casas de pique [centros de desmembramiento humano]”, aseguró.
“Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”, dice Mark Renton, el protagonista de Trainspotting al inicio de la cinta. Probablemente esa pregunta se la hicieron algunos de los que eligieron vivir en el Bronx. Quién sabe.
