Los seis candidatos a la Presidencia de Irán participaron en un último debate el pasado viernes, antes de las elecciones del 19 de mayo, en el que se acusaron mutuamente de corrupción y mala gestión, en un enfrentamiento centrado en economía.
El presidente Hasán Rohaní acusó a sus adversarios conservadores de querer devolver al poder al “antiguo gobierno” del ultraconservador Mahmud Ahmadinejad (2005-2013). “Igual que el otro gobierno, quieren distribuir dinero” para comprar votos, afirmó Rohaní.
Los dos principales candidatos conservadores, Mohamad Bagher Ghalibaf, el actual alcalde de Teherán, y el religioso Ebrahim Raisi, acusaron por su parte al gobierno de haber abandonado a los pobres. “El país enfrenta una grave crisis económica, con desempleo, recesión e inflación. (...) La prioridad es la creación de empleos”, afirmó Ghalibaf. Raisi aseguró que la pobreza ha aumentado y que afecta a un tercio de la población.
Ghalibaf, acusado de haber distribuido viviendas a precio preferencial a sus aliados, acusó a Es Hagh Jahanguiri, el primer vicepresidente y candidato reformista, de obtener terrenos a precios irrisorios cuando era ministro.
