“¡Es un mago, es un mago!”, era la frase que coreaban los emocionados seguidores del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, después de que se anunciara el triunfo de Bibi –como se le conoce al gobernante– para un cuarto mandato.
El resultado de la elección del pasado 17 de marzo sorprendió a muchos, más aún cuando las encuestas previas a los comicios le daban la ventaja al laborista Isaac Herzog, dirigente del Campo Sionista. Pero la experiencia del primer ministro –con nueve años en el poder– se impuso a la hora de debatir con su rival temas sobre seguridad y defensa.
Aunque los sondeos le eran adversos, Bibi no cejó en ningún momento en su carrera reeleccionista y cual campeón de boxeo que se sube al ring para retener su título, Netanyahu supo tirar sus mejores ganchos para mandar a la lona a su contrincante.
Fue su estrategia –la que algunos llaman magia– la que le permitió seguir al frente del Gobierno israelí. “Contra todo pronóstico, hemos conseguido una gran victoria para el [partido conservador] Likud”, indicó el premier israelí. Una estrategia que hoy es puesta a prueba ante los nuevos retos que enfrenta.
DICHOS POLÉMICOS
El día previo a las elecciones, Netanyahu aseguró que no permitiría la creación de un Estado palestino si continuaba al frente del Ejecutivo. “Creo que cualquiera que dé pasos para establecer un Estado palestino y evacuar territorio abona el terreno a los ataques de los islamistas radicales contra Israel”, dijo al referirse también a los asentamientos judíos en Cisjordania.
Estos dichos tensaron aún más las relaciones con Estados Unidos (EU), el aliado histórico de Israel.
Sin embargo, dos días después de su triunfo en las urnas, Netanyahu parecía recular en sus declaraciones. “No quiero una solución de un Estado único. Quiero una solución sostenible de dos Estados pacíficos, pero para eso las circunstancias tienen que cambiar”, expresó. “Y cada territorio que queda libre en el Medio Oriente es tomado por las fuerzas islamitas”, subrayó.
Pese a ello, el presidente de Estados Unidos (EU) Barack Obama dio el pasado jueves por perdido durante su gobierno cualquier avance en el proceso para crear un Estado palestino. “No podemos seguir basando nuestra diplomacia en algo que todo el mundo sabe que no va a ocurrir, al menos en los próximos años”, señaló Obama.
En términos similares se expresó el enviado de la ONU a Medio Oriente, Robert Serry. “Como las partes no parecen ahora listas para reanudar las negociaciones, no deberíamos meterles prisa para que vuelvan a la mesa”, afirmó Serry.
DEVOLUCIÓN DE FONDOS
En medio del revuelo político y ante presiones de organismos de seguridad que advierten de que la situación en la zona podría empeorar, el primer ministro israelí anunció el viernes la devolución del dinero de los impuestos que retiene a la Autoridad Nacional Palestina desde enero. “Debido al deterioro de la situación en Medio Oriente, uno debe actuar con responsabilidad y las consideraciones pertinentes en la lucha decisiva contra elementos extremistas”, señala una escueta nota de prensa de la Oficina del Primer Ministro.
Para algunos, el anuncio israelí parecía reflejar una doble motivación: hacer un gesto de buena voluntad hacia los palestinos, y también hacia EU y el resto de la comunidad internacional.
ACUERDO CON IRÁN
El premier israelí ha sido enfático al rechazar el acuerdo que negocian las potencias con Irán, lo cual es otro punto de fricción con la Casa Blanca, pero que al mismo tiempo ha reforzado sus lazos con la oposición republicana.
Netanyahu expresó ayer que el posible acuerdo con Irán era peor de lo que esperaba su país.
En consonancia con el líder israelí, el presidente de la Cámara de Representantes de EU, John Boehner, dijo: “estamos ante un régimen que nunca ha cumplido su palabra respecto a nada. No entiendo por qué firmaríamos un acuerdo con un grupo de personas que, en mi opinión, no tienen intención alguna de cumplir...”.
(Basado en servicios internacionales).
