Los socialistas españoles están inmersos en una lucha fratricida tras el intento de forzar la dimisión de su líder Pedro Sánchez, mientras el conservador Mariano Rajoy espera sacar tajada de la situación para volver a ser presidente del gobierno.
Sánchez se niega a dimitir y reunió en la sede central del partido en Madrid a lo que queda del ejecutivo federal, un órgano directivo del que dimitieron en bloque el miércoles 17 miembros críticos con su gestión.
Los renunciantes y otros dirigentes socialistas discrepan con la estrategia de Sánchez de intentar formar un gobierno alternativo al de Rajoy, líder del Partido Popular y presidente en funciones desde diciembre. Y le piden que permita gobernar a estos para darle tiempo al PSOE de fortalecerse desde la oposición después de cosechar en el último año los peores resultados electorales de su historia.
Verónica Pérez, presidenta del comité federal del PSOE, su “parlamento” interno, fue ayer a la puerta de la sede nacional para presentarse ante la prensa como “la única autoridad” existente en el partido, y censuró la decisión de Sánchez de “atrincherarse” en el cargo.
Sin embargo, el interesado, que es el primer secretario general del PSOE en haber sido electo de manera directa por las bases, ha apostado por solicitar unas primarias el 23 de octubre, en las que la militancia renueve su liderazgo.
Más allá del futuro inmediato de Sánchez , la pregunta está en ver si esta grave crisis en el PSOE desbloquea la situación política en España. Si no hay un acuerdo de gobierno para el 31 de octubre, se tendrán que convocar nuevas legislativas, las terceras en un año, algo nunca visto en España.
