ICIJ: filtraciones revelan que Odebrecht no lo contó todo

ICIJ: filtraciones revelan que Odebrecht no lo contó todo


En diciembre de 2016, cuando Odebrecht reconoció su vasto sistema de corrupción –que el Departamento de Justicia de Estados Unidos (EU) describió como “el mayor caso de sobornos extranjeros en la historia”– se desató una ola de escándalos políticos en toda América Latina.

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Odebrecht no lo contó todo: filtración de documentos revela nuevos pagos millonarios asociados al escándalo

Cayeron gobiernos, expresidentes y funcionarios de alto rango, además de ejecutivos de Odebrecht. Pasaron de transitar los pasillos del poder a dormir tras las rejas. En su confesión, la empresa dio detalles de sus delitos y aceptó cooperar con los fiscales de toda la región comprometidos con llevar a los involucrados ante la justicia.

Sin embargo, Odebrecht no contó toda la historia.

Una nueva investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) revela que el Sector de Operaciones Estructuradas de Odebrecht –también conocida como la “División de Sobornos”– hizo pagos a cambio de contratos que eran aún más grandes de lo que ha admitido la empresa y que involucran a destacadas figuras y enormes proyectos de obras públicas que no están mencionados ni en las causas judiciales en trámite ni en ninguna otra investigación oficial hasta ahora.

El nuevo hallazgo se desprende de la filtración de 13 mil documentos y registros de su división de sobornos, alojados en una plataforma de comunicaciones encriptadas conocida como Drousys.

Estos registros los obtuvo la organización de noticias ecuatoriana La Posta, y luego fueron compartidos con el ICIJ. Los mismos registros también los obtuvo, de manera independiente, el medio ecuatoriano Mil Hojas, que se sumó al proyecto.







Desde hace más de cuatro meses, el ICIJ trabaja con unos 50 periodistas de 17 medios aliados en 10 países del continente americano. Las filtraciones revelan pagos secretos a lo largo y ancho de toda la región, y que van mucho más allá de lo informado públicamente hasta ahora (ver nota relacionada).

En Brasil, epicentro del escándalo, el expresidente por dos mandatos Luiz Inácio Lula da Silva –que Barack Obama calificó una vez como “el político más popular del planeta”– cumple una larga condena en prisión por corrupción y negociados, incluidos delitos vinculados con Odebrecht.

En un comunicado enviado al ICIJ, Odebrecht ratificó su compromiso de plena cooperación con las autoridades que investigan la corrupción vinculada a la empresa. “Odebrecht seguirá haciendo todos los esfuerzos ante las autoridades competentes en un régimen de colaboración irrestricto”, informó en su declaración. No obstante, la empresa no respondió sobre casos individuales.

¿Por qué parte de la historia permaneció oculta?

El escándalo es un imparable terremoto político que sigue sacudiendo Latinoamérica. Las revelaciones sobre pagos ilegales han tumbado gobiernos en Brasil y Perú, y llevado al encarcelamiento de expresidentes de ambos países. Y a medida que se fueron descubriendo nuevos destinatarios de estos sobornos, los fiscales de toda la región han imputado a un creciente y constante número de funcionarios, empresarios y particulares.

Las nuevas filtraciones dejan en claro que la red de corrupción de Odebrecht se extendía a muchos proyectos de obras y personalidades públicas que hasta ahora no han sido alcanzados por la ley, lo que genera dudas sobre la total honestidad de Odebrecht ante las autoridades y sobre la voluntad política de algunos fiscales para avanzar con los casos.

Carlos Pimentel, director ejecutivo de Participación Ciudadana, una agrupación anticorrupción de República Dominicana, dice que “en el país hay un sistema de complicidades para el enriquecimiento de una minoría, tanto del sector público como privado, basado en el empobrecimiento de la mayoría”. Eso, agrega, “es lo que revela el caso Odebrecht”.

El desenmascaramiento de las prácticas corruptas de la empresa ha causado agitación política, desatando la furia de los políticos del establishment y alimentando una creciente inestabilidad.

“Cuando todos los partidos tradicionales quedan deslegitimados, se abre espacio para el surgimiento de un populista”, dice Yascha Mounk, politólogo de la Universidad Johns Hopkins, dedicado al estudio del declive global de la democracia liberal.

Cuando Lula da Silva quedó fuera de la contienda presidencial de Brasil el año pasado, debido a su condena penal, los votantes tomaron una decisión extrema: elegir al exmilitar ultraconservador Jair Bolsonaro, que hizo campaña contra las élites corruptas, alegando que la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 debió haber asesinado a 30 mil personas más.

Las filtraciones también dejan al desnudo el rol que jugó el oscuro mundo de las finanzas offshore, que hizo posible el funcionamiento de la división de sobornos de Odebrecht. Si bien sus beneficiarios eran casi todos de Latinoamérica, los pagos invariablemente se canalizaban a través de una secreta red de empresas y cuentas bancarias fantasmas.

Esas turbias entidades offshore canalizaron cientos de millones de dólares en pagos secretos, a través de empresas y bancos en países de todo el mundo, incluidos Estados Unidos, China, Países Bajos, Emiratos Árabes Unidos, Panamá, y Antigua y Barbuda. En un caso, los pagos pasaron de Odebrecht a una empresa de Bahamas, y de ahí a una de República Dominicana, que luego compró un apartamento de $2 millones en Manhattan (EU).

Según datos del Departamento de Justicia de EU, entre 2001 y 2016, Odebrecht pagó más de $788 millones en sobornos que le reportaron $3 mil 300 millones en ganancias mal habidas.

“Es alucinante pensar que esto funcionó durante tanto tiempo”, dice Shruti Shah, presidente y CEO de Coalición por la Integridad, una organización sin fines de lucro de Washington que impulsa mayores controles para frenar la corrupción empresarial y gubernamental.

El auge de Odebrecht

Bajo el liderazgo de Marcelo Odebrecht, un ejecutivo que alguna vez fue conocido como “El Príncipe”, los ingresos anuales de la empresa crecieron astronómicamente: de $17 mil 500 millones en 2008, a $45 mil 800 millones en 2014. Le fueron concedidas licitaciones para la construcción de descomunales proyectos de obras públicas –entre ellos, un gasoducto en Perú, de $7 mil millones; una central termoeléctrica en República Dominicana, de $2 mil millones; y el metro de Lima (Perú), de $2 mil millones–, y así el grupo Odebrecht consolidó su posición como contratista dominante en Latinoamérica y como una de las mayores contratistas del mundo.

Odebrecht aprovechó sus estrechos vínculos con el influyente presidente brasilero Lula da Silva, cuyo gobierno recurrió a la empresa para ejecutar proyectos de infraestructura que eran parte de su agenda de desarrollo y de su ambicioso programa de lucha contra la pobreza.

Pero el vertiginoso crecimiento de la empresa bajo el mando de Marcelo Odebrecht también se vio potenciado por otro factor: los negociados a gran escala.

Las operaciones de sobornos de la empresa eran de tal magnitud que en 2006 la empresa creó el Sector de Operaciones Estructuradas, que “funcionaba en los hechos como una oficina de sobornos”, según consta en una declaración que las autoridades hicieron de la empresa, y que Odebrecht admitió ser “cierta y exacta”, como parte del acuerdo de admisión de culpabilidad negociado con el Departamento de Justicia de EU. Ninguno de esos pagos quedaba registrado en los libros contables de la empresa y, por lo tanto, eran ilegales, como más tarde declararía ante los fiscales peruanos el extesorero de esa división, Fernando Migliaccio.

Odebrecht sostiene que no todos los pagos de esa oficina fueron sobornos. “En esos sistemas hay registrados varios trabajos de la compañía”, declaró en julio de 2018 la filial de Odebrecht en Perú, en referencia al sistema Drousys y a otra plataforma usada por el Sector de Operaciones Estructuradas que tampoco figura en los libros contables. “Eso no implica que en todos esos trabajos hubo sobornos o corrupción”.

La letra chica

El amplio acuerdo de colaboración de Odebrecht con Brasil, Estados Unidos y Suiza tuvo límites significativos.

A Odebrecht no se le obligó a contar todo. En su exposición de los hechos, por ejemplo, la empresa revela cuánto pagó en sobornos en la región, pero no precisa de qué proyectos ni quién los recibió.

Ahora, gracias a la presente filtración, se conocerán montos, proyectos, fechas y empresas que se vieron beneficiadas de los pagos ilegales de Odebrecht, aunque sigue en manos de los ejecutivos de la empresa revelar las identidades de los que recibieron las coimas.

La historia completa en www.prensa.com

(Colaboradores: Andersson Boscán, Mónica Velasquez, Alicia Ortega Hasbún, Romina Mella Pardo, Mónica Almeida, Dean Starkman, Tom Stites, Joe Hillhouse, Emilia Díaz-Struck, Richard H.P. Sia, Fergus Shiel, Margot Williams, Delphine Reuter, Mary Triny Zea, Joseph Poliszuk, Milagros Salazar, Gustavo Gorriti, Ben Wieder, Kevin Hall, Amy Wilson-Chapman y Hamish Boland-Rudder).

Vea mañana de dónde salieron los pagos ilegales.

Resultados de la investigación de ICIJ

Algunas revelaciones de la actual investigación son las siguientes:

• Pagos secretos de Odebrecht por más de $39 millones vinculados con la construcción de la gigante central termoeléctrica de carbón de Punta Catalina, en República Dominicana. Las dos investigaciones oficiales previas sobre el proyecto, que informaron no haber encontrado hechos delictivos, no mencionan estos pagos.

• Diecisiete pagos por la suma de más de $3 millones, relacionados con un gasoducto en Perú. Entre los beneficiarios está una empresa de un político peruano que en una grabación –no vinculada a este caso y difundida recientemente en Perú– aparece conspirando para el asesinato de un adversario político.

• Correos en los que se discuten pagos secretos realizados por un banco propiedad de operadores financieros de Odebrecht a empresas fantasmas, relacionados con un contrato de $2 mil millones para construir una red de subterráneos en Quito, Ecuador.

• Pagos vinculados con más de una docena de otros proyectos de infraestructura en países de toda la región, incluidos más de $18 millones vinculados al Metro de Panamá y más de $34 millones relacionados con la línea 5 del metro de Caracas, Venezuela.

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