Inhabilitado para presentarse como candidato a las elecciones por sus trampas al fisco, recién operado de una complicada intervención a corazón abierto y con 81 años de edad, Silvio Berlusconi continúa siendo el gran protagonista de la escena política italiana.
El viejo tahúr, en su día condenado a cuatro años por fraude fiscal y a tres años por corrupción política, si bien nunca ha llegado a pisar una prisión, hizo su entrada triunfal justo a tiempo, cuando el país de la bota parecía abocado a unas nuevas elecciones.
Los dos principales partidos ganadores de las elecciones, el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, dos formaciones anti establishment, que suman mayoría para formar un Ejecutivo, habían rechazado frontalmente la propuesta del presidente de la república italiana, Sergio Mattarella, de un gobierno “neutral”. Y cuando los italianos se preparaban para volver a las urnas, el tres veces ex primer ministro anunció que levantaba el veto.
“Si otra fuerza política en la coalición de centroderecha asume la responsabilidad de formar un gobierno con el M5S, tomamos nota con respecto a la elección. Ciertamente no nos corresponde a nosotros imponer vetos o prejuicios”, señaló en un comunicado el partido que dirige, Forza Italia.
Pero dejó claro que no daría ningún apoyo a ese posible Ejecutivo, lo que en la jerga política puede ser tanto la abstención como un voto en contra.
Nadie en Italia interpreta el paso atrás de Berlusconi, con más de 25 años de experiencia en la arena pública, como una rendición sin condiciones. En un editorial, el diario Corriere della Sera explicó que se trata en realidad de una estrategia maestra para ganar tiempo hasta que el Tribunal de Estrasburgo se pronuncie sobre su futuro político, con la esperanza de que el gobierno grillino-leguista “se estrelle en la primera curva”. Además, todos los sondeos apuntaban a que el gran perjudicado en unas nuevas elecciones hubiera sido su partido.
En tanto, el líder de la Liga, Matteo Salvini, y el del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, se afanan en encontrar un primer ministro de gobierno a contra reloj. Tienen hasta el lunes, cuando se acaba el plazo otorgado por el jefe de Estado. Entre los nombres que resonaban como favoritos las últimas horas, también está el de la senadora del partido de la Liga, Giuliani Buongiorno, que ejerce de abogada.
Entre sus clientes actuales figura el Estado de Panamá, que solicitó ser parte civil acusatoria en el proceso por corrupción internacional del tribunal de Nápoles.
Savini y Di Maio, jóvenes políticos sin estudios universitarios, admitieron que podría ser una figura independiente, para equilibrar así la balanza entre dos partidos ideológicamente opuestos que solo comparten el populismo, su tratamiento del flujo de inmigrantes y su euroescepticismo. Estas cualidades son precisamente las que hacen temblar a la Unión Europea.
