Por años, el nombre Martín Sombra se escuchaba todos los días en los hogares colombianos. Eran épocas en que el secuestro, las muertes, los asesinatos convertían al país vecino casi que un estado fallido. No se podía andar por las carreteras por el temor a las famosas “pescas milagrosas”, retenes que ponían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en cualquier lugar para secuestrar a los ciudadanos. No discriminaban. Se llevaban a ricos y pobres, a blancos y negros, a gordos y flacos. Entonces, el Gobierno colombiano emprendió una agresiva campaña publicitaria para localizar a los jefes máximos de las FARC, los más sanguinarios, los asesinos, los que ponían bombas. Y Martín Sombra era uno de ellos. Era un pez gordo, era el carcelero de las FARC. Cuidaba a los secuestrados, y se decía que se hablaba al oído con Manuel Marulanda [Tirofijo] y de Jorge Briceño [El mono jojoy]. Militó 44 años en las FARC y fue capturado por el Ejército colombiano el 27 de febrero de 2008 y, desde entonces, está preso, pero ha seguido con atención la dinámica del diálogo entre el Gobierno y las FARC.
Martín Sombra, el carcelero
29 sep 2016 - 05:00 AM

