“Estaba trabajando. Seis de la tarde en San José. Un mensaje de texto confirma a Rosario Murillo como candidata a vicepresidenta de Nicaragua con Daniel Ortega. Sentí en mi conciencia el dolor y la firmeza de la memoria histórica (…). Definitivamente que esta candidatura en dúo la define un camino que inicia con la complicidad ante crímenes sexuales y que en su propia evolución perversa se convirtió en una alianza política. (...) Y esa alianza que hoy se legitima, por medio de una imposición, hará evidente que esta acción atropella, incluso, a los mismos miembros de su partido, y con ello… es el inicio del fin de la dictadura”. Así reaccionó, en su cuenta de Facebook, Zoilamérica Ortega, hijastra de Daniel Ortega, al anuncio del pasado 2 de agosto, cuando se consolidó la carrera política de su madre biológica.
Zoilamérica vive autoexiliada en Costa Rica y desde allá cuestiona al régimen de Nicaragua y al binomio del cual forma parte su madre, la primera dama Rosario Murillo, a quien los detractores del Gobierno acusan de ser el poder detrás del poder, y que hoy ve legitimado su ascenso con su designación como candidata para las elecciones del próximo 6 de noviembre, a las que el Frente Sandinista acudirá prácticamente sin contendor.
En una entrevista con el diario La Nación, de Costa Rica, la socióloga, que ha denunciado la impunidad que rodeó su denuncia, en 1998, contra el hoy presidente-candidato, por abuso sexual, reiteró que la candidatura de Murillo “es el punto máximo de un proceso de complicidad” en el que esta gana poder a cambio de mantener un velo sobre la verdad de su hija.
Zoilamérica remarcó que lo perverso para Nicaragua de ese proceso de complicidad es que se ha convertido también en una suerte de pacto político, en donde el ejercicio del poder se ha venido concentrando también sobre otras prácticas políticas que pueden funcionar para alcanzar el poder absoluto en Nicaragua.
Alegó que a pesar de las políticas “transformadoras” que la revolución sandinista impulsó, no fue capaz de crear una cultura de ejercicio del poder y se empezaron a crear pequeños feudos institucionales y esa tendencia a concentrar bienes materiales por la vía del uso del poder político.
“En la medida en que se necesitaba consolidar un poder político, lo económico empezó a ser fundamental (…) se logró concentrar fuentes de poder económico a través del mal uso de la cooperación venezolana, a través del mal uso de otras fuentes privadas de financiamiento, a través de las concesiones a inversionistas y empresas privadas, de tal manera que lo que podemos ver es un proceso creciente de concentración de poder que, en la medida en que se hace más grande y profundiza la desigualdad, se aleja de cualquier modelo revolucionario”, aseguró a La Nación.
Dijo que quería enfatizar que Nicaragua necesita ser reconocida como un lugar donde reina la “ilegitimidad”, como en un intento por llamar la atención sobre los países de la región en momentos en que la mirada está centrada en la crisis de Venezuela y, eventualmente, sobre Ecuador y Bolivia, donde las organizaciones sociales han denunciado que viven inmersos en modelos de corte autoritario.
También quiso responder a aquellos que alegan que no se puede tildar de dictatorial el gobierno de Ortega porque es producto de elecciones libres. “Es un mito”, aclaró, porque no pueden darse elecciones libres en países donde las reglas del juego han sido dictadas por el mismo grupo que controla la institucionalidad y la asfixia económica a la oposición hace que solo queden en la cancha aquellos que están comprometidos en el ejercicio del poder.
“Una revolución puede hacer el intento de transformar políticas sociales, puede hacer el intento de crear espacios democráticos formales, pero si no transforma lo ético, si no transforma la forma de ejercer el poder como un servicio a la ciudadanía, lo que vamos a tener son prácticas militares o prácticas de cultura autoritaria, solo que disfrazada con populismo”, añadió.
A la pregunta de periodista Esteban Mata, de cómo sigue funcionando el discurso del Gobierno ante la realidad que vive el país, Zoilamérica destacó que la detentación del poder en el caso de Nicaragua ha estado cimentada en una especie de “mesianismo”, y que eso amerita que Ortega sea “venerado” y casi que “alabado”.
Como un mensaje hacia sus coterráneos, expresó que Nicaragua no necesita héroes ni salvadores, que eso ya lo han aprendido. “¿Y hoy quién va a salvar[nos]?”, pregunta. Y responde: “Había una consigna durante la revolución: Solo el pueblo salva al pueblo, somos capaces de crear nuevos liderazgos y en Nicaragua siempre va a haber alguien tratando de hacer bien las cosas y de generar cambios”.
En el acto más reciente del Gobierno ligado al proceso electoral que se avecina, ayer la Asamblea Nacional aprobó una reforma a la Ley Electoral, que fue enviada con “carácter de urgencia” por el mandatario, según reporte de El Nuevo Diario.
La reforma permite emitir cédulas de identidad a aquellos que la solicitan por primera vez, de forma ininterrumpida, tirando por tierra el artículo 33 de la norma electoral, que establecía que en años electorales estas peticiones solo se tramitarían hasta 90 días antes de los comicios. Además, la persona queda inscrita en el centro que le corresponde votar.
El Frente Sandinista está en control total de la Asamblea, luego de que destituyó a 28 diputados opositores el pasado 29 de julio.

