El papa Francisco se reunió ayer con víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes y prometió hacer rendir cuentas a los responsables.
En su último día de visita en Estados Unidos, el líder máximo de la Iglesia católica envió un mensaje de advertencia a los obispos acusados de encubrir a pedófilos.
Dijo que las víctimas son “verdaderos heraldos de la piedad”, quienes merecen la gratitud de la Iglesia y manifestó que el abuso sexual ya no puede mantenerse en secreto”.
El papa Francisco ofició ayer una misa ante cientos de miles de fieles en el último y más grande evento durante su gira de seis días por Estados Unidos, luego de conversar con las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes y ofrecer palabras de esperanza a los prisioneros de una cárcel local.
Durante el recorrido en el papamóvil, el pontífice saludó al público que aplaudió, gritó, cantó y ondeó banderas en su camino hacia la avenida Benjamin Franklin Parkway, y rumbo al altar al pie las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia, adornado con un enorme crucifijo de fondo.
El Papa dijo a los fieles que su sola presencia ayer es “una especie de milagro en el mundo de hoy”, una reafirmación sobre la familia y el poder del amor. “Ojalá cada uno de nosotros se abriera a los milagros del amor para el bien de todas las familias del mundo”, manifestó durante la eucaristía, que también sirvió de clausura del VIII Encuentro Mundial de las Familias católicas.
Uno de los momentos importantes del día se produjo cuando Francisco cumplió con la demanda de reunirse con víctimas de sacerdotes pedófilos. El sumo Pontífice argentino recibió durante una media hora en el seminario San Carlos Borromeo a cinco de ellas: tres mujeres y dos hombres, indicó el Vaticano.
“Dios llora. Los crímenes contra menores no pueden ser mantenidos en secreto por más tiempo. (...) Prometo que todos los responsables rendirán cuenta”, aseguró Francisco a los obispos estadounidenses al anunciar esa reunión.
Las cinco personas estaban acompañadas por familiares, por el cardenal de Boston, Sean O'Malley, que preside la comisión vaticana de protección de los menores, y por el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput. Tres de ellas fueron víctimas de sacerdotes o educadores católicos y dos, de miembros de sus familias, precisó en una conferencia de prensa el portavoz, Federico Lombardi. Al menos una de las víctimas no era católica.
Francisco había hablado de lo ocurrido en dos ocasiones durante este viaje, pero siempre de manera discreta. Su antecesor, Benedicto XVI, se reunió con víctimas en Boston en 2008.
“Los supervivientes de abuso se han convertido en verdaderos heraldos de misericordia. Humildemente les debemos a ellos y a sus familias nuestra gratitud por su inmenso valor, para hacer brillar la luz de Cristo sobre el mal abuso sexual de menores”, expresó.
Filadelfia, ciudad de la costa este, a medio camino entre Washington y Nueva York, fue una de las más devastadas en Estados Unidos por este escándalo en los años 1980.
Según el Vaticano, “el Papa escuchó los testimonios de los visitantes y les dirigió algunas palabras, antes de hablar con cada uno de ellos de manera individual”.
Desde el ala más dura de los afectados, la red de sobrevivientes de aquellos abusados por sacerdotes (Snap, según sus siglas en inglés), la reunión fue “una simple operación de relaciones públicas”, señala un comunicado.
Para Snap, el Papa podría “reunirse con miles de víctimas pero eso no protegerá a un solo niño”. Francisco debe “hacer cesar los abusos y su cobertura, ahora y en el futuro”, exigió.
El experto Thomas Plante, psicólogo de la Universidad de Santa Clara, California, y que ha trabajado con víctimas de pedofilia y ha escrito un libro sobre el tema, opinó que Francisco “ha comenzado a trabajar” para “asegurar que la Iglesia se está ocupando de la seguridad de los niños”. “Pero el último paso es garantizar que los supervisores [sacerdotes] respondan por sus actos” ante la justicia, agregó.
De todos modos, con encuentros como el de ayer, el Papa da “un paso en la dirección correcta”, concluyó Plante.
Durante su histórica gira a Estados Unidos, Francisco movilizó multitudes y defendió de manera enérgica, en cada discurso que pronunció ante autoridades y en cada mensaje que dio, a los inmigrantes y los más humildes.
Ayer, antes de reunirse con los obispos y hablar con las víctimas de abuso, visitó la prisión de Curran-Fromhold, donde habló a un centenar de detenidos.
“He venido como pastor, pero sobre todo como hermano a compartir su situación y hacerla también mía”, les dijo, antes de estrechar la mano a cada uno de ellos. Intercambió incluso algunas palabras con varios de ellos.
En su mensaje en español, criticó que “es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades”. “Este momento en su vida solo puede tener una finalidad: tender la mano para volver al camino, tender la mano que ayude a la reinserción social”, aseguró.
Durante la misa de cierre de su gira por Washington, Nueva York y Filadelfia, el Papa también llamó a abandonar “divisiones estériles” y “proteger” al mundo: “Nuestra casa común no tolera más divisiones estériles. El desafío urgente de proteger nuestra casa incluye la preocupación de unir a toda la familia en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”.
Asimismo, hizo un llamado a la unidad, al diálogo y la tolerancia. “¿En mi casa se grita o se habla? En una buena forma de medir el amor”, indicó en otro pasaje de su homilía.
Luego de la misa y con una sonrisa, Francisco dijo: “Les pido que recen por mí. No me olviden”.
Antes de tomar su vuelo a Roma, se reunió en privado con unos 400 líderes del Encuentro Mundial de Familias, seguidores y otros voluntarios que ayudaron a organizar su viaje a Filadelfia.
Los “días con ustedes se me han hecho cortos, pero han sido para mí días de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes”, expresó.
El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa fueron algunos de los presentes en el aeropuerto para despedir al Pontífice, cuya agenda incluyó un histórico discurso en una sesión conjunta del Congreso y otro ante Naciones Unidas.






