Muy cerca del corazón de la capital existe un sitio que guarda siglos de historia y riqueza natural. Pero se halla en peligro por el crecimiento y desarrollo de la ciudad.
Ese bastión de la memoria y la naturaleza panameña es el Parque Nacional Camino de Cruces, invadido por puentes, carreteras, escuelas, urbanizaciones y extensos proyectos industriales y gubernamentales.
Sobre esa reserva se han escrito varios textos e historias que la posicionan entre las más importantes de la provincia de Panamá. El profesor Azael Barrera en su libro “Camino de Cruces” –publicado en 2011–, destaca el antiguo camino como la primera ruta multimodal de las Américas.
La obra sustenta la vocación del Camino de Cruces como eje de tránsito transcontinental desde hace casi 500 años. Primero, cuando Vasco Núñez de Balboa se topó con el Mar del Sur, y segundo, cuando este suceso generó el plan estratégico del emperador Carlos I de construir dos ciudades: en el Mar del Norte y en el Mar del Sur.
La corona española consideraba a esta vía de comunicación como el eje de la conquista, la colonización, la europeización y el posterior desarrollo económico y cultural de los hoy países soberanos de Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.
Con esa descripción coincide el historiador y ambientalista Luis Puleio, quien agrega que de la totalidad del área del parque, o sea 4 mil hectáreas, se le han deforestado al menos 400 hectáreas.
Lo peor, según Puleio, es que la tala de árboles ocurre con la anuencia de las autoridades llamadas a preservar la historia y los recursos naturales del país.
En varios recorridos por la reserva, el ambientalista ha observado cómo obras y proyectos de construcción arrinconan las áreas verdes, al igual que la ruta de piedra que desaparece poco a poco.
La ciudad hospitalaria, el Mercado de Abastos, la Cadena de Frío y los talleres del Metro de Panamá conforman la lista de proyectos con un impacto directo sobre esa área protegida. Su puesta en marcha supuso la deforestación de 220 hectáreas.
El Parque Camino de Cruces tiene la protección de innumerables normativas y documentos, y uno de ellos es la Ley 30 de 1992, encargada de crear la reserva.
Con el asentamiento de los megaproyectos, se ve amenazada el área protegida porque más inversionistas van a querer desarrollar obras en la zona, apunta Puleio. “Es evidente que los promotores quieren expandir la ciudad y lo hacen en dirección a lugares céntricos, como ese parque”, agrega.
PLAN METROPOLITANO
Autoridades del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial, así como de la Alcaldía de Panamá, más el aporte de urbanistas, evaluaron hace poco los adelantos en la actualización del plan metropolitano de desarrollo para Colón y Panamá.
En la discusión salieron a relucir zonas capitalinas con posibilidades de convertirse en puntos de desarrollo debido al crecimiento y las construcciones. Entre ellas mencionaron a Tocumen, el centro de la capital y el área oeste. Y se refirieron a la zona donde estarán la Cadena de Frío y la ciudad hospitalaria, que una vez puestas en funcionamiento multiplicarán la demanda de servicios.
En la presentación de los avances del nuevo plan metropolitano estuvo la ambientalista y ahora vicealcaldesa del distrito de Panamá, Raisa Banfield. La funcionaria reconoce con tristeza la desidia que viene cercando al parque Camino de Cruces.
Dice Banfield que esta reserva integra una parte importante de la cadena ecológica de bosques de la cuenca del Canal de Panamá, y por tanto brindan un servicio imprescindible en la gestión de los recursos hídricos requeridos por el Canal.
Argumentó que ante cualquier intención de desarrollo en el parque, debe hacerse primero un período de consultas y evaluaciones para garantizar su protección.
Camino de Cruces tiene una exuberante biodiversidad. Se destacan especies de fauna nativa como el mono tití, el armadillo, la iguana verde, el venado corzo y el perezoso de tres dedos. Este último en peligro de extinción.
Por esta y otras razones, porque prima la vida sobre la muerte, los ambientalistas exigen la conservación de la reserva.
La nueva administración de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), encabezada por Mirei Endara, reconoce la vulnerabilidad del Parque Nacional Camino de Cruces, y anunció recientemente la creación de una comisión a través de la cual se pretende evaluar el estado actual de este baluarte natural del país.
La intención, explicó Endara, es calcular a profundidad la presión a la que ha sido sometido el parque por la construcción de carreteras y otros proyectos urbanos.
Agregó que la iniciativa prevé, por un lado, garantizar que la reserva siga cumpliendo su función ambiental, y por el otro se promueva un desarrollo ordenado de su periferia, de manera que se pueda garantizar su sostenibilidad. De igual forma será un ejercicio piloto que servirá de modelo para aplicarlo en otras regiones o zonas protegidas del país que están en la misma situación de vulnerabilidad.

