El instructor le muestra a los niños cómo se hace.
“Tienen que encontrar entre todos las piezas e ir armándolo”, dice mientras les enseña un carrito ensamblable de casi un metro de largo por medio de ancho.
“Y cuando esté terminado tiene que ser capaz de resistirme a mí”, dice y se monta encima de uno de los que ya está completo para el asombro de los muchachos.
Luego lo desarma y revuelve las piezas en una gran caja para que los chicos lo hagan por sí solos. No tardan en poner manos a la obra.
En otra esquina, una mujer enseña cómo se tejen y qué significan los “atrapasueños”.
“Esta es una tradición del pueblo Lakota”, una etnia norteamericana, explica.
Hay alguien que hace malabares mientras otros muchachos pintan, guiados por un chico no mucho mayor que ellos.
Es viernes. Los niños y jóvenes vienen de distintas escuelas públicas del distrito capital. Desde Pacora, Panamá este, Panamá norte se han “tomado” un lujoso hotel del centro de la ciudad.
Es 23 de octubre de 2015 y el evento se llama Jamboree Cultural Juvenil, una actividad organizada por el Municipio de Panamá, con el apoyo de diversas instituciones.
Pero lo relevante no es tanto el evento en sí.
Esto es apenas una vitrina de lo que podría suceder todos los fines de semana en las escuelas públicas de cada corregimiento del distrito capital. Y eventualmente de otros distritos del país.
Se trata del proyecto Puntos de cultura, una iniciativa impulsada desde el Municipio que busca que niños y jóvenes participen de actividades culturales y a través de estas, darle a los muchachos y sus comunidades una perspectiva más amplia de la vida, alejándolos del vicio o la violencia, generando alternativas viables de organización y de productividad sostenible.
ORIGEN
Alexandra Schjelderup, subdirectora de Cultura del Municipio, cuenta que Puntos de cultura es “la adaptación panameña de un proyecto que nació en Brasil a través del Ministerio de Cultura brasileño en tiempos de Lula da Silva. Su creador fue Celio Turino quien planteó unas dotaciones a la sociedad civil que estuviera organizada para realizar actividades culturales”.
Explica Schjelderup que a partir de los talleres comunitarios efectuados para la propuesta del alcalde José Isabel Blandón “nos dimos cuenta de que no había mucha demanda para el tema cultural, porque no se puede desear lo que no se imagina”.
Señala que a partir de ello, en el marco del proyecto de descentralización municipal empezaron a propiciar que diversos actores colaboraran en el desarrollo de “un proceso complejo de fortalecimiento del tejido social de las comunidades a través de la cultura”.
En ese proceso arduo de concertar voluntades, que duró más o menos un año, se fue definiendo el proyecto a partir de las escuelas y de los directivos que mostraban interés en participar (una por corregimiento), así como de los padres de familia, las autoridades locales y el concurso de instituciones como el Ministerio de Educación (Meduca); el Instituto Nacional de Cultura (Inac); el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (Inadeh), la empresa privada y organismos de cooperación internacional, entre otros.
“Vamos a empezar con seis puntos de cultura donde se van a ofrecer cinco actividades artísticas o culturales cada sábado, pero una vez que la escuela esté abierta, puede ser el escenario de múltiples procesos que también faciliten las políticas públicas de juventud”, dice Schjelderup.
Esos seis primeros puntos son: el Instituto América, en Betania; la escuela Juan Pablo I, en Ernesto Córdoba; la Escuela Cirilo J. Martínez, en Pedregal; la Escuela Árabe de Egipto, en Las Cumbres; la Escuela Árabe de Libia, en Río Abajo y la Escuela de los Países Bajos, en Mañanitas.
El proyecto deberá empezar a funcionar a partir de 2016, luego de la realización de una verificación o “pilotaje” que permita detectar debilidades y corregirlas. Cada escuela recibirá 50 mil dólares para equipos, pintura y salas especiales y si el pilotaje es positivo, se ampliará el proyecto a los 23 corregimientos del municipio.
“Al final el interés nuestro es brindar ese espacio para la expresión juvenil, pero también lo que queremos es que salgan mejores ciudadanos, participativos, que quieran su ciudad, que tengan una idea sólida de comunidad”, apunta Schjelderup.