Luis Carlos Ledezma, Michael Talavera, Pablo Mures, Luis Navarro, Oliver Mall y Óscar Cruz tenían entre los 6 y 7 años cuando ingresaron a la Fundación Danilo Pérez, sin saber nada de música. Hoy, en plena adolescencia, forman parte del Ensamble Juvenil de esta institución académica y tienen un futuro vinculado al pentagrama, a tal punto que asistirán a los talleres de verano del Berklee College of Music de Boston, Estados Unidos.
Eran chicos de los suburbios. De aquellos barrios que la gente llama “calientes”. Donde un niño pasa el tiempo en gavilla entre el fútbol y las picardías en las calles, “mirando duro” y hablando “con tiempo de maleante” para encajar o, al menos, no desentonar.
Pero les hablaron de música y arte. Un discurso que resultó vacío al principio y que tiempo después les convertiría en pichones de artistas con calidad para poder formarse en el Berklee College of Music de Boston, Estados Unidos (EU).
Son los integrantes del Ensamble Juvenil de la Fundación Danilo Pérez, que entre los 6 y los 8 años llegaron por curiosidad a las aulas musicales, neófitos, sin ambiciones artísticas. Hoy son adolescentes entre 14, 15 y 16 años “flechados” por la música y orgullosos de haber sido seleccionados para un curso intensivo de verano en EU tras una audición con los representantes de Berklee durante el pasado Panamá Jazz Festival.
Sus nombres son Oliver Mall, Luis Navarro, Pablo Mures, Óscar Cruz, Michael Talavera y Luis Carlos Ledezma. A excepción de Cruz, todos han crecido en los callejones de Santa Ana, El Chorrillo o San Felipe, acota Aleida Duarte, coordinadora de la fundación, convirtiéndose en ejemplos de que se puede salir adelante pese a los obstáculos del entorno.




