Turquía se enfrentó el viernes a la Unión Europea (UE) por la posible reinstauración de la pena de muerte, mientras el presidente Tayyip Erdogan prometió reestructurar el Ejército e inyectarle “sangre fresca”, adelantando la magnitud de una reforma que se realizará bajo el estado de emergencia.
Occidente está cada vez más preocupado por la creciente represión en Turquía contra miles de miembros de las fuerzas de seguridad, la justicia, el servicio público y académicos, tras el intento de golpe de Estado de la semana pasada. Erdogan anunció el miércoles la instauración del estado de emergencia, una decisión que aseguró permitirá al Gobierno actuar con rapidez contra los instigadores del golpe.
La posibilidad de que Turquía reinstaure la pena capital para los responsables de la intentona golpista, en la que murieron más de 246 personas y resultaron heridas unas 2 mil 100, añadió tensión a las relaciones de Ankara con la UE, bloque al que aspira a unirse.
Turquía ilegalizó la pena de muerte en 2004, como parte de su iniciativa para ingresar al bloque, y funcionarios europeos indicaron que una marcha atrás en este asunto pondría fin de manera efectiva al proceso de entrada a la UE. Erdogan afirma que tal vez sea necesario reintroducir la pena de muerte, refiriéndose a los llamados realizados por multitudes de sus seguidores en manifestaciones.
“La gente exige la pena de muerte y ese pedido será analizado con seguridad. Debemos estudiar la petición desde el punto de vista de la ley y no de acuerdo con lo que diga la UE”, comentó el ministro de Justicia Bekir Bozdag al canal de televisión CNN Turk.
Sus comentarios aumentarán, sin duda, la molestia en Occidente, cada vez más preocupado por la inestabilidad y los derechos humanos en este país.

