Varela pide respeto a Estados Unidos

Varela pide respeto a Estados Unidos


“Respetamos las decisiones soberanas de otros países y pediremos siempre el mismo respeto a las nuestras”.

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Estudian situar Embajada de China cerca del Canal

Así concluye el mensaje que emitió ayer el presidente Juan Carlos Varela, dos días después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos llamó a tres jefes de misión -entre ellos el de Panamá- para pedir explicaciones sobre la pérdida de respaldo a Taiwán.

Varela, quien destacó la relación histórica del país con Washington, aseguró que sus decisiones de política exterior siempre están en función de los mejores intereses del país y que está seguro de que estas no riñen con los mejores intereses de sus socios estratégicos.

El impasse se produce en momentos en que la administración de Varela está en proceso de decidir qué área otorgará a la República Popular China para establecer su sede diplomática, un hecho que ha generado polémica, porque una de las zonas en estudio está en la entrada pacífica del Canal, un lugar de elevada carga simbólica.

Los coletazos del dragón chino en tierras del Canal

La ruptura de relaciones diplomáticas entre Panamá y Taiwán fue una de esas noticias que no tuvo anticipos ni exclusivas.

Pasadas las 8:00 p.m. del lunes 12 de junio de 2017, el mundo entero conoció que uno de los aliados más importantes que le quedaban a la República de China (Taiwán) –una provincia rebelde según la República Popular China (RPC)– la abandonaba, en reconocimiento de la interpretación que Pekín da al principio de “una sola China” y que la considera su representante legítimo ante el concierto de las naciones.

República Dominicana y El Salvador siguieron la misma tendencia en 2018, y hoy solo le quedan a Taiwán 17 aliados, 9 de ellos de América Latina y el Caribe, la mayoría de ellos pequeñas islas.

Catorce meses después de aquel anuncio en cadena nacional –del que los representantes taiwaneses se enteraron al mismo tiempo que los panameños–, la polémica nacional no pasa por el impacto que este nuevo actor diplomático tendrá en el istmo y los desafíos que esto trae, sino en cuál será la zona que el Estado le otorgará –por 70 años prorrogables– a la legación china.

Lo anterior, en vista de que tres de las cuatro áreas donde el gobierno de Juan Carlos Varela evalúa terrenos se encuentran cerca de la entrada del Canal de Panamá –caldeó los ánimos especialmente Amador–, en tierras que otrora fueron parte de la Zona del Canal y objeto de una lucha generacional.

El detonante

En agosto pasado, el Ministerio de Relaciones Exteriores confirmó a este medio que evaluaba terrenos propiedad del Estado en Amador, Albrook, Clayton y El Dorado, y consultado esta semana aseguró que lo sigue haciendo.

Aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores no ha anunciado cuál será el sitio que se otorgará al gigante de Asia, en reciprocidad por las propiedades cedidas a Panamá en el complejo diplomático de Liangmaqiao, en Pekín, hace unos días el diputado oficialista José Antonio Domínguez dijo que hay informaciones que indican que el Estado va a otorgar un terreno “cerca del centro de convenciones de Amador”. Y añadió que no está de acuerdo, porque al país le costó mucho sacrificio lograr total soberanía en la franja.

“Hay muchos lugares en el resto de la ciudad capital donde se pueden ubicar de forma segura y correcta, sin que esto implique ningún riesgo para ellos ni para el país”, declaró.

También manifestó su rechazo a esta probabilidad el diputado opositor José Muñoz. “No puede ser que hoy pretendamos nosotros poner una embajada en las riberas del Canal de Panamá”, expresó durante una participación en el pleno de la Asamblea Nacional.

Las tareas que adelanta el gobierno están fundamentadas en el Acuerdo sobre Arrendamiento de Bienes Inmuebles y Terrenos para la Sede de las Embajadas, suscrito el 17 de noviembre de 2017 en Pekín, que fue aprobado por la Asamblea Nacional a través de la Ley 22 de marzo de 2018. En su artículo 1, el texto establece la reciprocidad en materia de asignación de las sedes diplomáticas.

Otras posturas

Euclides Tapia Campos, profesor titular de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, está convencido de que el Gobierno panameño se decantará por el área revertida, de ser posible, el área adyacente a la calzada de Amador, en un lugar que sea visible a los pasajeros de los buques que transitan por el Canal, por el simbolismo y el mensaje que con ello China le envía al mundo: “hacer creer (aunque no sea cierto) a los viajeros que ellos reemplazan a Estados Unidos en Panamá como los nuevos propietarios del Canal”.

Para el politólogo e internacionalista Carlos Guevara Mann, que el gobierno elija Amador no sería adecuado por razones urbanísticas y simbólicas. “Desde la entrega a Panamá, la calzada de Amador se ha recargado con la construcción de edificaciones poco estéticas que han afeado el área y complicado la circulación”, indicó.

Añadió que “la entrada al Canal es una zona con poderoso simbolismo. Permitir a una potencia extranjera situar allí su sede diplomática transmite un mensaje inconveniente. En esa entrada solo debe flamear la bandera panameña”.

Marisabel Aramburú P., una antropóloga que ha trabajado en el campo de las relaciones internacionales por muchos años, también rechaza la idea. “Es una decisión que, de ser cierta, es irrespetuosa con la memoria histórica y con los sentimientos del pueblo panameño que ofrendó vidas para que ninguna potencia, nueva o vieja, ponga sus pies en ese territorio”. Además, agrega, es inoportuna y envía un mensaje erróneo y confuso al mundo.

Para Alonso Illueca, profesor adjunto de Derecho Internacional Público de la Universidad del Istmo, es necesario recordar que Estados Unidos, la Federación Rusa y la Santa Sede tienen sus sedes diplomáticas en la antigua Zona del Canal. En este sentido, añadió, el impacto se limitaría al ámbito simbólico, pues podría argumentarse que su localización es un homenaje a la gran contribución de la comunidad china en la construcción del ferrocarril transístmico y al Canal.

Sin embargo, aclara, “la simbología también puede interpretarse de otra forma. En las relaciones internacionales la forma es muy importante y, consecuentemente, establecer la Embajada de China en un lugar estratégico como la entrada del Causeway de Amador, avistando el paso de buques de todas las naciones por el Canal, puede ser interpretado por otros Estados y aliados tradicionales de nuestro país como un realineamiento de Panamá o una recalibración de nuestras alianzas estratégicas con distintos actores hegemónicos”.

Illueca remarcó que la prioridad de Panamá debe ser garantizar la inviolabilidad de la misión diplomática y, a su juicio, su localización debe responder a esta prioridad.

En tanto, Ebrahim Asvat K. opinó que la Zona del Canal dejó de existir. “Todo es ahora territorio panameño y nada impide la ubicación de la Embajada de China en cualquier punto de la geografía nacional”.

Al preguntársele si Estados Unidos podría argumentar algo en contra de la decisión soberana de Panamá, basado en el Tratado de Neutralidad del Canal, indicó que “no hay nada que tratar con Estados Unidos, que mantiene con China relaciones diplomáticas desde 1972, y hoy es su socio comercial más importante”.

“El Tratado de Neutralidad del Canal no tiene nada que ver con las relaciones diplomáticas. China no es un país enemigo de Estados Unidos ni de Panamá. Quizás sería importante proponer que China se adhiera al Tratado de Neutralidad del Canal como lo han hecho otras naciones”.

La otra discusión

El cambio en la política exterior de Panamá para con Taiwán y China generó en su momento mayoría de reacciones avalando la decisión.

Se aludió a un paso positivo, a que es la segunda mayor economía del mundo, el segundo mayor usuario del Canal y que el país se había tardado mucho en entablar relaciones bilaterales.

Así lo ponderaron en diversos medios el exvicepresidente de la República y canciller Samuel Lewis Navarro y el exadministrador del Canal Alberto Alemán Zubieta, entre otros.

Pocas opiniones fueron de desaprobación. Pero las hay.

° El 25 de octubre de 1971, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 2758, que reconoció a la República Popular China como el "único representante legítimo de China ante el organismo, y expulsó a la representación de Taiwán.



El internacionalista Euclides Tapia dice que entablar relaciones con la RPC es la peor decisión que presidente panameño alguno haya tomado en política exterior, porque se trata del “poder emergente del siglo XXI, que tiene como objetivo modificar el orden territorial mundial establecido en el siglo pasado”.

Tapia calificó como “fatuo” el argumento que la Cancillería utilizó para sustentar la ruptura de relaciones con Taiwán. Asegura que se apoyó en la “falsedad” de que el Gobierno de ese país, al haberse desmarcado del “Consenso de 1992”, se decantaba por la independencia de Taiwán, sin explicar que ese instrumento “estipula taxativamente que existe ‘una China, bajo interpretaciones respectivas”, es decir, agregó Tapia, que ni Pekín gobierna Taiwán ni tampoco es su capital.

° En la década de 1990, Taiwán intentó, sin éxito, volver a la ONU.



Además, destacó que ese acuerdo fue pactado cuando el partido Kuomintang estaba en el poder , y nada obliga a otro que llegue al poder en Taiwán a someterse a él, como aspira China, toda vez que ello negaría el derecho de autodeterminación del pueblo taiwanés.

De hecho, cuando tomó posesión el 20 de mayo de 2016, la actual presidenta, Tsai Ing-wen, manifestó que reconoce y respeta el hecho de 1992, aunque es su “responsabilidad salvaguardar la soberanía y el territorio de la República de China”.

La pérdida de respaldo que viene sufriendo Taiwán tras el abandono de Panamá fue advertida por el excanciller taiwanés Chen Chien-jen, quien en su momento urgió al gobierno de Tsai a manejar el incidente “muy cuidadosamente”, porque podía generar un “efecto dominó”.

° En diciembre de 1978, el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China a partir del 1 de enero de 1979.



En declaraciones a la agencia nacional de noticias de la isla, también reconoció que la decisión de la RPC de atraer a Panamá nació de la insatisfacción con la política de Tsai.

También lo advirtió en junio de 2017 Ross Feingold, asesor experto en Taipéi de D.C. International Advisory, quien aseguró que Panamá encabezaba la lista de los aliados más importantes de Taiwán. Consultado por The New York Times afirmó que era muy probable que los países restantes cambiaran de postura.

El pasado viernes, Estados Unidos dio muestras concretas de preocupación ante lo que viene sucediendo. A través de un breve comunicado, el Departamento de Estado anunció que llamó a sus jefes de misiones diplomáticas en Panamá, República Dominicana y El Salvador para discutir los efectos de la decisión de estos países de no reconocer a Taiwán y ver cómo “puede apoyar instituciones y economías fuertes, independientes y democráticas en toda Centroamérica y el Caribe”.

Panamá respondió diciendo que respeta la decisión y que seguirá trabajando estrechamente con EU en la agenda bilateral.

El embajador de China en Panamá, Wei Qiang, por su lado, calificó al Gobierno del norte de “doble estándar” y “prepotente”.

La lectura de Guevara Mann sobre este hecho puntual es que se trata de “un evento al que hay que prestar atención”. “La política internacional no puede seguir improvisándose, menos en momentos de evidente tensión internacional y realineamientos globales. Pero en coyunturas tan sensibles como esta, nuestra política exterior continúa en manos de personas poco ilustradas y muy limitadas”, remarcó.

En una entrevista con la revista The New Yorker, el embajador de EU en Panamá hasta marzo pasado, John Feeley, dijo que tiene sentido para Panamá reconocer a China, al igual que su nación lo hizo. “El efecto chino en las relaciones comerciales va a crecer exponencialmente (...)”, apuntó.

Aseguró, empero, que los panameños “son ingenuos acerca de los chinos”.

Feeley también dijo que trató de alertar a Washington sobre la usurpación de China, pero que la “nueva administración” no estaba interesada en la región.

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