Un acto y dos estrellas

Un acto y dos estrellas
El momento del beso. Después vinieron los aplausos del público para Durán. LA PRENSA/Ana Rentería.

Con cuatro besos del alma, como si la bandera de Panamá fuera la mejilla de su señora madre, Roberto Durán se despidió del emblema nacional y lo puso en uno de los dos cremadores dispuestos delante del edificio de la Gobernación de Panamá. El gesto ocurrió ayer antes de terminar el acto de juramento de 39 extranjeros y de cremación de banderas en desuso, actividades que dan inicio a las fiestas patrias.

Acostumbrado a los reflectores y al brillo del espectáculo, y quizás por la grabación en estos días de una película sobre su vida, Durán lucía gafas Ray Ban, guayabera azul a cuadros y sombrero pinta´o tejido con surcos en espiral. Todo un “cholo” al más puro estilo chic.

Durán asistió como testigo de honor. Desde su aparición atrajo la atención del público, que primero seguía al detalle a la gobernadora de Panamá, Mayín Correa, y el presidente de la Cámara de Comercio e Industrias y Agricultura de Panamá, José Luis Ford.

Gobernadora y ejecutivo descendían tomados de gancho por la escalera derecha del edificio de la institución, majestuoso con sus banderas desplegadas de arriba abajo por las paredes, solemne y estival con su blanco mediterráneo. Pero a los pocos minutos apareció Durán por la escalera izquierda, con paso real, y los 39 extranjeros próximos a naturalizarse entendieron de una vez por todas lo que significa ser panameño.

Entonces Correa se descolgó de Ford, esperó a la estrella de la ceremonia y lo tomó por el brazo izquierdo. Se acercaron los periodistas, y la gobernadora se refirió a la celebración y la importancia del testigo de honor.

Alguna periodista inquirió a la gobernadora sobre la provincia Panamá Oeste. Aunque reconoció desconocer la ley que legitima la nueva entidad territorial, contestó con firmeza que “la ley debió planificarse antes. No me pidieron opinión como gobernadora. Debía haberse hecho una cosa más que política”.

LA FUNCIÓN

Antes de empezar el primer acto de la ceremonia, frente a los cremadores se hallaban sentados varios invitados importantes, entre ellos Gloria Berrocal, madre del presidente de la República, Ricardo Martinelli. Se sintió la ausencia de la procuradora general de la Nación, Ana Belfon. En vez de ella asistió una funcionaria de esa entidad. También estuvo presente Gustavo Pérez, viceministro de Gobierno.

Una brisa líquida se tornó en aguacero y apresuró el programa del día. Nacidos en Albania, Argentina, China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, India, Nicaragua y República Dominicana, los nuevos panameños, juraron por su flamante patria. Durante esta administración se han naturalizado como panameños mil 376 personas.

Pese a la sencillez del acto y a la lluvia resolutiva, bandera en mano desfilaron los invitados. En el segundo turno estaba Roberto Durán, y fue cuando besó la bandera cuatro veces seguidas y la depositó en el cremador. La ceremonia terminó con la interpretación del himno nacional del joven colonense Nathanael Esteban. Su voz metálica llenó de brillo una mañana blanca en la capital panameña.

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