Estudiantes de escuelas públicas de nivel secundario –14 a 19 años– de Panamá, Panamá Oeste, Colón y la comarca Ngäbe Buglé, en particular aquellos con múltiples parejas sexuales y antecedentes de embarazo, tienen una alta prevalencia de clamidia genital -infección de transmisión sexual (ITS) causada por la bacteria chlamydia trachomatis-, que se contrae por las relaciones sexuales con una persona que padezca la infección.
Ese es el resultado de una investigación de cuatro años elaborada por un equipo de científicos del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), liderado por el director de la entidad Juan Miguel Pascale, y la científica Amanda Gabster, y en donde se evidencia una realidad dramática. En la investigación participaron 3 mil 166 estudiantes, de los cuales 2 mil 130 (mil 751 de las áreas urbanas y 379 de la comarca) tenían entre 14 y 17 años; y mil 36 (715 de las áreas urbanas y 321 del área indígena) estaban en el rango de 18 a 19 años. Luego del análisis de data ajustado por edad y región se encontró una prevalencia de clamidia de 21.6% en las mujeres; y de un 9.1% en los hombres.
Del total de estudiantes que participó, mil 954 (mil 31 mujeres y 923 hombres), es decir, 61.7%, informaron a los científicos tener experiencias sexuales previas. Siendo esta la población en riesgo por alguna ITS, se pudo estimar la prevalencia de clamidia y los factores de riesgo por la infección.
En ese grupo de estudiantes se encontró que las mujeres son de mayor riesgo que los hombres: un 33.5% de las mujeres que informaron tener más de tres parejas sexuales resultó positivo a clamidia, y las que comunicaron solo tener una pareja presentaron una prevalencia de 15.3%. Mientras, las que comunicaron al menos un embarazo presentaron una prevalencia de 30.9%, y las nuligrávidas, de 13.8%.
Así se describen los hallazgos en el estudio publicado el pasado 28 de agosto en la revista Sexually Transmitted Infections, del British Medical Journal, en donde se plantea la necesidad de una educación sexual integral basada en la evidencia.
Procedimiento
La investigación se realizó con previo consentimiento de los tutores, ya que se invitó a los responsables de los menores de 14 a 17 años a asistir a una reunión informativa sobre el estudio, y se les pidió que otorgaran el permiso. Luego se le solicitó a cada estudiante elegido que firmara el consentimiento informado, y a los estudiantes mayores de 18 se les solicitó su consentimiento directamente.
Todos los participantes debieron facilitar una muestra de orina (20 a 40 mililitros de primera micción), que fue analizada mediante ensayos moleculares entre los participantes con experiencia sexual revelada o aquellos que tenían más de una prueba serológica de ITS positiva (para VIH, sífilis, herpes o antígeno de superficie de hepatitis B), pero no respondieron a la pregunta sobre experiencia sexual previa.
Los participantes recibieron tarjetas de cita para asistir al centro de salud más cercano en un plazo de 2 a 4 semanas para recibir los resultados de las pruebas, asesoramiento, condones y tratamiento. Los miembros del equipo de estudio y los consejeros escolares les recordaron varias veces a los participantes que incumplieron que debían recopilar sus resultados, señala el estudio.
Equipo de científicos del estudio de clamidia genital
Los investigadores del Gorgas que formaron parte de este estudio son: Amanda Gabster, Philippe Mayaud, Alma Ortíz, Jorge Castillo, Omar Castillero, Alejandro Martínez, Anyelini López, Betsy Aizprúa, Sherly Pitano, Anet Murillo y Juan Miguel Pascale.
Recomendaciones
Amanda Gabster, epidemióloga e investigadora del Icges, explicó que trataron de abarcar un marco muestral significativo para poder describir la población que asiste a colegios oficiales a nivel urbano, y que luego de iniciar el estudio en los distritos urbanos, decidieron incluir también a la comarca indígena.
Añadió que al final se logró una muestra de casi la mitad de los adolescentes de 14-19 años que asisten a colegios oficiales en el país, y terminaron con el tamaño de muestra más grande de un estudio de ITS en población adolescente de la región de América Latina y el Caribe.
Gabster indicó que se debe realizar un tamizaje universal de clamidia genital y otras infecciones de transmisión sexual entre los estudiantes en todo el país, porque se ha encontrado en estudios internacionales que se puede reducir la prevalencia significativamente si se realiza de forma universal, y no basado en criterio de riesgo.
También consideró necesario la implementación de educación integral en la sexualidad. “Aunque desafortunadamente esta intervención ha recibido mala publicidad en los últimos años en Panamá, es una intervención que se utiliza a nivel regional e internacional, que ha sido testeado y aprobado en ensayos clínicos para dar a los jóvenes las herramientas para tomar decisiones informadas.
"Nuestro país no puede seguir obviando la urgente necesidad de una educación sexual integral, cónsone con el siglo XXI. No merecemos menos”.
Rossana Uribe, presidenta de Aplafa.
Deuda pendiente
Rossana Uribe, presidenta de la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia (Aplafa), sostuvo que es lamentable ver de año en año una situación que empeora.
Recordó que la falta de educación sexual y una buena atención médica y de prevención y consejería, llevan a una proliferación de infecciones de transmisión sexual.
Uribe acotó que la falta de uso de preservativos, por desconocimiento o por machismo, dejan como resultado estas infecciones, lo que se convierte también en un problema de salud pública.
Rubiela Sánchez, miembro de la Coalición Panameña por la Educación Integral en Sexualidad, afirmó que es evidente que los datos que refleja el estudio realizado por el Gorgas fueron previstos hace más de 10 años, cuando un grupo de ministros y ministras de Educación reunidos en México elaboraron la Declaración Ministerial, Prevenir con Educación (2008).
Añadió que en Panamá, a pesar de todos los acuerdos internacionales, incluyendo los acuerdos de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, denominado CIPD+20 –en donde los Estados nos comprometemos a garantizar los Derechos Humanos relacionados con los derechos sexuales y derechos reproductivos– el tema sigue siendo una deuda pendiente.
Remarcó que urge implementar educación sexual de manera científica, para evitar abusos sexuales, explotación sexual y, por supuesto, los embarazos precoces.

