TEATRO NACIONAL. DE TRAMOYAS, LUCES Y AUDIO.

El arte tras bambalinas

El arte tras bambalinas
Grimaldo Díaz, Alberto Caraballo y Ubaldo Rodríguez han consagrado su trabajo y esfuerzo en cada evento del Teatro Nacional en las últimas cuatro décadas. LA PRENSA/ Jazmín Saldaña.

Desde la década de 1970 ingresaron como funcionarios del Instituto Nacional de Cultura (Inac) y poco a poco se han convertido en parte de la historia del Teatro Nacional.

Alberto Caraballo, Ubaldo Rodríguez y Grimaldo Díaz nunca se han presentado como actores frente al público, pero su trabajo ha sido visto y escuchado por los espectadores en cada arreglo de sonido e iluminación de los eventos artísticos y culturales durante los últimos 40 años.

Sus rostros muestran el trabajo y empeño que han dedicado para arreglar los escenarios en el Teatro Nacional.

Han tenido la oportunidad de codearse con cientos de artistas nacionales e internacionales que pasaron por este coliseo, inaugurado en 1908.

¿Quién no conoce a Alberto, a Ubaldo y a Grimaldo?, se preguntan algunos de los artistas y productores del país.

Los tres se han dedicado a ser tramoyistas (operarios de equipos), sonidistas y luminotécnicos, labores que reconocen haber ejercido con mucha pasión, disciplina y gran amor.

HISTORIAS

Caraballo comenzó a trabajar en el Teatro Nacional el 10 de diciembre de 1974, cuando tenía 30 años.

Empezó como ayudante de limpieza y colaborador de tramoya, este último oficio con el apoyo del fallecido maestro Abelardo Tapia.

Junto a su mentor, Caraballo aprendió lo que era la faena de montar y desmontar escenarios, telones y cámaras negras, y a mover una serie de maquinarias que se usan tras bastidores para que un espectáculo alcance el brillo que reclaman los espectadores.

Hoy, con 70 años, afirma que no se arrepiente de nada, porque su oficio le ha permitido conocer a estrellas como la bailarina cubana Alicia Alonso, así como a los españoles Antonio Gades y a Paco Mora.

Mientras, cuando Rodríguez empezó a trabajar en el Inac tenía 27 años y se interesó por el sonido, pese a que hacía labores generales.

Dio sus primeros pasos de la mano del ingeniero Berny Quinn y su asistente Giovani Borace, hasta que Nariño Araúz le brindó la oportunidad de relacionarse más.

Igual que Caraballo, reconoce que con Tapia –un gran maestro que lo ayudó mucho y que estaba capacitado en todas las áreas de teatro– pudo difinir su afición por el audio.

Su pasión por el sonido lo llevó a ser contratado para la realización de teletones y espectáculos internacionales, en los que conoció a grandes artistas. Recuerda a Wilfrido y Sergio Vargas, Tito Rojas, Gilberto Santa Rosa y a conjuntos folclóricos de México y Venezuela, así como al Ballet Kirov.

Cuando Jaime Ingram fue director del Inac, recorrió casi toda la geografía nacional durante las temporadas de verano.

De los tres, Díaz fue el más joven que empezó a laborar en el Inac. Tenía 19 años. Entonces le interesaba una vacante como electricista, pero como ya se había llenado tuvo que trabajar en la seguridad.

Al poco tiempo, sus anhelos se hicieron realidad y la vacante de electricista se hizo efectiva. Es así como a sus 59 años mantiene intacto en la memoria aquel 26 de noviembre de 1974, cuando empezó en la institución.

Hoy, como técnico de iluminación, asegura que ha trabajado en el Teatro Nacional con mucho directores, sobre todo de teatro. Se acuerda especialmente de Bruce Quinn, el precursor de los musicales en Panamá, de quien le gusta su forma de trabajar, porque, debido a su experiencia “todo le queda bien”.

Pero, entre los eventos que han dejado más huellas en la memoria de Díaz resalta la obra “El Gran Drama”, que dirigió en 1980 José Pepe Sarsanedas, hoy fallecido.

Al pedírsele que resumiera lo que ha significado para él trabajar durante casi 40 años en el Teatro Nacional, Díaz afirma que, sin duda, fue lo mejor que hizo.

Al igual que sus compañeros, agradece haber podido ser parte de la historia cultural panameña.

Como profesional de audio, Rodríguez logró levantar a sus dos hijos: una arquitecta y un técnico de sonido que sigue sus pasos.

En tanto, Díaz afirma que con sus años de esfuerzo le pagó los estudios a sus cinco hijos, todos con títulos universitarios.

“¿Qué más quiero?”, se preguntó.

Las autoridades de la nueva República de Panamá ordenaron en 1904 la construcción del Teatro Nacional. El diseño de este edificio y del Palacio de Gobierno estuvo a cargo del arquitecto italiano Genaro Ruggieri. La construcción se la adjudicó la Compañía Duque y Arias y el supervisor de la obra fue el ingeniero Florencio Harmodio Arosemena. Después de cuatro años de trabajo, el edificio fue inaugurado el 1 de octubre de 1908. En octubre próximo cumplirá 106 años. Ha pasado por varias restauraciones, la última en el período 2000-2004. La administración está a cargo del Instituto Nacional de Cultura.

El teatro tiene capacidad para 853 personas, distribuidas en el anfiteatro, platea, los dos pisos de balcones y la galería.

También cuenta con terraza, bar, depósitos y camerinos. La platea y las dos áreas de anfiteatro forman una luna con vista al escenario.

Redacción de La Prensa

LAS MÁS LEÍDAS

  • Ministerio Público investiga presunta corrupción en el otorgamiento de trabajo comunitario a La Parce. Leer más
  • Detienen a sujetos vinculados al Tren de Aragua y desactivan minas. Leer más
  • Días feriados y fiestas nacionales en Panamá 2026: Calendario detallado. Leer más
  • Jueza imputa cargos y ordena detención domiciliaria a empresario por presunto peculado en perjuicio de Conades. Leer más
  • Venta de los puertos de CK Hutchison a BlackRock, incluyendo dos en Panamá, entraría en punto muerto, según WSJ. Leer más
  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Segunda quincena y bonos: jubilados y pensionados recibirán triple pago. Leer más