Hace 160 años, su llegada se entrelazó con la historia de Panamá. Hoy, el portón de entrada del histórico Barrio Chino, en el corregimiento de Santa Ana, recuerda que la presencia de la comunidad china acompaña a los panameños desde antes de la formación de la República.
La historia registra que los primeros pobladores chinos llegaron al istmo en 1854 para trabajar en el ferrocarril transístmico. Y no fue sino hasta 1889 cuando la comunidad se hizo numerosa y empezó a dedicarse a actividades de servicio.
“Los negocios pequeños eran numerosos, y eran la mayoría, dedicándose al comercio al por menor de comestibles”, reseña del libro Huellas Chinas en Panamá, de Juan Tam.
No obstante, otro capítulo empezó a escribirse con la construcción del Canal de Panamá, para la cual llegaron otros miembros de la comunidad china.
Cien años han pasado desde que se finalizaron aquellas obras, y con el tiempo los miembros de esa comunidad se han integrado al ritmo de vida del país y son parte de su desarrollo científico, político, social, económico y cultural.
Además, no solo han asimilado la cultura del país, sino que también muchas de sus tradiciones fueron adoptadas por los panameños.
Hoy existen comunidades chinas en provincias como Colón, Coclé, Chiriquí y Panamá, y están organizadas en sociedades que llevan el nombre del distrito de origen de sus ancestros.
No importa cuántos kilómetros de distancia existan, ni cuánto mar haya entre China y el istmo, en Panamá siempre tendrán un lugar alejado, pero a la vez muy cerca de sus raíces.

