Casi cuatro días después de las inundaciones y deslaves provocados por el ciclón Eta que ha dejado 17 muertos y 3 mil 332 afectados en todo el país, los productores de café en el distrito de Renacimiento, en la provincia de Chiriquí, solicitan la presencia de las autoridades del Gobierno en la zona.
Hasta el momento la poca maquinaria en el lugar está siendo aportada por el limitado Municipio de Renacimiento, fronterizo con el vecino país de Costa Rica.
“Hay muchos cafetaleros afectados y eso que no estamos contando otros rubros como plátano o tomate. Nadie tiene la culpa de esto, pero aquí se produce el 22.5% de lo que se consume en Panamá”, manifestó Ratibor Hartmann, productor del café Geisha.
Mientras, el Gobierno informó ayer que hay 62 personas aún no localizadas y un total de 833 personas han sido evacuadas o rescatadas.

Atrapados en Renacimiento, el corazón del café aislado
Atrapado está el corazón del café en Renacimiento, provincia de Chiriquí. Sus pobladores y productores se encuentran aislados desde la noche del 3 de noviembre, debido a que la tormenta ETA los golpeó con toda su furia.
A diferencia de Cerro Punta y Volcán, en el distrito de Tierras Altas, donde ya se despejó la vía, en Renacimiento hay temor, millonarias pérdidas, incertidumbre y un puñado de deslizamientos que impiden que salgan las personas y productos como el plátano, tomate, ají y principalmente el café. De hecho, allí se produce el famoso café Geisha, cuya libra supera los $1,000. Ese es su orgullo.
Son las 2:00 p.m. y de los riachuelos de Santa Clara, en el distrito de Renacimiento, emana una agua oscura y turbia que delata lo que ocurrió días atrás. En un alto, la brisa fresca del lugar golpea el rostro de Ratibor Hartmann, productor del café Geisha, mientras mira cómo la maquinaria trata de abrirse paso ante el lodo en la carretera que va desde Renacimiento hasta Tierras Altas.
Damnificados por Eta
Los afectados por el ciclón Eta en la comarca Ngäbe Buglé están ubicados en cuatro albergues: colegio Joaquina H. de Torrijos, así como en las escuelas Bahai, Boca de Remedio y Cascabel.
En la provincia de Chiriquí hay 20 albergues, entre ellos, el colegio de Renacimiento, escuela San Isidro, iglesia de Renacimiento, Estadio Glorias Deportivas de Baruenses.
En Bocas del Toro hay tres refugios para damnificados El Empalme, Changuinola y Centro Educativo Básico General Finca 4.
“Como pueden ver, todas las vías están cerradas. Hay cafetaleros de toda la zona de Renacimiento perdiendo su café día a día. Hay muchos cafetaleros afectados y eso que no estamos contando otros rubros, como plátano o tomate. Nadie tiene la culpa de esto, pero aquí se produce el 22.5% de lo que se consume en Panamá”, dijo el empresario.
También transmitió un mensaje al Gobierno al solicitarle que envíe equipo pesado, ya que hasta el momento la poca maquinaria del lugar está siendo aportada por el limitado Municipio de Renacimiento, fronterizo con el vecino país de Costa Rica.
“Lo primero fue salvar las vidas de nuestros trabajadores. También hubo muertes y sí necesitamos la ayuda del Gobierno. Me cuentan que una mujer dio a luz en el camino. Gracias a Dios, por medio de dos helicópteros se pudieron llevar los cuerpos de los muertos y alimento a los trabajadores de las fincas en los lugares más altos, pero nosotros estamos atrapados”, describió Hartmann la tragedia que están viviendo.

Ante este escenario, productores de plátano y tomate de Renacimiento han optado por adentrarse a caminos y rutas peligrosas y accidentadas. Por ejemplo, usan el camino entre río Sereno y Caisán para transportar el producto en carros pequeños, para luego enviarlo en camiones hasta Volcán y posteriormente a Merca Panamá, en la ciudad capital. Todo esto antes de que se les dañe el producto y la única inversión de sus vidas.
Precisamente, en este camino estaba Manuel González, quien movía sus plátanos de una camioneta a un camión con destino a Panamá. Su palabras lo describen: “el hombre del campo no cede, pese a la adversidad tenemos que salir adelante y tenemos que llevar alimentos a nuestros hermanos que lo necesitan”.
El hombre, de 75 años, forma parte de una fila de productores que se encuentra en Caisán, corregimiento de Renacimiento, quienes con afán cargan varios camiones. En sus palabras, si el productor desaparece no habrá quien alimente a la población del país. González toma un saco de tomates, lo pasa a un colaborador y desaparece.

A una hora de allí, en el límite entre Renacimiento y Tierras Altas, se encuentra Reidy Monje, de nacionalidad costarricense, quien decidió aportar parte de su maquinaria para apoyar al Municipio de Renacimiento en tareas de limpieza de la carretera hacia Volcán.
Él es el rostro de la solidaridad. “Esto ha sido duro para las dos naciones y acá el alcalde (Medin Jiménez) solicitó ayuda y nosotros siempre nos hemos visto como dos hermanos, como dos países que se colaboran”, subrayó el hombre de tez blanca mientras traslada el equipo pesado.
Monje suda mientras la potente máquina de su trailer ruge. En su caso, tuvo que atender 10 deslizamientos en su natal Costa Rica y en el camino de Renacimiento por lo menos unos 15, algo que calificó como un trabajo difícil.
Y mientras Monje continúa con su labor, en la escuela de Río Sereno la realidad es dramática. Madres junto a sus bebés, trabajadores de fincas cafeteras y demás personas que resultaron damnificadas con el paso de Eta. En este albergue improvisado hay 119 personas.

Muchos siguen sorprendidos y asustados. Personal de la Cruz Roja que está en el lugar da cuenta de tres muertes, lo que confirma lo señalado por los productores. Los residentes del lugar también lo dicen y lo comparan con un mal sueño.
Por ejemplo, Juan Carlos González, quien, al analizar la situación en frío, indicó que son afortunados al estar vivos, dada la cantidad de deslizamientos que hubo en Renacimiento. González lleva una gorra que dice Chiriquí, como apelando a su fe en la provincia. Sus manos son muestra del arduo trabajo en el campo y pese a estar aislado por los derrumbes de tierra, afirmó que saldrá adelante. El desastre no le intimida.
A su lado está Florentino Mendoza, otro poblador de la comunidad de Colorado Arriba, quien manifestó que tras cinco décadas vuelve a vivir una situación de desastre en la zona. Aunque en los años se dan derrumbes, son muy esporádicos, comentó. No obstante, lo ocurrido el miércoles estremeció el área, sostuvo.
“Cuando toda la carretera se derrumbó, bajamos con motosierras, palas y otras herramientas, pero la avalancha era muy grande y sobrepasaba nuestras capacidades. Yo, la verdad, hacía décadas no me encontraba con algo así”, contó el adulto mayor mientras llevaba sus botas enlodadas y un pantalón militar.
A su juicio, una de los problemas que más le preocupa es que se pierda el café, tanto molido como en grano. Precisó que por quintal de “calidad regular” de café (100 libras), podrían perderse unos $500. “Imagínese cuánto están perdiendo por día los que producen Geisha, que vale más de $1,000 la libra”, destacó.
La única autoridad en la zona es el alcalde de Renacimiento, Medín Jiménez. Del Gobierno central se sabe muy poco. Para Jiménez, el panorama es difícil ante la pérdida de vidas humanas, personas sin casas, fincas destruidas y daños en diferentes infraestructuras.

“Es algo muy preocupante, porque en la historia del Renacimiento nunca se había vivido esto”, afirmó. “La verdad, tenemos esa sensación de impotencia, de no poder ayudar a tantas personas”, se lamentó.
Jiménez comentó que aún no tienen la cifra exacta de afectados, porque no han podido acceder a varios poblados incomunicados. Además, recordó que este distrito tiene la red de distribución de alimentos más grande del país, con más de 250 caminos, de los cuales muchos han desaparecido y no se tiene acceso a otros.
“El 22.5% de la comida a nivel nacional se produce en el distrito de Renacimiento. Somos el mayor productor de café, de todo tipo. Desde el más caro hasta el de consumo nacional”, subrayó, y agregó que los daños en este distrito son mayores que en otras regiones debido a su extensión territorial.
La imagen de lo que sucede en Renacimiento es Marcelino Moreno. Este hombre de 85 años está sentado sobre una mesa de la escuela de Santa Clara, donde el agua llegó a la mitad de la estructura. Él, pese a su edad, alertó a sus vecinos de la inundación y pudo salvar su vida.
Don Chelo, como lo conocen en Renacimiento, miraba el río Guisado, aquella corriente de agua que el miércoles pasado asustó a sus vecinos. “A mi no me asusta. Yo viví muchos años y eso es algo natural de aquí”, dijo Don Chelo.
