A Rolando De León no le van a resultar extrañas las oficinas del Banco Nacional de Panamá (BNP). Allí ejerció como gerente de Tesorería en dos períodos: primero entre 1992 y 1994, y después entre 1998 y 2002.
A partir de julio de 2014 comenzará una nueva etapa, pero esta vez como gerente general de la entidad. En una entrevista concedida ayer a este diario, repasa algunos de los retos que tendrá como regente de la entidad que forma parte de un sector económico en pleno crecimiento y a la vez de un engranaje estatal en el que, asegura, la administración de Juan Carlos Varela introducirá una nueva forma de gestión marcada por la transparencia, la no intromisión política en ciertas entidades y la estabilidad de los funcionarios.
¿Cómo se siente con el nombramiento?
Me llena de satisfacción. Regreso a un banco en el que me formé en mi carrera profesional. El BNP tiene un imán que atrae a la gente. Muchas cosas se pueden hacer todavía por el banco. Esta administración ha hecho un trabajo impresionante. Su logro más importante es la modernización de la plataforma tecnológica. En consecuencia, el banco ha podido dar otro tipo de servicios y funciones. Tenemos que continuar con el buen funcionamiento, mantener el crecimiento y lograr que se haga cada día más eficiente.
¿Qué puede esperar el personal ? ¿Se aplicará la práctica de renovación de trabajadores con el cambio?
En absoluto; no estamos adoptando para nada el modelo político. Ni en el BNP ni en ninguna otra institución pública. Venimos a trabajar por el país. Personalmente, yo no llevo conmigo a nadie. Voy a trabajar con el personal que está allá. Tenemos que cambiar la forma de administrar el Estado. Todos debemos ser conscientes de que tenemos que trabajar por el país, no por un partido. Les puedo decir a esos tres mil y tantos colaboradores que nada cambia: continuar trabajando por el banco y por el futuro del país.
¿Cómo espera que se comporte el BNP en los próximos años?
BNP tiene una naturaleza particular. Participa en sectores donde usualmente la banca privada no tiene un rol preponderante. Por ejemplo, el agropecuario. Además, siendo el banco del Estado, tenemos que migrar la manera en que el Gobierno utiliza el Banco Nacional. Vienen plataformas más eficientes y baratas, que permiten darle el mismo trato de un banco privado a toda persona que entre por las puertas del Banco Nacional.
También tiene un rol como prestamista del Gobierno, como comprador de su deuda...
El BNP tiene que ser el rector de los fondos, el facilitador de los movimientos y no tanto un vehículo de financiamiento, porque al final lo estás pasando de un bolsillo a otro.
¿Cómo ve el sector?
Muy positivo. Ha sido constante el crecimiento del producto interno bruto. Estimamos que este año debe estar por el 7%. Gozamos de una inflación controlada (tasas bajas) y de pleno empleo. Esos elementos contribuyen a que haya más negocios de crédito y por lo tanto los bancos siguen creciendo. El Centro Bancario Internacional se aproxima a los $100 mil millones en activos. La economía se ha diversificado de una manera importante. Hay inversión extranjera que hemos sabido aprovechar. Entre los retos, la banca tiene que mantenerse competitiva y adecuarse a las nuevas exigencias regulatorias internacionales y a las tendencias que buscan más eficiencia y transparencia.
También está la lucha contra el lavado de capitales y el reciente informe en el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuestiona al país...
El gobierno entrante tiene como objetivo actualizar la Ley 42 contra el blanqueo de capitales y el financiamiento del terrorismo para cubrir más áreas, de acuerdo con las recomendaciones del FMI. Los sectores que manejan recursos y no están siendo regulados tienen que pasar a estarlo: Cooperativas, casinos, casas de empeño, todas estas estructuras que el FMI ha señalado expresamente. Otro reto es que van a acrecentarse temas como Fatca (Ley sobre el cumplimiento fiscal de cuentas en el extranjero). Empezó por Estados Unidos, pero pueden seguir otras jurisdicciones. Debemos ir hacia un sistema que exige apertura y transparencia. Tenemos que tratar de preservar el secreto bancario, pero no podemos dejar que nuestro país sea utilizado para actividades ilícitas. Además, las recomendaciones del FMI implican cambiar por completo la estructura y el funcionamiento de la Unidad de Análisis Financiero (UAF): demostró ser un organismo que no cumple su función y se utiliza políticamente. A la UAF hay que sacarla del control del Ministerio de la Presidencia y ponerla bajo otro rector, para evitar movimientos y acciones en contra de la pureza del sistema bancario.
También recomienda el FMI adelantar la entrada en vigor de la ley que inmoviliza las acciones al portador...
Eso tiene que darse. La Asociación Bancaria lo dijo desde un principio. La manera en que la ley pasó no iba a cumplir con los postulados que se buscaban. Algunos sectores han mostrado resistencia, pero tenemos que sentarnos a conversar porque de allí depende mucho el futuro del negocio de los bancos con los corresponsales. Eso es crucial para todos los actores. Tenemos que mantener esas relaciones.
¿Esa amenaza de los corresponsales es real?
Es real. Panamá, al no cumplir con temas como las acciones al portador, se convierte para los corresponsales en país de alto riesgo. Ellos considerarían si siguen haciendo negocios en un país de alto riesgo. Sabemos que no lo somos, pero debemos mostrar que estamos haciendo las cosas bien.
