CAMPAÑA. DESCONTINUACIÓN DE UNA ´TONTA MONEDA´.

¡Ni un centavo más!

La advertencia es visible, directa y rotunda: “¡No se aceptan centavos!”. El enorme letrero de la tienda Shell Lumber en Miami, Estados Unidos (EU), se complementa con la imagen del centésimo de dólar marcado con unos trazos rojos en forma de cruz.

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¡Ni un centavo más!

En KOA, un centro para acampar en Estes Park, Colorado, EU, tampoco es bienvenido ni un céntimo. Desde 2007 el negocio tiene la política de “cero centavos”.

Andy Haase y Jim Turner, dueños de los negocios, forman parte del grupo Ciudadanos a favor de retirar el centavo, que lleva años pidiendo a las autoridades que se cese la circulación de la “tonta moneda”, detalla un reporte de la BBC.

¿A qué se debe el rechazo? La diatriba relatada a la BBC recoge que los empresarios se hartaron porque son muchos los minutos que empleaban sus trabajadores en contar centavos, lo que se traduce en una pérdida de tiempo valioso y, por tanto, de dinero.

Explican que todo cambio que involucre centésimos, se redondea a favor del cliente. Sí, hay una reducción de las ganancias, reconocen Haase y Turner, pero se compensa con todo el tiempo que ya no tiran a la basura contando las moneditas.

El líder del movimiento contra los centavos, Jeff Gore, docente de física de la Universidad MIT de Massachusetts, EU, tiene una mirada más amplia del problema: producir y distribuir cada centavo cuesta 2.4 centésimos y si en 2011 se acuñaron 4 mil 300 millones de estas monedas, la diferencia negativa es una carga millonaria que deben asumir los contribuyentes.

Por eso, los simpatizantes de Ciudadanos a favor de retirar el centavo aplauden que, en mayo pasado, el Gobierno de Canadá decidió jubilar su centésimo porque su producción y distribución también arrojaba pérdidas por varios millones de dólares.

En 2002 y 2006 la propuesta de descontinuar el centavo llegó hasta el Congreso estadounidense, pero no prosperó.

VISTAZO LOCAL

En Panamá, el centavo sigue siendo de uso corriente. Cifras promedio indican que el incremento en la necesidad anual de centavos pasó de 24 millones de unidades a 30 millones, según información del Banco Nacional de Panamá (BNP).

Entre 2009 y 2012, el BNP ha proveído al sistema alrededor de 100 millones de centavos.

Por ahora el sencillo color marrón no corre peligro, pero la historia panameña registra varios casos de monedas de baja denominación que salieron de circulación, como la de níquel de ½ centésimo en 1907 o la de 2½ centésimos, también llamada “medio”, cuenta Víctor Guindi, socio fundador de la Asociación Numismática de Panamá.

También está el famoso “cuartillo” o moneda de 1¼ centésimo hecha de cobre en 1940, acota Guindi.

“Estas monedas se acuñaron por la necesidad de contar con unas de menor denominación, porque en ese tiempo los artículos costaban menos de 5 centésimos y las tiendas tenían que expedir ´vales´ como vuelto”, explica el numismático con 35 años de experiencia.

Agrega que las primeras monedas acuñadas por Panamá como territorio soberano se dieron en 1904. Eran de plata 900 (90% puras), con valores de 2½ , 5, 10, 25 y 50 centésimos. Antes, como Panamá era un departamento de Colombia, circulaba el peso colombiano.

En 1930, añade Guindi, se concretó un acuerdo con EU, en el que se estableció que las monedas panameñas tendrían similar peso, valor y contenido metálico que las americanas. Desde entonces los centavos con la figura de Abraham Lincoln o de Urracá circulan entre las manos de los panameños o reposan en algún cajón o alcancía.

Los centavos son los protagonistas de más de una historia singular. Solo hay que ver el caso de Edmond Knowles, de Alabama, EU, que guardó estas moneditas durante 38 años, reuniendo más de 1.3 millón de unidades, y cuando las cambió en 2005 recibió 13 mil dólares. Es el mayor canje de centavos que se conozca, detalla la BBC.

También están los centavos más caros del mundo, subastados ambos en 2012. El primero fue un raro ejemplar de 1973 ofrecido al mejor postor en enero pasado y por el que pagaron nada más y nada menos que 1.38 millón de dólares. Unos meses después la puja fue por un longevo centésimo de 1972, vendido por 1.15 millón de dólares.

El numismático Víctor Guindi explica que las monedas se avalúan según su antigüedad, por la cantidad acuñada y por la condición en que se encuentren.

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