Unos 70 mil 794 panameños aprendieron a leer y escribir en los últimos nueve años, a través de un programa que desarrolla el Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
Se trata del proyecto de alfabetización “Muévete por Panamá”, que llegó al país mediante un convenio de cooperación con Cuba para reducir la cifra de iletrados.
Para 2000, el analfabetismo abarcaba a 168 mil 140 personas, según el Censo de Población y Vivienda de la Contraloría General de la República. (Ver tabla).
En tanto, en 2010, los reportes de dicha entidad apuntaban a 148 mil 747 iletrados, o sea, un 5.5% de la población total de ese momento, que era de 3 millones 405 mil 813 habitantes.
Esa cantidad no le permitió a Panamá ser declarado un país libre de iletrados, ya que para llegar a esa categoría se debe tener una población de analfabetas por debajo del 5%, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
MEDICIÓN
El director del Programa de Alfabetización del Mides, Armando Escarreola, explicó que la única entidad del Estado con capacidad de verificar el impacto que el programa tiene en el país es el Instituto Nacional de Estadística y Censo de la Contraloría General de la República, encargada de los censos de población y vivienda.
Para esto, dijo que sostienen reuniones con funcionarios de esta entidad para garantizar que este dato se pueda obtener en el censo de 2020.
Los responsables del programa precisaron que durante esta gestión han logrado alfabetizar a 3 mil 238 personas, hasta el pasado agosto.
Informaron que muchas de estas personas, luego de graduarse, continúan sus estudios primarios en los programas de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación.
EXPERIENCIA
Esperanza Vargas, de 66 años de edad, muestra con orgullo la cédula de identidad personal que acaba de cambiar. A diferencia de su anterior identificación, ahora pudo rubricar su nombre.
Para otros escribir su nombre sería una rutina, pero para Vargas es un “logro” , porque ella era parte del grupo de iletrados del país. A raíz de esto, un tercero debía firmar sus documentos. “Era a ruego”, señala.
Oriunda de Las Huacas de Quije, una comunidad rural y montañosa del distrito de Natá, provincia de Coclé, Vargas no tuvo la oportunidad de ir a la escuela. No obstante, se esforzó porque ocho de sus nueve hijos sí fueran a un centro escolar, y siempre mantuvo el deseo de saber qué decían los libros que sus hijos leían.

Por eso, cuando los funcionarios del Mides le mostraron el programa a una de sus hijas universitarias, no dudó en tomar las clases que hoy la tienen leyendo.
Ella es una de las personas captadas por funcionarios del Mides cuando realizan los “barridos” para detectar a quienes, por diversas razones, no tuvieron la oportunidad de asistir a una escuela o a un centro de formación.
LABOR
José Sierra, quien trabaja como formador (encargado de captar a las personas, identificar y capacitar al voluntario que dará las clases y proporcionar todo el material que necesitan), explicó que encontrar a los iletrados no es una tarea fácil, porque, por ejemplo, la geografía de las áreas no siempre ayuda.
Un aspecto que destacó Sierra es que el programa lo que brinda es formación y no apoyo económico, como ocurre con otros del Mides, como 120 a los 65, Red de Oportunidades y Ángel Guardián, por lo que cuesta mucho más que las personas los atiendan y se sumen al proyecto.
No obstante, pese a las dificultades, el programa cuenta con 217 ambientes (áreas de reunión) funcionando, 198 voluntarios trabajando en el territorio nacional, y llevan 20 graduaciones.
Una de estas voluntarias es Darlene Chaki, de 19 años de edad, residente en El Vallecito de Alcalde Díaz, quien se inscribió para “retribuir en algo” el apoyo que desde niña le brindaron sus abuelos Jerónimo Pérez, de 80 años de edad, y Saturnina Vásquez, de 73 años.
Por eso, con la ayuda de un televisor, un devedé, un tablero, borrador, tiza y un set de clases en cedé, se dedica a enseñar a leer y escribir, a través de un método que parte de los números a las letras.
ASESORÍA CUBANA
Estrella Sosa Ramírez, de nacionalidad cubana, es la asesora metodológica del programa “Yo sí puedo”, que en el país lleva el nombre de Muévete por Panamá.
Sosa Ramírez explicó que el programa logra que la persona vincule lo que conoce, o sea los números, toda vez que las tareas cotidianas “enseñan a contar”.
En ese sentido, manifestó que está comprobado que al término de dos meses, producto de la vinculación de los números con las letras, la persona aprende a leer y a escribir.
Sin embargo, aclaró que existen excepciones, porque con la edad o los problemas visuales se tarda más tiempo.
La asesora contó que desde 2002, cuando empezó a funcionar, el programa se encuentra en 30 países, y se desarrolla en diferentes idiomas.





