Para qué lamentarse con la suerte de la Gran Barrera Coralina de Australia, si los arrecifes de Palenque y otras zonas del Caribe panameño también padecen el estrés de la modernidad.
Aquel ecosistema lleva dos años de blanqueamiento continuo y va por el tercero, lo que nunca se había registrado en su historia, por la presión que significan los cambios de temperatura de los océanos y que hacen expulsar las algas de coral hasta lograr su decoloración y dejarlas sin su fuente principal de energía. Se han devastado mil 500 kilómetros del arrecife australiano, perteneciente a la categoría de Patrimonio Histórico de la Humanidad de la Unesco.
Antes de estas decoloraciones y las correspondientes a 1998 y 2002, cuando ocurrió el fenómeno las últimas veces, el buzo panameño Hernán Arias se sumergió en el gran arrecife australiano.
Recuerda el tamaño de sus especies marinas y hace comparaciones propias de la era Mesozoica, cuando los dinosaurios reinaban en una tierra de gigantes. Comenta que una almeja llega a pesar 50 libras, y que basta una de ellas para celebrar una fiesta de cumpleaños. Alaba las condiciones del pepino de mar, planta marina enorme con un tamaño próximo a 2 pies. “Todo es grandísimo y sí, he visto con mucha tristeza lo que está sucediendo allá”, dice Arias, de 76 años y presidente de la Asociación Panameña de Pesca Submarina.
“El arrecife era bellísimo”, añora el buzo. Según su descripción, fue un lugar fácil de repetir en las escenas de Nemo. Dice Arias que hace dos décadas, el ecosistema australiano estaba colmado de corales con cuernos de alce, que son como árboles en los que se crían y viven felices las langostas y otros de sus amigos crustáceos, y que en la oscuridad les sirven para esconderse del temido tiburón de aleta blanca. “Un predador que por las noches sale a pescar dentro de los arrecifes”.
PANAMÁ
El Caribe panameño no es ajeno al estrés marino. “Hay que tomar en consideración que el océano es uno solo, y su acidificación y el calentamiento global impactan a todo el planeta”, asegura Ricardo de Icaza, director de costas y mares del Ministerio de Ambiente.
Por acidificación, deja dicho Wikipedia, se entiende el descenso del pH de la Tierra, causado por la absorción del dióxido de carbono. El equilibrio de los océanos se modifica con actividades humanas, tales como el cambio del uso de los suelos, los residuos de los combustibles fósiles y la superproducción de cemento.
Hernán Arias denuncia la llegada de “colonos” a la costa del Caribe de Panamá, quienes “tumbaron todo [árboles y especies de flora nativas], hicieron potreros y pusieron ganado”.
Espeta que los ríos en su salida al mar llevan ahora mucha tierra y modifican la temperatura marina, y con el tiempo matan los corales. “Para muestra, un botón: usted puede bordear costa arriba y costa abajo de Colón, y observará los corales muertos. Sin embargo, usted llega a la comarca de Guna Yala, donde se cuidan más los arrecifes, porque ellos protegen su papa egoró, como llaman a su tierra firme, y no la vandalizan para hacer potreros y esas cosas. En esa área comarcal, se ven los árboles y arrecifes totalmente bellos”.
A principios de este año, el Instituto Smithsonian tocó la campana con un análisis acerca de la importancia del pez loro y su correlación con los arrecifes de coral. De acuerdo con un boletín de la entidad, en un reciente estudio, elaborado por científicos suyos y otros colegas y el cual recopila 3 mil años de cambios en los arrecifes en el oeste del Caribe, se revelan pruebas convincentes de que los peces loro, que se comen las algas que pueden sofocar los corales, son vitales para la salud de los arrecifes.
Los investigadores mostraron que cuando aquella especie animal era más común, el arrecife creció más rápidamente.
“Estos hallazgos revelan que los peces loro, realmente tienen un papel positivo y crítico en la salud de los corales, un tema muy debatido (...) que no puede resolverse con estudios modernos que ya han sido alterados por las actividades humanas”, dice el boletín, que empieza diciendo que los arrecifes de coral del Caribe se han convertido en hábitats biológica y económicamente degradados. Influyen en esta catástrofe ecológica la contaminación, la sobrepesca, el calentamiento global y la acidificación. Ante su avance conjunto, totalizador, no hay árbol en el que esconderse ni sombra que valga.
Por qué importan los corales
Múltiples especies marinas usan los arrecifes coralinos como su hogar. En ellos viven y se reproducen peces, algas, crustáceos, esponjas y otros animales. Dicen los expertos que ayudan a mantener la línea de las costas y a mitigar los gases de efecto invernadero.
La deforestación es considerada la actividad humana que más pone a los corales en riesgo de extinción y la sucesión de tormentas más frecuentes y severas.
Los suelos erosionados, tras la tala de bosques, posibilitan que los ríos lleven mayores residuos de tierra al mar, donde pueden quitarles por completo el oxígeno a los arrecifes.
También atentan contra ellos fenómenos naturales vinculados con el ser humano, como el cambio climático, la sucesión cada vez más frecuente de tormentas sobre el mar, la urbanización de las costas y la pesca desmedida.
En el Caribe panameño habitan, al menos, 130 especies coralinas.
