Un joven científico panameño vuelve a destacar en el mundo.
Se trata de Carlos Mario Restrepo, un biotecnólogo del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat- AIP) y miembro del Sistema Nacional de Investigación de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), quien fue seleccionado por la revista MIT Technology Review en español, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), como uno de los ganadores de “Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2019”, en la categoría “Visionario”.
Su nombre aparece en la lista de los 35 jóvenes (9 mujeres y 26 hombres) de Latinoamérica con el mayor potencial para cambiar el mundo, gracias a sus revolucionarias ideas. Los demás innovadores provienen de México, Guatemala, Honduras, Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina.
Desde muy pequeño, Restrepo mostró interés por varias ramas de la ciencia, como biología, química, física y matemáticas, por lo que le era imposible decidirse por una, pero en su búsqueda de un nicho, encontró en la biotecnología un campo multidisciplinario en el que podría satisfacer su pasión por las ciencias y la búsqueda de medicinas.
El joven científico, de 33 años de edad, se encuentra en la lista “Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2019”, por su trabajo en la búsqueda de fármacos y vacunas contra de la leishmaniasis y otras enfermedades parasitarias utilizando la bioinformática avanzada, disciplina que permite aplicar herramientas de la informática al estudio y la gestión de datos de la biología.
En entrevista con La Prensa, el biotecnólogo brindó detalles de su investigación y carrera científica dentro de Indicasat-AIP durante los últimos 11 años, así como de la importancia del premio que recibirá de la revista científica el próximo jueves 30 de enero, en la ciudad de México.
¿En qué consiste la investigación que lo llevó a ser seleccionado como un investigador innovador?
En combinar estrategias de biología molecular con análisis bioinformático para identificar y caracterizar nuevos blancos terapéuticos, a fin de desarrollar fármacos contra la leishmaniasis y también encontrar fracciones de proteínas del parásito transmisor de la enfermedad que puedan ser clave para desarrollar una vacuna. Pero lo primero fue secuenciar el genoma de una variante local del parásito leishmania para identificar posibles curas.
¿En qué fase está la investigación y qué proyectos tiene a futuro junto a su equipo de trabajo?
Trabajamos en el desarrollo de una vacuna. Ya terminamos con todas las predicciones computacionales y estamos sintetizando los 40 péptidos [moléculas formadas por la unión de varios aminoácidos] con mayor potencial inmunogénico para evaluarlos en el laboratorio. Para esta fase de laboratorio, obtuvimos 60 mil dólares a finales de 2019 por parte de Senacyt.
En tanto, en la búsqueda de blancos terapéuticos, ya hemos identificado los genes que cambian ante el proceso de selección y nos encontramos formulando las propuestas para la adquisición de fondos para la fase de caracterización de genes con función desconocida.
¿Qué es lo positivo de los resultados obtenidos?
Lo bueno es que la metodología utilizada puede transferirse a otros patógenos. Nuestro grupo de investigación, liderado por Ricardo Lleonart y Patricia Llanes, ha iniciado una línea de colaboración con una investigadora de Florida para realizar estudios de bacterias del género leptospira, que tienen gran importancia en veterinaria. También trabajamos en desarrollar más líneas de investigación en toxoplasmosis, tuberculosis y patógenos transmitidos por garrapatas.
¿Por qué decidió trabajar en la búsqueda de un fármaco contra la leihsmaniasis?
Son varias las razones. La primera es que no hay vacunas disponibles para inmunizar a la población, y los medicamentos contra la leishmaniasis existentes presentan notables efectos adversos a la salud, Además, hay variantes del parásito menos susceptibles a los medicamentos actuales. Por otro lado, es una enfermedad olvidada, porque la población generalmente afectada es rural, pobre, campesina e indígena. Hay muchos casos que no quedan registrados y no hay interés de las grandes farmacéuticas en invertir en desarrollar estos fármacos y vacunas, porque no van a ver un retorno considerable.
¿Cuáles son los obstáculos que ha enfrentado para llevar adelante esta investigación?
Primero, cuando iniciamos con este proyecto, no había profesionales formados en bioinformática en el país y nos tocó buscar oportunidades de formación en el exterior y ser autodidactas. Al inicio, tampoco contábamos con la infraestructura computacional para este tipo de análisis. Después de tocar muchas puertas, logramos obtener fondos privados para montar un cluster de computación.
¿Es difícil obtener apoyo para el desarrollo científico en el país?
Es difícil. Pienso que falta el establecimiento de un compromiso nacional por la ciencia, un plan al que se le dé seguimiento, sin importar el cambio de gobierno. Lo que ocurre normalmente, al haber transición de gobierno, es que los acuerdos hechos para investigación previamente quedan en el olvido o hay que volverlos a negociar. Todo eso ocasiona retrasos en construcción y adecuación de infraestructura, contratación de personal, adquisición de insumos y, al final, nos queda muy difícil seguir el ritmo de los grupos de investigación de países más desarrollados en ciencia.
Otros investigadores que estuvieron en la lista de la revista MIT Technology Review en español fueron Rolando Gittens, del Indicasat- AIP, seleccionado en 2015; y Carla Laucevicius, de Toth Research & Lab, en 2016,
“Innovadores menores de 35 Latinoamérica” es la plataforma más potente para dar a conocer a los jóvenes que trabajan en tecnologías que servirán de motor de cambio para el bienestar y la economía.
Los 35 ganadores son líderes entre los 24 y 34 años, quienes fueron seleccionados por un comité de evaluación de 50 expertos de Latinoamérica, de entre más de 2 mil candidatos.
Los proyectos de los “Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2019” pertenecen a tecnologías emergentes relacionadas con áreas como biotecnología, medicina, sustentabilidad, inteligencia artificial, software y hardware, entre otras.
