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La mala educación

La mala educación
Lo relevante del debate ciudadano es saber qué queremos formar: empleados de negocios en vías de extinción, o ciudadanos críticos, creativos y emprendedores. Archivo

La educación panameña está en crisis. Al menos eso nos lo dicen la prueba PISA y el Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. También es un comentario generalizado de los opinólogos y de gran parte de los gremios del sector educativo. Sin embargo, cuando hablamos de “educación en crisis”, no queda muy claro qué es lo que entendemos por educación.

Si entendemos el sistema educativo y el proceso de enseñanza-aprendizaje como componentes de un ecosistema de gestión de conocimiento, quizás se nos empiece a aclarar qué es lo que está en crisis.

No todo lo que hace el Ministerio de Educación es precisamente educativo, ni toda la educación es responsabilidad del Meduca.

El primer elemento de la ecuación educativa es el de la institucionalidad. Hay muchas manos metidas en el tema, pero solo una entidad de gobierno se pone la camiseta de gestión del sector.

El segundo elemento es físico y tangible. Hay un problema real de infraestructura educativa que va más allá de escuelas rancho, colegios deteriorados, o centros educativos carentes de todas las instalaciones necesarias para impartir clases. La infraestructura educativa empieza desde que el estudiante y el docente salen de su casa. En medio de la inseguridad, la falta de agua o las dificultades en el transporte. Todo esto debe formar parte del análisis.

El tercer elemento es el más controversial del sistema educativo: la fuerza de trabajo o el recurso humano que realiza la función docente. La gestión de este recurso humano ocupa más del 90% del tiempo de atención del despacho superior del Ministerio de Educación. Estos son los nombramientos, traslados, licencias, jubilaciones, ausencias injustificadas y pagos atrasados. Esto asfixia cualquier debate y cualquier iniciativa de reforma educativa.

El cuarto elemento del tema educativo, es el que debería ser el centro de toda reflexión, pero no lo es: los estudiantes. El sistema educativo debería ser “discente-céntrico”, porque es el estudiante el elemento más importante y el sujeto beneficiario de la educación. Pensemos en los estudiantes cansados, aburridos, hambrientos, enfermos, inquietos, mal orientados o víctimas de violencia familiar o abandono. ¿Cómo se construye un sistema educativo para ellos?

El quinto elemento de una reflexión educativa es el contenido del curriculum. Los especialistas hablan de modelos conductistas, constructivistas o de formación por competencia. Lo relevante para el debate ciudadano, es saber qué queremos formar: empleados de negocios en vías de extinción, o ciudadanos críticos, creativos y emprendedores.

Un elemento final para considerar es el rol que la investigación científica panameña debe ocupar en la educación. Podemos importar sillas, tableros, computadoras y hasta los libros de textos. Sin embargo, si el país no produce conocimiento acerca de su propia realidad nuestra educación siempre estará desfasada.

Adelante, la mesa está servida: haga su propia lista y que empiece el gran debate.


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