Desde que se desarrollaron las primeras vacunas contra la enfermedad Covid-19 y empezó la campaña de vacunación en Panamá y varios países del mundo, las historias y mentiras que han surgido alrededor de estos biológicos han sido múltiples.
El más reciente bulo en sumarse a la lista es que “las vacunas contienen metales pesados y magnéticos que atraen imanes”, una afirmación que corre por las redes sociales y grupos de WhatsApp, y que está siendo desmentida por científicos en las mismas plataformas tecnológicas.
Los propulsores del bulo o grupos antivacunas aseguran que las vacunas logran que los objetos queden pegados a la piel por la atracción de los supuestos metales pesados que contienen. Pero es falso que las fórmulas contra la Covid-19 contengan esos componentes.
Francisco Matos, coordinador de Innovación en el Aprendizaje de la Física de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), afirmó que en la composición de las vacunas contra la Covid-19 no hay materiales paramagnéticos y, aún si existieran, no serían capaces de generar un campo de magnetismo lo suficientemente fuerte para lograr que un imán se pegase a la piel.
El ingeniero físico con especialidad en componentes fotónicos detalló que un adulto tiene entre 3.5 a 4.0 gramos de hierro en su cuerpo, en promedio, y aún en la presencia de equipos capaces de generar un campo magnético considerable —como los utilizados para las imágenes por resonancia magnética— la persona no siente ninguna fuerza de atracción. Se requeriría de una mayor cantidad de material paramagnético en comparación al contenido que se puede inyectar por medio de las vacunas, remarcó.
Las personas pueden comprobar la falsedad de este bulo a través de un experimento sencillo, sin necesidad de imanes, tanto personas vacunadas como no vacunadas. “Simplemente se debe colocar una moneda en una sección lisa del brazo y se podrá observar como ésta queda pegada hasta que la gravedad haga su trabajo”, especificó Matos.
Otro bulo que está circulando es que se introdujo un dispositivo rastreador en las vacunas. Para introducir un dispositivo de este tipo por medio de las vacunas, sin que los usuarios se percaten, tendría que ser extremadamente pequeño, lo cual es posible. No obstante, advierte el científico, para poder funcionar, este dispositivo tendría que ser alimentado por una fuente de energía en la proximidad, la cual ciertamente no estaría disponible o se agotaría en el caso de ser una batería.
Además, indica, la comunicación del dispositivo con el exterior sería muy difícil, ya que el músculo representaría un gran obstáculo (si consideramos señales de radio). Este dispositivo tendría una eficiencia muy pobre como para considerarse funcional para rastrear a una persona, explicó el ingeniero en física.
El rechazo de un sector de la población hacia las vacunas no es nuevo; la historia los registra desde el siglo XVIII, con la salida de la primera vacuna desarrollada exitosamente, contra la viruela.
Posible origen del bulo
La directora de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, Ivonne Torres Atencio, planteó que las noticias falsas sobre el magnetismo pueden deberse a que algunas vacunas contienen sales de aluminio, un compuesto que es utilizado como adyuvante —su función es mejorar la inmunogenicidad—, algo que se hace desde hace 70 años, para estimular el sistema inmunitario e introducir menores cantidades de antígeno. Nunca se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio existente en algunas vacunas, remarcó.
Las vacunas con adyuvantes (sales de aluminio) son básicamente las de la difteria, tétano, pertussis y la de la hepatitis A y B.
Torres Atencio sostuvo que la cantidad de aluminio que contienen las vacunas es muy inferior (menos del 1%) a las cantidades de aluminio que de forma natural contienen, por ejemplo, los alimentos habituales que consumimos, incluida la leche materna.
Aseguró que ninguna de las vacunas contra la Covid-19 contiene sales de aluminio, y mucho menos un dispositivo rastreador.
En las fichas técnicas de las distintas vacunas contra la Covid-19 que están en uso se puede comprobar que no hay metales pesados en sus componentes. (Ver tabla).
Los científicos consultados coinciden en que hoy la difusión de información falsa está ligada al magnetismo, pero dentro de poco surgirá un nuevo tema que tratarán de usar los antivacunas para atribuirles contraindicaciones.
En Panamá, en enero pasado, a unos días de que llegara el primer lote de la vacuna de Pfizer/BioNTech, circulaban bulos como el que decía que el ARN mensajero interviene en el material genético de la persona que la recibe o que la vacuna estaba elaborada con células de fetos abortados.
Sanciones
Las personas que comparten información falsa que atenta contra la salud pública pueden ser sancionadas, según el Código Sanitario (Ley 66 de noviembre de 1947), pero a la fecha no hay reportes de personas multadas por esta situación.
Las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa) pueden sancionar luego de establecer la infracción. El monto de las multas no podrá ser menor a $1 o mayor a $1,000, excepto en caso de reincidencia, en el que se penará con el doble de la multa anterior.
La información falsa que es dada a conocer por redes sociales es de conocimiento del ministro de Salud, Luis Francisco Sucre, quien dijo el pasado 5 de junio, durante una gira por la provincia de Darién, que hay grupos antivacunas que inventan “cualquier tipo de cosas” para persuadir a la población de que no se aplique la dosis.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud cataloga la vacilación o duda ante las vacunas como una de las 10 mayores amenazas contra la salud global.
