Allegados al obispo José Luis Lacunza hablan de su carácter, sus gustos y cómo es trabajar junto a él. Mientras, el próximo cardenal cuenta detalles de su infancia y de cómo se hizo panameño.
“Yo no te voy a llamar eminencia reverendísima”, le dijo un amigo la semana pasada. Él respondió: “Ni se te ocurra”.
La anécdota la cuenta Miguel Ángel Ciaurriz, vicario de los Agustinos Recoletos en Centroamérica, cuando se le pide que hable de José Luis Lacunza, el obispo de Chiriquí que este 14 de febrero será confirmado como el primer cardenal de la Iglesia católica en Panamá.
Ciaurriz, uno de los fundadores de la parroquia San Lucas, ubicada en el colegio San Agustín, en Costa del Este, lo conoce desde niño y ha estado en varios capítulos importantes de su vida.
En diciembre de 1985, cuando a Lacunza lo nombraron obispo auxiliar de Panamá, Ciaurriz viajó de República Dominicana hasta el istmo para estar en la ceremonia.
“Es un hombre de nuestra tierra. También soy de Pamplona y por muchos años que él y yo llevamos por estos lares, no hemos perdido esa esencia de los norteños de España”, narra.
Lacunza creció en las afueras de Pamplona. En Extramuros, a orillas del río Arga, y rodeado de los cultivos de hortalizas que abastecíana la ciudad. “Éramos seis hermanos, soy el segundo. El que me seguía a mí murió de cáncer en el pulmón”, se lamenta Lacunza.
Su padre era miembro de la Policía Municipal de Pamplona y su madre hacía trabajos domésticos.
El próximo cardenal nació en 1944, un año bisiesto. Tiempos difíciles. La posguerra española. “España estaba pasando por una crisis económica. Los ingresos eran pocos. Éramos una familia modesta y sobrevivíamos con los ingresos de mi mamá y de mi papá”, relata.
Se ordenó sacerdote el 14 de julio de 1969, y en marzo de 1971, fue enviado a Panamá. Su destino: el colegio San Agustín, en donde estuvo hasta 1985, año en el que nombrado rector de la Universidad Santa María la Antigua. [Más detalles de su vida sacerdotal y académica en la edición de mañana].
¿Si no fuera sacerdote qué hubiese hecho?
“Cuando estaba en cuarto año en el seminario tenía como 16 años, más o menos, (...) un día mi padre me llamó... Me sentó en la cama y me dijo: ‘Mira, José, me ha llamado don Ruperto, un empresario de Pamplona que tenía una empresa de construcción, y me ha dicho que vas bien en los estudios, que tienes habilidades como dibujante. Él me ha hecho esta propuesta: está dispuesto a costearte los estudios de arquitecto. Primero, secundaria y luego, para que continúes la arquitectura en la universidad, de tal manera que el día que te gradúes de arquitecto puedas asumir la dirección de la empresa’. Él era un hombre soltero, no tenía hijos ni familia, así quedaría al frente de la empresa. Le dije a mi padre: ‘papá, no veo otra razón para mi vida que en lo que estoy y pienso que mi vida es ser sacerdote”.
LAS MUJERES
Ríe a carcajadas y dice “no, no”, cuando se le pregunta por su relación con las mujeres. Que si tuvo novias en el pasado. “Es relajo, más que nada a veces te echan un piropo o te dicen cualquier cosas de esas: ‘vamos a ver al padre porque el padre Lacunza es el que celebra’.
Aquí una historia: “Vi una película hace muchos años y que no he vuelto a ver nunca más, no recuerdo el título. Era de un sacerdote que se había enamorado de una muchacha allá en el lejano oeste. Él hacia atractivo el evangelio y él le decía: ‘no te fijes en mí, fíjate en el evangelio, lo que importa es el evangelio’. Al final matan al sacerdote y cuando está agonizando llega la muchacha a donde él y le dice: ‘soy consciente de que no es importante el cantante, sino la canción, pero el cantante también ayuda y la forma de cantar, (...) si el cantante puede ayudar a que alguien escuche la canción, pues bendito sea Dios”.
Rory Humberto Gutiérrez, párroco de la catedral de San José de David, Chiriquí, y a quien Lacunza considera “su mano izquierda”, define al obispo como una persona “tranquila”, que toma las cosas con calma, camina mucho y “destina a la persona que debe resolver”.
En tanto, Moisés Gaitán, párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, de Chiriquí, y a quien considera su mano derecha, lo define como un “líder”.
“Un líder tiene que tener un panorama amplio para idear las cosas. Esto significa que debe tener una capacidad de dialogar en todos los niveles”, cuenta.
EL CARÁCTER
“Él es de carácter, y de un carácter fuerte, pero no es un hombre amargado. Es muy paternal, tiene autoridad”, afirma el sacerdote Salvador Barba, director del colegio San Agustín, en Chiriquí.
“Es un hombre que escribe muy bien, que piensa, que reflexiona sobre situaciones y lo hace bien. Es más, siempre tiene autoridad en lo que dice”, detalla.
Gaitán señala que Lacunza tiene una mezcla “interesante”. “A veces es muy duro, y hasta gritón, pero es una persona con mucha sensibilidad humana y capacidad de diálogo”.
Cuando se le consulta si se siente más panameño que español, Lacunza manifiesta que “el burro no es de donde nace, sino de donde pase y ya tengo 44 años en Panamá. Yo me siento panameño por los cuatro costados”.
Lograr la ciudadanía panameña le produjo otra historia. La obtuvo a principio de la década de 1980, cuando era rector del colegio San Agustín y tenía 11 años de estar en Panamá. “Hice los papeles junto a un abogado, pero tuve que entregar el pasaporte español. Pasaba el tiempo y no ocurría nada. Tenía que viajar a España y necesitaba el pasaporte. Le dije a la secretaria del colegio: ‘por favor, llámate al abogado y dile que si esto no va a seguir que no vaya porque necesito el pasaporte’.
El abogado llamó a Migración y le dijeron que allí no estaba ni el pasaporte ni papeles. Nada. El director de Migración era el militar Pacífico Saveedra, quien tenía a sus hijos en el San Agustín.
La secretaria, que conocía a todos los padres de familia, la señorita Otilia Garay, me dijo: ‘si quiere yo lo llamo a ver si nos puede ayudar’. Lo llamó y le dijo: ‘deje eso en mis manos, ya verá como eso aparece’. Y apareció al día siguiente. Al mes, siguió el proceso y me dieron la nacionalidad”.
En Chiriquí ya lo ven como uno de los suyos. “Monseñor Lacunza es como decirlo así... chiricano de pura cepa”, asegura Rafael Aguilar, exdecano de Administración de Empresas de la Universidad Autónoma de Chiriquí, que lo distinguió con un doctorado honoris causa.
“Somos gente muy cercana”, dice Ciaurriz. “A veces José Luis no parece ni obispo, ni cura, ni cardenal”.













