La placa informativa al frente de la plaza de Francia es bastante escueta. “Fue originalmente destinada para uso militar y también fue utilizada como prisión”.
Destaca, entonces, el edificio del Instituto Nacional de Cultura (INAC), la estatua de Pablo Arosemena, las bóvedas y la Embajada de Francia. Una plaza más, aparentemente.
Sin embargo, la plaza de Francia, antiguamente plaza de Chiriquí, forma parte vital en la gesta separatista que emprendió Manuel Amador Guerrero y sus seguidores para liberarse del Gobierno colombiano de aquel entonces.
Los guías tampoco mencionan la importancia de la plaza en ese sentido. Hablan del Canal francés, de Victoriano Lorenzo –que fue fusilado allí– y de las bóvedas como cuartel y prisión. Pero, poco se refieren a la maniobra emprendida por el general colombiano Esteban Huertas, audaz como pocos, que sometió allí a los militares Ramón Amaya y José Tovar, quienes habían ido a visitar a las tropas panameñas y a sofocar cualquier motín de ser necesario.
Era un momento tenso, pues Huertas y Amador habían acordado la demora de las tropas de Amaya y Tovar para evitar que los planes separatistas fracasaran. Varios de los seguidores de Amador, además, habían mostrado miedo y advertían de su posible salida de la conspiración. Fue Huertas uno de los que inspiró mayor confianza en el médico panameño.
Fue de aquel cuartel, además, de donde salió el aviso a Domingo Díaz para que entrara desde Santa Ana por avenida A para tomarse la ciudad con sus tropas.
De toda esa historia, no hay nada. Una estatua de Pablo Arosemena, quinto presidente panameño, aparece como el homenaje más importante a una persona. También hay bustos a Charles Zachrisson, Pedro Sosa, Leon Boyes, Ferdinand De Lesseps, Armand Reclus, Lucien Bonaparte y un homenaje a Carlos Finlay. Estos últimos vinculados al Canal francés.
Precisamente, detrás de ellos se dedican varias paredes a contar el proceso de construcción de la vía interoceánica. En el medio, un obelisco con un gallo en la punta.
También hay unas placas en las que informan que fue en ese lugar donde fusilaron a Victoriano Lorenzo, líder armado de comunidades campesinas que luchaban contra terratenientes.
Los turistas que llegan se concentran en el edificio del INAC –que antes fue la corte y que anteriormente fue parte de los cuarteles–, leen la historia del Canal y suben hacia el paseo Esteban Huertas, en el que la única referencia hacia el osado general es que “jugó un importante papel en la separación del istmo”.
Se acerca el mediodía y la plaza de Francia está llena. Unos turistas anglosajones merodean entre los bustos franceses, mientras que una pareja colombiana entra a las bóvedas –antigua prisión– para observar una exhibición de arte.
Hay varios estudiantes de una escuela de El Valle de Antón que compran raspados y observan sus celulares. Ninguno de ellos, seguramente, se imagina que por donde ahora caminan se dio la maniobra definitiva que permitió que el istmo se separara de Colombia.
