El 2 de octubre de 2020, India y Sudáfrica le pidieron a la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Ginebra, Suiza, que se suspendieran los requerimientos respecto a las patentes reconocidas por un acuerdo mundial de la OMC, para que las vacunas contra la Covid-19 pudieran ser producidas por muchos más países —y no solo por los desarrollados de occidente— y así la pandemia termine con mayor rapidez. En aquel momento no existía vacuna alguna patentada en los países desarrollados, pero todos se opusieron a la propuesta indo-sudafricana.
Ahora, la crisis de la Covid-19 alcanza proporciones apocalípticas en India, mientras que las variantes del virus de la Covid-19, de origen sudafricano y brasileño, tienen a una parte importante del mundo en jaque, causando una altísima mortalidad y amenazando los esfuerzos sanitarios de los países desarrollados para controlar la pandemia.
Un bien universal
Importantes voces de todo el mundo se sumaron al reclamo de una distribución equitativa de las vacunas, y de una suspensión de las patentes. Según CNN, algunos de los críticos más feroces de estas patentes señalan que la vacuna de Moderna, fundamentada en una tecnología de ácido ribonucleico (ARN) mensajero, proviene de la investigación del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, y que la vacuna de igual tecnología que la que Pfizer/BioNTech produce recibió un respaldo del gobierno federal estadounidense por $2 mil millones, lo que le garantizaba a esa empresa que no perdería un solo centavo por la investigación de dicha vacuna.
En una carta abierta divulgada el pasado 15 de abril, 170 personalidades del mundo, que incluyen al exprimer ministro británico Gordon Brown, al expresidente francés François Hollande y a la expresidenta de Liberia Ellen Johnson Sirleaf, junto a premios nobeles como Muhamad Yunus, Joseph Stiglitz y Françoise Barré-Sinoussi, y muchos otros personajes internacionales, pidieron al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que suspenda los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas, como parte de “una etapa vital y necesaria para acabar con la pandemia”.
Líderes de las principales religiones del mundo han sumado sus voces a esta petición. En su misa del domingo de Pascua, el papa Francisco calificó las vacunas como “un bien común universal” que debe ser distribuido equitativamente. El pontífice insistió en su planteamiento en una carta enviada a la secretaría de la Cumbre Iberoamericana de Andorra, el 21 de abril. El papa escribió en su carta que son: “particularmente bienvenidas las iniciativas que buscan crear nuevas formas de solidaridad a nivel internacional, con mecanismos dirigidos a garantizar una distribución equitativa de las vacunas, no basada en criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, especialmente de los más vulnerables y necesitados”.
Habla Bill Gates
El magnate de la informática, el estadounidense Bill Gates, expresó en una entrevista el pasado 26 de abril, a la cadena Sky News, que se opone a la suspensión de derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas porque: “solo hay un número determinado de fábricas de vacunas en el mundo”. Además, puntualizó que “trasladar una vacuna, por ejemplo, de una fábrica [de Johnson & Johnson] a una en la India, es algo novedoso”, y que únicamente sería posible “gracias a nuestras subvenciones y a nuestra experiencia”. En un contrasentido, Gates pronosticó que la pandemia terminaría a finales de 2022, porque no hay una distribución equitativa de las vacunas.
Las críticas contra las declaraciones del multimillonario creador de Microsoft no se hicieron esperar. En círculos de ultraderecha y de izquierda extrema se culpa a Gates de la pandemia, y se le descalifica por haber sido uno de los inversionistas principales de Moderna, fabricante de una de las vacunas de mayor uso en Estados Unidos.
Con anterioridad, el argumento de la limitación técnica de la fabricación de vacunas ya había sido desmentido. El catedrático de la Universidad Johns Hopkins, el español Vincent Navarro, escribió en un artículo titulado “La ocultada causa del fracaso de la Unión Europea en la provisión de las vacunas anti Covid-19”, publicado el 21 de abril en el portal español Público, que precisamente el mantenimiento del sistema de patentes exclusivas había impedido a la Unión Europea producir todas las vacunas necesarias. “El resultado de esta fe en el mercado global para adquirir las vacunas anti Covid-19 ha favorecido claramente a las empresas farmacéuticas productoras [poseedoras del monopolio del mercado debido al derecho de propiedad privada, es decir, de las patentes, otorgadas precisamente por los Estados y por las instituciones reguladoras de los mercados internacionales] a costa de las poblaciones de los países desarrollados y, especialmente, de los países subdesarrollados que más las necesitan”.
Además, el argumento de Gates choca contra la realidad de que India ya es el principal fabricante de vacunas del mundo, y otros países con alto desarrollo, como Canadá, Francia, Suiza, los países escandinavos, Japón, Corea del Sur, Israel y Australia, también podrían fabricar las vacunas con alta calidad y seguridad.
La propuesta jurídica
Aunque existe una diversidad de iniciativas de suspensión de las patentes de las vacunas contra la Covid-19, incluyendo una propuesta de la Organización Mundial de la Salud, del 26 de enero pasado, el consenso de los especialistas va orientado hacia un sistema abierto de licencias a cualquier empresa que garantice la calidad del producto. A cambio, se remuneraría a los gigantes farmacéuticos estadounidenses o europeos, con el pago de una regalía. Este es el modelo que se usa con la distribución y el uso de los temas musicales en la actualidad.
Esto haría una enorme diferencia, ya que en la India han vacunado unas 140 millones de personas hasta la fecha, y se ha comprometido a vacunar hasta 300 millones de personas para agosto de este año. Sin embargo, India tiene una población estimada de unos 1,366 millones de habitantes, y si fuera necesario vacunar al 70% de esa población, para alcanzar la inmunidad de rebaño, se necesitan vacunas suficientes para aplicarla dos veces a 956.2 millones de personas.
Según la agencia Reuters, Pfizer dijo en marzo pasado que espera producir hasta 2,400 millones de dosis de su vacuna este año. Por otra parte, el 9 de abril, la Unión Europea anunció que ya ordenó la compra de 900 millones de vacunas de esa casa farmacéutica para 2022, y otras 900 millones opcionales para 2023. La lucha por la vida y para detener a la pandemia depende del acceso mundial de forma equitativa a la vacuna, entre más demore esto, más tardará el final de la pandemia.

