El medio oeste de Estados Unidos era ayer un feroz campo de batalla política: a cuatro días de las elecciones generales, el presidente Donald Trump y el demócrata Joe Biden buscaban captar votos en una región que impulsó el triunfo republicano en 2016.
Aunque el actual mandatario va por detrás del exvicepresidente de Barack Obama (2009-2017) en el promedio de encuestas nacionales, la victoria del martes se juega en un puñado de estados donde la brecha es mucho menor.
Trump y Biden visitan varios de ellos, cuando el repunte de la pandemia del nuevo coronavirus, que se cobró ya la vida de más de 228 mil estadounidenses, hace aún más patente sus diferencias.
Mientras Trump, de 74 años, realiza multitudinarios mítines con la mayoría de los participantes sin tapabocas, Biden, de 77, hace eventos en los que los asistentes no salen de su automóvil.
“Será un gran día”, dijo Trump a periodistas al partir a Michigan, previo a sus recorridos por Wisconsin y Minnesota, adonde también irá Biden tras una primera escala en Iowa.
Hace cuatro años, Trump les arrebató Iowa, Michigan y Wisconsin a los demócratas. Biden tiene como objetivo recuperarlos.
“No doy nada por sentado”, dijo Biden, al salir de su ciudad natal de Wilmington, Delaware. “Vamos a trabajar por cada voto hasta el último minuto”, agregó.
Las otras elecciones
En el estado más poblado no solo se elegirá un nuevo presidente, también se celebrarán cerca de 380 referéndums y se renovarán numerosos cargos (desde jueces hasta consejos electorales). Los referendos incluyen control de alquileres, regulaciones para las clínicas de diálisis, hasta la investigación con células madre.
En 2016, la candidata demócrata Hillary Clinton ignoró estados que habían votado a los demócratas durante décadas, como Wisconsin, donde no hizo campaña.
Biden también reiteró ayer que busca vencer en Minnesota, que no ha votado por un republicano desde 1972, pero donde Trump, que le pisó a los talones a Clinton en 2016, espera ganar.
Las encuestas muestran a Biden liderando por varios puntos en Michigan, Minnesota y Wisconsin, pero por apenas 1.3 puntos porcentuales en Iowa, donde Trump triunfó cómodamente en la pasada elección.
Es la primera vez que Biden está en Iowa desde las primarias demócratas de febrero de 2019, cuando terminó en cuarto lugar.
Un número récord de 84 millones de personas ya sufragaron de manera anticipada antes de la jornada del 3 de noviembre.
Trump, aparentemente ajeno al avance del virus, que ayer superó una nueva marca en el país con más de 91 mil nuevos contagios en 24 horas, insiste en minimizar los peligros de la enfermedad y llama “socialistas” a los demócratas acusándolos de querer confinar al país.
Biden dice que Trump es un irresponsable y busca persuadir a los indecisos de que tomará el control de la crisis sanitaria y le devolverá el “alma” a un país polarizado y marcado por la Covid-19, el desempleo y las protestas contra el racismo.
Texas, un bastión tradicionalmente conservador y un preciado trofeo electoral, podría dar la sorpresa virando del rojo republicano al azul demócrata, algo que no ocurre desde el triunfo de Jimmy Carter en 1976.
“Tenemos la oportunidad de convertir a Texas en azul”, dijo Carter, de 96 años, en un correo electrónico de recaudación de fondos el viernes.
Nueve millones de residentes ya votaron de forma anticipada en Texas, lo cual supera el total de votos de toda la elección en 2016.
En el sistema estadounidense de sufragio universal indirecto, este estado aporta 38 de los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar la Casa Blanca, el segundo premio mayor luego de California, con 55.
La compañera de fórmula de Biden, Kamala Harris, visitó ayer Fort Worth, Houston y McAllen, fronteriza con México.
Pero Trump no parece preocupado. “En Texas vamos muy bien”, dijo antes de salir de la Casa Blanca.
El jueves, ambos candidatos estuvieron en Florida, donde están cabeza a cabeza en las encuestas y donde están en juego 29 votos del Colegio Electoral.

