El oficio de conductor de taxi necesita ser regulado. Este sector es un caos, provocado tanto por sus líderes sindicalistas como por el propio Gobierno. Y, para colmo, los taxistas no quieren competencia, porque, lejos del discurso ese de que la competencia es bienvenida, por debajo y por encima de la mesa hacen todo a su alcance para que no prospere.
Veamos por qué los usuarios prefieren el transporte de las plataformas digitales. En primer lugar, no existe el “no voy”. Las plataformas envían un transporte al lugar donde el cliente quiere ser recogido y lo lleva. El usuario del taxi debe esperar a que uno de ellos le dé la gana de recogerlo, muchas veces, esperando bajo sol o lluvia. Con el de plataforma, de antemano se sabe cuánto costará el viaje y la ruta puede ser vigilada por el cliente. Con el del sindicato, no hay certeza de cuánto cuesta el viaje, pues muchas veces el conductor es el que le pone el precio. Además, es él quien que dispone de la ruta a seguir, sin posibilidad de que el cliente sepa a ciencia cierta hacia dónde va.
El conductor de plataforma está sujeto a una evaluación de servicio y atención por parte del cliente. El del sindicato no. Y, precisamente por ser objeto de evaluación, el conductor de plataforma generalmente es amable, tiene su carro limpio y en buenas condiciones mecánicas. Hasta preguntan al cliente si desea escuchar música y de qué clase. Ni siquiera una fracción de los conductores sindicalizados cumple con el mínimo en esos aspectos. En no pocos casos son groseros; el carro no tiene buen aspecto y nunca se preocupan de complacer al usuario.
El conductor o conductora de plataforma usa una indumentaria de calle. Es decir, no es formal, pero no he visto a ninguno de ellos usando shorts, chancletas o camisetas sin mangas, como es usual en los conductores de taxis. Los de plataforma no parecen desquiciados a la hora de conducir, precisamente, porque son evaluados. Y aún no he visto a ninguno de estos conductores golpeando a nadie en la calle o insultando a conductores y clientes, como es usual entre los taxistas, cuyos modales distan casi nada de los de un maleante. Eso, sin contar que se ha probado la participación de algunos conductores de taxis en hechos delictivos… usando el taxi.
Los que pretenden trabajar para una plataforma deben someterse a pruebas para medir sus actitudes. En cambio, los conductores sindicalizados lo que hacen es poner a prueba nuestra paciencia. Un conductor de plataforma nunca lleva a dos clientes que se dirigen a distintos destinos. Los otros sí lo hacen.
Y cuando se aprobaron los decretos para que los de plataforma no pudieran cobrar por sus servicios en efectivo, éstos se sometieron a la Ley. Pero cuando la Corte Suprema sentenció que tenían el mismo derecho que los taxistas –de cobrar en efectivo– estos s últimos se rebelaron contra el fallo, con la anuencia y complicidad de la Autoridad del Tránsito.
Los taxistas están en su derecho de seguir como están... Nadie les discute eso. Pero los clientes estamos en nuestro derecho de elegir al que nos presta el servicio.