LOTERÍA NACIONAL DE BENEFICENCIA. ARQUITECTURA PANAMEÑA

En tierra de gigantes

El panorama urbano panameño (skyline en inglés) está conformado en su mayoría por lujosos e imponentes edificios que van desde las puntas Paitilla y Pacífica hasta casi el final de la cinta costera.

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En tierra de gigantes

Entre estos gigantes, con alrededor de 150 y 290 metros de altura, hay muy pocos edificios con más de 30 años que logran distraer el ojo de la majestuosidad moderna y pudiente que ha florecido en el malecón panameño.

Uno de ellos es el de la Lotería Nacional de Beneficencia.

En medio de las altas torres blancas con vidrios como paredes que solo reflejan el brillo del sol se distingue esta estructura, de color azul y verde, ubicada en el corazón de la ciudad: entre avenidas Perú y Cuba.

Edificada en 1977 por los arquitectos panameños José Nieves Burgos y Carlos Barrows, la torre de la Lotería, de 90 metros de altura, no posee las tendencias estilizadas de sus vecinos en las alturas, sino que recoge un estilo diseñado para el clima tropical panameño.

“Esta es una arquitectura lógica, ya que consta de aleros para que el sol no se refleje de forma directa en los pisos y que así haga menos calor”, dijo el arquitecto Rodrigo Mejía Andrión, profesional panameño con una gran trayectoria. “Ahora se están construyendo muchos edificios sin balcones, que es un absurdo total. Estamos en el trópico”.

Para el urbanista, los aleros le dan personalidad al edificio, algo que se ha ido perdiendo con el nuevo boom inmobiliario. “Hay algunos que quieren hacer locuras solo para distinguirse, y lo que se busca es que haya armonía con los alrededores”.

El arquitecto Eduardo Tejeira Davis, autor del libro Panamá: Guía de Arquitectura y Paisaje, considera que el diseño de este edificio fue acertado, aunque difiere con la ejecución. “Es muy tosco y no fue bien terminado. Algo típico de como se hacían las cosas con los militares”, dijo.

Sin embargo, Tejeira Davis considera que en una época en la que los edificios no tienen identidad, este se destaca por su diseño. “Es un ícono de la arquitectura de Panamá”.

CORAZÓN DE CIUDAD

Calidonia es un hervidero. Almacenes, restaurantes, tiendas y oficinas públicas atraen un gentío a sus avenidas aledañas.

Durante la mañana, la manzana en la que se levanta el edificio de la lotería está rebosante.

Las billeteras comienzan a desdoblar sus mesas de venta, mientras que los clientes frecuentes, aquellos que también compran el miercolito, curiosean a ver si encuentran el número correcto, ya sea por intuición o por orden de algún manual de sueños.

Algunos visitan la plaza Víctor Julio Gutiérrez, cerrada hasta el próximo sorteo, para verificar los números de tómbolas anteriores antes de hacer su compra.

Adentro del edificio, la agente de seguridad custodia desde su escritorio blanco percudido el acceso a los ascensores.

Hay cinco elevadores, uno de ellos no funciona. Otro no se detiene en planta baja.

Un busto de Belisario Porras adorna un extraño arte en la pared más grande del lobby, en el que deambulan los que van a reclamar sus premios.

Desde el último piso del edificio, el 27, el ajetreo es inaudible.

El diseño del edificio permite tener una vista de 360 grados de los alrededores.

Los Archivos Nacionales, la piscina Adán Gordón, el cerro Ancón y las esclusas de Miraflores son algunas de las principales atracciones desde la cumbre del edificio.

El océano Pacífico, que 15 años atrás servía como estímulo para mucho de los empleados de la Lotería, es ahora escondido por las altas torres blancas con vidrios como paredes que solo reflejan el brillo del sol.

Hasta 1996 la Torre BBVA, conocida anteriormente como Torre del Banco Exterior, era el edificio más alto en Panamá.

Con 25 pisos y 100 metros de altura, su diseño forma parte de la memoria de muchos panameños, luego de que fuera protagonista en la mayoría de las fotos, postales y comerciales que hacían referencia a la cercanía al mar de la ciudad capital.

“Ese fue el primer edificio de vidrio y fue muy criticado, ya que consumía más electricidad que Chitré”, manifestó el arquitecto Eduardo Tejeira Davis.

Y es que el reflejo directo del sol en los gigantescos espejos produce que el sistema de aire acondicionado trabaje a su máxima capacidad.

El honor de ser el edificio más alto del país cayó ante la construcción en 1996 de las Torres Miramar, en Avenida Balboa, con una altura de 168 metros.

El más alto hoy en día es el Trump Ocean Club, con 293 metros de altura.

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