Hace 14 días en el mundo se disparaban las alarmas, cuando la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) hacía referencia a que se establecía un posible vínculo entre casos muy raros de trombos sanguíneos con la vacuna de la farmacéutica AstraZeneca.
Aquel día, el organismo regulador europeo también destacó que pese a lo eventos de coágulos, los beneficios de recibir este tratamiento contra la Covid-19 superaban a los riesgos. Evidentemente, en el país también surgió cierto recelo.
Uno de los primeros en emitir un criterio fue Eduardo Ortega-Barría, quien forma parte del equipo que asesora al Gobierno en el tema de las vacunas. Su planteamiento era que se debía esperar la posición de los países de Europa en cuanto al uso de la vacuna.
Ya algunos, como la agencia médica de Reino Unido, habían recomendado la no administración de la vacuna a mujeres de menos de 30 años. También en España se sugirió aplicarla en personas de entre 60 y 69 años.
La estrategia del científico era que en la medida en que más países fueran emitiendo sus comentarios, más parámetros habrían para tomar una decisión aquí donde se han negociado más de un millón de dosis de este tratamiento contra el virus.
El discurso del también jefe de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología iba en la misma línea que el de la EMA, al mencionar que en medio de una pandemia que ha ocasionado más de 6 mil muertes y 350 mil casos en Panamá, el beneficio de usar la vacuna es mayor que el riesgo del que se habla en estos momentos.
Incluso, fue más allá y apeló a las estadísticas al señalar que el posible riesgo es de 4 casos de coágulos por cada millón de vacunados, lo que era un evento raro.
Ortega también utilizó sus redes sociales para tranquilizar a la población y publicó un cuadro elaborado por la científica Alexandra Freeman, de la Universidad de Cambridge, en el que presentó varios escenarios para comparar el riesgo de la vacuna de AstraZeneca con los beneficios que reporta.
Por ejemplo, si usted tiene más de 60 años, el daño potencial debido a la vacuna por cada 100 mil personas es de 0.2%, mientras que el riesgo para una persona de esa edad de ingresar a una unidad de cuidados intensivos si le da Covid-19 es de 41.3%. Es decir, se trata de un riesgo 200 veces menor con la vacuna.
Otros médicos y especialistas en salud pública como Francisco Sánchez Cárdenas y Jorge Luis Prosperi coincidieron en que no había una relación estadísticamente “significativa” entre los trombos y la aplicación de las vacunas, y que si bien estos eventos no se debían ignorar tampoco había que alarmarse.
Mientras que para esos días las palabras del ministro de Salud, Luis Francisco Sucre fueron que cualquier decisión que se tomaría respecto estaría basada en “evidencia científica”.
El día cero
Y así, de la nada, el Ministerio de Salud anunció en conferencia el pasado viernes 16 de abril la llegada del primer lote de 36 mil dosis de la vacuna de Astrazeneca, a través del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Le tocó a Sucre abogar por los beneficios de la inyección recomendada de forma voluntaria a hombres de más de 30 años y mujeres mayores de 50 años: “el Consejo de Monitoreo de Datos de Seguridad, ente encargado de la supervisión de las vacunas, no identificó problemas de seguridad relacionados con la vacuna”.
Luego de esto el debate pasó a redes sociales. Por ejemplo, el pediatra infectólogo, Javier Nieto subrayó ese día que la única forma de retomar las actividades como antes de marzo de 2020 es alcanzando la inmunidad colectiva y que todas las vacunas, a la fecha, utilizadas contra la Covid-19 tienen perfil de seguridad aceptable, eficacia y efectividad entre 80% y 100% contra hospitalizaciones y muertes.
El cardiólogo Daniel Pichel, por su parte, subrayó que la oportunidad que ofrece vacunarse con AstraZeneca permitiría que mucha gente reduzca sus riesgos asociados a la Covid-19.
Otros, fuera del mundo de la ciencia, como el expresidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada Severo Sousa indicaron que para vacunarse con AstraZeneca no tenía que pensarlo, pero que respetaba la opinión de cada uno en el tema.
Pese a todos estos planteamientos no se tenía seguridad sobre la aprobación de la vacuna por parte de la población. No obstante, solo bastó que el ministro de Salud anunciara este martes que comenzaba a funcionar el sistema de inscripción para la aplicación de la misma.
La aceptación fue tal que entre la tarde del martes y la mañana del ayer habían 10 mil inscritos. Horas después se informó que la plataforma de servicio de citas RAISA, habilitada para el proceso de vacunación con las dosis de AstraZeneca, había alcanzado el máximo de los cupos disponibles.
Como se recordará la Autoridad Nacional para la Innovación Gubernamental, había habilitado cupos para 18 mil personas, tomando en cuenta que se requieren de dos dosis de esta vacuna contra el SARS-CoV-2. En cuanto a la administración, la misma dará inicio hoy jueves 22 de abril, en un horario de 7:00 a.m. a 1:00 p.m.
Francisco Sánchez Cárdenas, parte del Consejo Consultivo de Salud, subrayó que la difusión de los medios de comunicación y redes sociales llevó buena información sobre la vacuna.
“La población aprobó la vacuna y eso demuestra que la gente esta bien informada y que confía en la ciencia. Las vacunas a través de los años demuestran que tienen un efecto para salvar vidas que permite sobrevivir a pandemia y virus. Esto es un espaldarazo a la ciencia”, acotó.
Por su parte, el especialista en salud público, Jorge Luis Prosperi, considera que la gran aceptación de la vacuna de AstraZeneca refleja que los panameños somos inteligentes y tenemos un gran sentimos común.
“Seguramente la población analizó los riesgos y beneficios, y decidió optar por la vacuna”, puntualizó.
Precisamente ayer una de las frases más repetidas en redes sociales era “ya tengo mi cita para la vacuna de AstraZeneca”. La escribieron ciudadanos como Arturo Céspedes, José Isabel Blandón, Alejandro López, Severo Sousa y otros. Algunos de estos nombres son conocidos y otro no, pero más allá de eso todos coincidieron en algo: confiaron en la ciencia y le dijeron sí a la vacuna.
