Teherán. -Durante más de un cuarto de siglo, los contactos entre Estados Unidos y el "gran satán" han estado congelados. Y justo ahora, con el ultraconservador presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, y su retórica falta de compromiso, esto podría cambiar.
Estados Unidos se ha mostrado dispuesto, si bien bajo condiciones previas, a hablar abiertamente con representantes del régimen de Irán, muchas veces calificado como régimen del terror.
Como su antecesor, Ahmadineyad sabe muy bien, según observadores, que una política exterior efectiva no es realizable sin Estados Unidos. Hasta ahora han fracasado todos los intentos de Teherán para volver a hablar abiertamente con Washington desde la Revolución Islámica y la ocupación de la embajada estadounidense en 1979.
El ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani pensó poder hacer cambiar su modo de pensar al presidente George Bush padre mediante la mediación en el asunto de los rehenes de Líbano, pero fue en vano.
Su sucesor, Mohammad Jatami, trató en 1998 de posibilitar un cambio en las relaciones mediante un "mensaje al pueblo estadounidense", pero el presidente Bill Clinton no respondió. Conversaciones bilaterales, como sobre el tema de Afganistán, quedaron limitadas a un nivel de funcionarios y se prefirió hacerlas fuera de los focos de la atención mediática.
Ahmadineyad llenó su reciente carta a su archirrival George W. Bush con formulaciones filosóficas e ideológicas. Pero según observadores, su objetivo principal no quedó encubierto: contactos directos con la Casa Blanca.
"La ruptura de un tabú, pero también política real, apoyada por todo el sistema", dice al respecto un politólogo en Teherán. "Irán no quiere convertirse en una segunda Corea del Norte, sino que quiere reconocimiento internacional de su programa atómico, y esto no es posible sin la bendición de Estados Unidos".
Pero la cuestión de si esta vez habrá conversaciones directas está aún abierta. Washington exige la inmediata suspensión del enriquecimiento de uranio e Irán rechaza toda condición previa. "Negociaciones sí, pero no con condiciones previas, sobre todo las relativas a nuestro derecho a tecnología nuclear civil", manifestó el ministro del Exterior iraní, Manuchehr Mottaki. El jefe de la diplomacia iraní no pudo sin embargo contenerse en señalar la propuesta estadounidense como un reconocimiento del gobierno de Ahmadineyad, lo que podría fortalecer internamente al Ejecutivo.
En la práctica, Ahmadineyad no puede aceptar la suspensión del programa nuclear. "El eslogan ‘tecnología nuclear civil es un derecho irrevocable de Irán’, que se escucha también en los partidos de fútbol, no sólo es ahora el eslogan popular número uno, sino que es también el permiso de trabajo de Ahmadineyad", opina un diplomático del este de Europa en Teherán.
La cúpula iraní cree tener las mejores cartas. "Sólo queremos la aplicación del Tratado de No Proliferación Nuclear, nada más, pero tampoco nada menos". Es lo que asegura Ahmadineyad. "Precipitar por ello a la región en una nueva crisis no sería en favor de la comunidad internacional", dijo.
El ministro del Exterior Mottaki, por su parte, apunta a Irak y Afganistán, y advierte a Washington de "no meterse en una nueva aventura". Pese a las diferencias, representantes gubernamentales en Teherán ven un punto de inflexión en el desarrollo de la situación sobre el conflicto nuclear con Irán.
"La disposición estadounidense a negociar debería verse de forma positiva en principio", dijo el portavoz de la Comisión de Exteriores del Parlamento iraní, Kasem Yalai. También, según observadores, la disposición negociadora de las dos partes puede evitar al menos una escalada de la crisis.
"No se puede esperar que tras un cuarto de siglo de silencio todo funcione perfectamente desde el principio, pero mientras se quiera hablar, como es sabido no se disparará", dijo un diplomático de la Unión Europea en Teherán.
