Ha pasado un año desde que se encontró asfixiado al hermano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y las autoridades estatales y federales aún tienen que esclarecer los motivos de su asesinato, y sin duda detener a los asesinos y sus cómplices.
La investigación ha dado varios giros sorprendentes. Se detuvo a dos agentes federales de élite bajo cargos de tratar de extorsionar con dinero al hermano, Enrique Salinas de Gortari, pero no han sido relacionados con el asesinato. Otros dos agentes han pasado a la clandestinidad después de que fueron mencionados como sospechosos en el plan de extorsión.
Se detuvo al abogado de Salinas y a otro amigo cercano; los investigadores dicen que no mencionaron que dos días después del asesinato, trataron de cobrar 2.9 millones de dólares que Salinas había pedido prestados a un amigo, quizá para pagarle a los chantajistas.
La compañera de Salinas huyó a Estados Unidos tras enterarse de que los investigadores querían hablar con ella por segunda vez debido a discrepancias en su declaración. Para colmo, el gobierno federal tomó el control de la investigación de la extorsión que tenía el estado de México debido a que involucra a miembros de la Agencia Federal de Investigación, el equivalente mexicano a la FBI.
Sin embargo, hasta ahora, a pesar de haber entrevistado a 229 testigos y realizado más de 70 estudios de la evidencia forense, el procurador del estado de México, Alfonso Navarrete Prida, no ha podido atrapar a los asesinos de Salinas. Al parecer, la investigación está detenida.
La indagatoria del caso Salinas se está convirtiendo rápidamente en un estudio sobre cómo las autoridades encargadas de la ley y el orden en México dejan con frecuencia sin resolver crímenes famosos; país este, donde las técnicas de investigación son antiguas, la policía frecuentemente está implicada en los delitos, y se mantienen en secreto las acusaciones y los juicios.
Que un caso de gran importancia quede sin resolver no es inusual en este país. Sucede con tanta frecuencia que los criminólogos dicen que la mayoría de los mexicanos ha llegado a esperar poco de las autoridades.
Carlos Salinas gobernó México de 1988 a 1994, y sigue siendo un agente de poder en el Partido Revolucionario Institucional, la maquinaria autoritaria y corrupta que gobernó México durante 70 años antes de ser derrotada en las elecciones del 2000. Es vilipendiado ampliamente por el colapso económico que desató a finales de su mandato.
Enrique Salinas, un ingeniero que nunca entró a la política, pero que se enriqueció durante el mandato de su hermano, fue encontrado muerto el 6 de diciembre del año pasado, dentro de un coche que había tomado prestado de su compañera, Hilda Deneken, dicen investigadores estatales. Lo habían golpeado y tenía una bolsa de plástico en la cabeza. La causa de la muerte fue asfixia. Tenía 52 años.
Una cámara de seguridad instalada en la colonia suburbana de clase alta de la Ciudad de México donde se encontró su cadáver grabó una camioneta Jeep Cherokee negra y blindada cuando abandonaba la escena con al menos dos personas dentro.
En ese momento, la policía francesa buscaba a Enrique Salinas para interrogarlo sobre varias transacciones financieras cuestionables entre él y otro hermano, Raúl, realizadas en los años de 1990, en las cuales se lavaron sumas importantes de dinero por medio de tratos de bienes raíces.
Con base en el testimonio de los hijos adultos de Salinas y otros miembros de la familia, Navarrete, el procurador estatal, acusó que los agentes federales estaban tratando de usar la solicitud de Interpol Francia para extorsionar a Salinas con 2.9 millones de dólares. Dijo que cree que uno de los extorsionistas le propinó una paliza a Salinas para asustarlo y que murió durante la tortura.
Los dos agentes federales bajo custodia fotografiaron la casa de Salinas, lo visitaron y lo llamaron por teléfono, dicen investigadores estatales. Miembros de la familia les dijeron que los agentes federales habían exigido dinero.
Después del asesinato, los agentes federales, con el pitazo de la policía local, llegaron a la escena del crimen antes que la policía estatal, ostensiblemente para confirmar la identidad de la víctima. Posteriormente, ese mismo día, un agente federal envió un documento a Interpol en el que decía que Salinas no estaba en México, lo cual era cierto sólo en el sentido espiritual, dijeron investigadores estatales.
No obstante, Navarrete nunca ha podido vincular a los dos agentes federales a los que tiene en la cárcel con el asesinato mismo, y ahora dice que el fiscal de asuntos internos le ha quitado la investigación de las manos.
Sostiene que los dos agentes de alta jerarquía que huyeron Eleazar Rubén Muñoz Valdez y Nahm García Ortiz pueden identificar a los asesinos. Asimismo, dice, lo puede hacer Deneken, quien se cree está en Estados Unidos. Los tres sabían con quién se reuniría Salinas la noche de su muerte, dijo Navarrete.
José Luis Manjarrez, un vocero de la oficina del procurador general federal, dijo que no puede hacer comentarios sobre la investigación de asuntos internos.
Existen otras piezas intrigantes en el rompecabezas. Ocho meses antes de morir, Salinas compró una póliza de seguro de vida por 4 millones de dólares cuyos beneficiarios serían sus tres hijos de un matrimonio anterior si moría durante un secuestro o intento de extorsión, dicen los investigadores.
Y una semana antes del asesinato, una revista informativa publicó detalles de la fortuna personal de Salinas que mostraban que era multimillonario aún en 1998, cuando se divorció de Adriana Lagarde, la madre de sus hijos.
Tres días antes de su muerte, Salinas visitó a un empresario en Monterrey, México, y llegó a un acuerdo para un préstamo por 2.9 millones de dólares. José Ricardo Hernández, un amigo cercano, y su abogado Mariano de Jesús Flores, lo acompañaron en el viaje, dicen los investigadores.
Dos días después del asesinato, el amigo y el abogado regresaron a Monterrey y trataron infructuosamente de recoger el dinero con el empresario, dicen investigadores. Los registros del teléfono celular del abogado muestran diversas llamadas a la Agencia Federal de Investigaciones en los días anteriores al asesinato, dicen.
El día anterior a su muerte, Salinas le dijo a Deneken que tenía que asistir a una reunión esa tarde, dicen investigadores estatales. También le pidió prestado su coche y su teléfono, así como ropa azul, dicen, pero Deneken no mencionó nada de eso a los investigadores.
Según testigos, entonces Deneken acompañó a Salinas cuando salía por un callejón trasero, aparentemente para evitar ser detectado, hasta llegar a la calle donde estaba estacionado el coche, dicen los investigadores. El se fue a la una de la tarde.
Lo encontraron muerto a la mañana siguiente. Una nota sin firma sobre el cadáver decía que alguien lo había estado acosando desde 1995, y que sus hijos han tenido que enfrentar gran riesgo a su seguridad tanto física como emocional.
