ESTAMBUL. El papa Benedicto XVI sonríe relajado. Está contento, disfruta el momento. Incluso el patriarca ortodoxo Bartolomé I acudió ayer a la Catedral del Espíritu Santo para la misa ofrecida por el jefe de la Iglesia católica. En el cuarto y último día de su visita a Turquía, Benedicto XVI lo sabe: El viaje fue todo un éxito.
"Un Papa simpático", se leyó ayer en el principal diario del país, Hürriyet. ¿Y quién lo habría imaginado después de las polémicas declaraciones en septiembre del pontífice alemán que tanta indignación causaron en el mundo musulmán?
Prácticamente todos los diarios turcos llevaron ayer en su portada la imagen del Papa y el muftí de Estambul, Mustafa Cagrici, rezando juntos en la Mezquita Azul. "Benedicto volvió a sorprender al mundo una vez más", se afirmó en Hürriyet.
"La misma oración juntos", afirmó elogioso el diario islámico YeniSafak. Su conversación con Dios en una casa de Dios musulmana es un mensaje para el mundo, se agrega. El diario de izquierda liberal Milliyet incluso habla de "Paz de Estambul": En tiempos de tensión entre religiones y culturas "se reunió con musulmanes, ortodoxos y judíos".
El Papa lleva un año y medio en el cargo. Acudió al Congreso Mundial de la Juventud en Colonia y visitó su Bavaria natal. Ha escrito una poética encíclica sobre el amor, y sus audiencias en la Plaza de San Pedro suelen ser concurridas. Lo único que no había encontrado antes del viaje a Turquía era un verdadero e inconfundible perfil, un gran tema que lo dominase todo. Hasta ahora era el "nuevo Papa", el "sucesor de Juan Pablo".
"Ahora Benedicto se ha convertido realmente en Papa", afirmó ayer en Estambul un teólogo romano, que asegura además: "Ha superado su bautismo de fuego", encontró su tema: El diálogo entre religiones, el diálogo de las culturas, un tema que no podía ser más explosivo ni estar de mayor actualidad política. "Ha salido de la sombra de su predecesor", agrega el teólogo.
Poco antes de viajar a Turquía, el cardenal alemán de la curia Walter Kasper temía que el pontífice se adentrase en un "campo de minas". Los malentendidos que provocó el discurso del Papa en Ratisbona cuando se vinculó el islam con la violencia causaron indignación en el mundo musulmán y enrarecieron el clima.
Pero entonces llegó a Turquía un pacífico, dulce y comprensivo Ratzinger. Insistió en hablar de "un mismo Dios" de cristianos, judíos y musulmanes, subrayó los puntos en común, pidió la renuncia de la violencia en nombre de la religión.
"Un Papa dulce, pero también un Papa claro, quien con sus principios no oculta nada", señala un vaticanista.
Otros hablan ya del "método Ratzinger". "En Estambul se ha escrito historia", tituló el diario turco Vatan.
