DABAN, China. En un extremo del patio ferroviario, los mecánicos con llaves inglesas de dos pies de largo dan mantenimiento amoroso para el buen funcionamiento de un puñado de locomotoras negras de vapor, mientras otros trabajadores las cargan con carbón o limpian con trapos grandes los enormes compresores cilíndricos de aire.
Los hombres en el viejo patio parecen muchachos, turnándose para instalar y desinstalar las vías bajo el cielo gris y la llovizna, lanzando enormes bocanadas de vapor blanco y haciendo sonar los silbatos chillones sin ninguna mejor razón que la de simplemente divertirse.
El momento daba algo especialmente conmovedor a su juego, ya que estos son los días finales del vapor en el ferrocarril de Jitong, una línea de 567 millas en la provincia de Mongolia Interior que los expertos ferroviarios dicen es la última de las principales líneas de ferrocarril impulsadas a vapor en el mundo. En algún momento en octubre, quizá cuando caiga la primera nevada, la última de estos colosos impulsados con carbón saldrá del patio en una corrida final para ser reemplazada por una de diésel nueva y brillante.
"Estos trenes son los mejores", dijo Gao Hongbo de 35 años mientras escoltaba a un visitante por la sala de máquinas caliente, y abría portezuelas que revelaban los carbones al rojo vivo en la panza de la bestia. "No sé por qué ya no las quieren usar".
De hecho, Gao sabía muy bien. En efecto, todos los hombres en el patio sabían. A lo largo del camino agitado hacia algo llamado progreso, hay muy poco tiempo para sentimentalismos. La operación y el mantenimiento de los trenes de dieéel son más baratos, además de que éstos pueden transportar cargas más grandes y van a velocidades mayores. Es tan simple como eso.
"Conforme se acerca el final, tengo sentimientos fuertes", dijo Gao. Significa que está terminando una era, ya que los demás países ya no tienen esto. "Ahora es el tiempo del desarrollo, y tenemos mucho en lo que ponernos al día, pero mi corazón me dice que estas cosas no son malas". "Sólo son un poco sucias, pero eso no provoca gran daño".
Desde los trabajadores hasta los pasajeros que usan esta línea que atraviesa vastas extensiones abiertas de tierra de cultivo, maizales, sembradíos de mijo y girasoles, rodeados por montañas y caminos estrechos con álamos amarillentos a los lados , Gao fue el único entre las pocas personas que estaban que expresó algún sentimiento sobre el asunto.
Sin embargo, los aficionados internacionales a los trenes ya se están lamentando y llevan la cuenta regresiva de los días hasta que sean acallados los silbatos de vapor y las locomotoras negras extrañamente animadas con sus enormes ruedas carmesí sean subastadas como chatarra.
"Casi parecen bestias, ¿no es cierto?", preguntó Gary Hunter, un entusiasta de los ferrocarriles de Tucson, Arizona, quien ha escrito sobre la línea de Jitong para revistas sobre trenes y ha visitado China en seis ocasiones, en gran parte para experimentar un fenómeno que se ha vuelto raro y está desapareciendo. Si uno se para cerca de una de las que están en la hilera, se siente el calor. Es el jadeo del compresor.
"Cuando va por una cuesta empinada, los ejes van y vienen en un movimiento cíclico y la cosa se tensa y gruñe", continuó. "Para mi forma de pensar, no hay nada más romántico. Se les puede oír desde lejos, y nos hablan de la capacidad para viajar a lugares distantes y sentir cosas místicas".
China es un paraíso para los amantes de los trenes, ya que la cruzan 43 mil millas de vías en operación, y se están colocando más cada día conforme el país se apresura a abrir áreas aisladas en su interior al transporte barato de pasajeros y de mercancías. El país también cuenta con sus propios seguidores de los ferrocarriles, aun si se ha prestado poca atención al final de la era del vapor en el ferrocarril de Jitong.
Una noche reciente, el tren de Jitong estaba abarrotado con pasajeros que se dirigían a sus casas tras un prolongado festejo nacional. Había juerguistas, jugadores de póquer con caras largas, borrachos desparramados en bancas completas y estudiantes universitarios que ligaban unos con otras.
"El año pasado, fui a Xinjiang con un montón de amigos, y tomamos el tren", dijo Xie Lan, una estudiante de la Universidad de Jilin. "Algunos de mis amigos querían ir en avión, pero unos cuantos de nosotros insistimos en tomar el tren, y fue tan hermoso. ¿Qué se puede ver desde un avión?".
Mientras hablaba, plumas gruesas de vapor, trenzadas y fantasmagóricas contra el oscuro cielo nocturno, flotaban junto al tren, acompañadas por un clíqueti clac gentil e hipnótico. La estudiante, aunque aficionada a los trenes, no sabía que eran los últimos viajes de las locomotoras de vapor.
Cuando se le dijo, Hunter comentó: "Tampoco nadie se dio cuenta de su desaparición en Estados Unidos en los años de 1950. Simplemente son más grandes y mejores, el progreso avanza".
Mongolia Interior se hizo con sus locomotoras de vapor con bastante tardanza comprándolas muy baratas a principios de los años de 1990 cuando el resto de China empezaba a usar las de diésel. La provincia es pobre pero tiene mucho carbón. Los trenes como estos se construyeron en China en 1956, con base en un diseño soviético, el cual a su vez estaba basado en uno estadounidense para un tren que solía transitar junto al río Hudson en Nueva York en los años de 1930.
En un enorme hangar al final del patio ferroviario, sobre una plataforma cubierta de aceite negro y grasa pesada y amarillenta, un equipo de mecánicos está terminando de darle uno de los últimos mantenimientos que verán estos trenes.
"No tengo un sentimiento fuerte de pesar sobre esto", dijo Niu Yunpeng, un mecánico de 37 años, con una antigüedad de 10 años en la línea. Sólo siento algo de lástima, ya que los trenes de vapor han existido durante tanto tiempo, y de repente, van a desaparecer aquí en Daban. "Es algo difícil de expresar".
The New York Times News Service
