Ehsan Jami se ve a sí mismo como el legendario muchacho holandés que usó su dedo para tapar un dique que tenía una fuga.
Jami, político holandés, está intentando impedir una inundación de lo que él considera que son inmigrantes musulmanes de tipo intolerante, los cuales amenazan con arrasar con Países Bajos y toda Europa.
Él no está solo. En Francia y Alemania, así como a lo largo de Europa occidental, está en marcha un vigoroso debate con respecto a la preservación de las identidades nacionales, la asimilación de minorías y la tolerancia hacia culturas diferentes.
Jami, ex musulmán nacido en Irán, es uno de los integrantes de la derecha en el Parlamento holandés que ha usado su posición para emitir duras críticas sobre el islam.
"Critica en particular a los musulmanes radicales", pero también arremete en contra del trato que el islam les da a mujeres y homosexuales.
La ácida retórica lo ha convertido en la figura pública de la que más se habla en Países Bajos, provocando ataques físicos y amenazas de muerte, así como obligándolo a ocultarse.
Países Bajos tiene una de las mayores poblaciones de musulmanes en Europa occidental con aproximadamente un millón de individuos, en segundo lugar solamente después de Francia. Los mayores grupos son de personas que vienen de Marruecos o Turquía.
Desde hace mucho tiempo ya, este país se ha enorgullecido de su tolerancia religiosa, política y social, así como de su aceptación hacia las minorías étnicas. Además, muchos integrantes del nuevo gobierno de coalición en Holanda hacen alarde de su postura a favor de los inmigrantes. Sin embargo, las amenazas de terrorismo y la mera demografía han empezado a presentarle un desafío a la tradicional mente abierta de los holandeses. En algunos estudios, se estima que los musulmanes formarán las mayorías en las cuatro mayores ciudades de Países Bajos para 2020.
Aquí, muchos musulmanes afirman que no se sienten en casa.
"He vivido aquí durante 40 años y aún no me siento bienvenido", dijo Atel Alireza, conductor de taxi de Turquía. Sin embargo, yo diría que la situación ha empeorado considerablemente desde los atentados del 11 de septiembre.
"Por aquí, la gente te mira con mayor recelo del que solían", dijo. "La gente ve a todos los musulmanes como si estuvieran a punto de hacer algo malo", agregó.
El nerviosismo a causa del influjo creciente de inmigrantes se extiende a muchos países europeos. El islamismo actualmente es la segunda mayor religión de Europa, con al menos 15 millones de musulmanes residiendo en Europa occidental.
La Asamblea de Francia está considerando una legislación en este mes que, de aprobarse, les exigiría pruebas de ADN a inmigrantes que deseen traer parientes a Francia. La ley también exigiría que los inmigrantes tomen pruebas sobre el idioma.
En Austria, el ministro del Interior dijo la semana pasada que le gustaría duplicar el tiempo que los inmigrantes pasan en cursos del idioma alemán para asegurarse de que sean asimilados a la sociedad austríaca. Guenther Platter declaró a la radio pública ORF que él piensa que "el requisito de 300 horas de instrucción en alemán no basta y que cuando menos debería duplicarse".
En Suiza, un afiche de campaña del conservador Partido Popular, en anticipación a las elecciones nacionales del 21 de octubre, presenta a tres ovejas blancas pateando a una oveja negra.
La idea detrás del cartel, afirman integrantes del Partido Popular, uno de los movimientos de crecimiento más acelerado en este país, gira en torno a mostrar respaldo hacia una ley propuesta, la cual les exigiría la deportación de personas que no sean ciudadanos y hayan sido encontradas culpables de cometer delitos.
En Países Bajos, en tanto, las consecuencias a raíz de las tensiones han sido propuestas legislativas enfocadas a prohibir el Corán; volver ilegal que las mujeres usen burkas en público; aunado a la creación de más opciones legales para el cierre de mezquitas de las que se sabe que son hervideros de radicalismo.
Hasta la fecha, ninguna de las propuestas antes mencionadas ha cobrado atracción. Además, el Partido Laborista de Holanda, al cual pertenece Jami, se ha distanciado de Jami y sus declaraciones sobre el islam.
No obstante, la inmigración y el islam son temas que han tenido influencia sobre la política holandesa particularmente desde 2002, cuando Pim Fortuyn, el populista antiinmigrante de la derecha, fue asesinado.
El debate se intensificó en noviembre de 2004 tras el asesinato de Theo van Gogh, cineasta que había realizado un filme titulado Sumisión, el cual presentaba a una mujer musulmana desnuda, golpeada, cubierta de escrituras extraídas del Corán.
El asesino fue un joven islamista radical. En represalia, algunas escuelas musulmanas y sitios de culto fueron incendiados.
De manera similar, las tensiones se han exacerbado por la infortunada situación de Ayaan Hirsi Ali, nacida en Somalia, ex integrante holandesa del Parlamento que ha criticado la represión de la mujer en la cultura musulmana.
Le brindaron protección especial en 2004 y fue obligada a salir huyendo hacia Estados Unidos, tras recibir amenazas de muerte. En fecha reciente, ella regresó a Países Bajos.
Marcel Maussen, experto en inmigración por el Instituto de Migración y Estudios Étnicos en Amsterdam, dijo que se ha dado "un enfoque excesivo" en los musulmanes que viven en Holanda desde los asesinatos de Fortuyn y de van Gogh.
La creciente atención mediática sobre integrantes de línea dura como Jami y Geert Wilders ha alimentado la polémica, destacó Maussen.
Hace poco, Wilders, uno de los miembros del Parlamento holandés, fue el coautor de un polémico artículo periodístico junto con Jami.
"Si no actuamos ahora en contra de la islamización de Países Bajos, entonces reviviremos los años 30", escribieron. "La única diferencia es que en esa época el peligro provenía de Adolfo Hitler, en tanto hoy viene de Mahoma".
Maussen dijo que los políticos como Wilders y Jami siguen impulsando a la opinión popular para que escrute al islam con mayor atención.
