Las comparaciones que se hacen entre Hillary Clinton y la primera dama de Argentina son obvias e interminables, y quizás Cristina Fernández de Kirchner esté empezando a cansarse de ellas.
La Primera Dama de Argentina siempre pulcramente vestida, senadora en funciones y favorita para ganar la presidencia del país el mes entrante se ha referido a su contraparte estadounidense como una inspiración. Sin embargo, en algunas entrevistas del mes pasado, ella ya marcó un límite.
"Hillary en verdad adquirió su estatura nacional debido a que su marido era el presidente", declaró a CNN en español. "Ella realmente no tenía una carrera política antes de eso, lo cual en verdad no es mi caso".
La Primera Dama y senadora, de 54 años de edad, es conocida por su elegante sentido de la moda, su amor por los viajes, su feroz estilo de oratoria así como lo que, a veces, son sus polémicos viajes al extranjero para ir de compras. Ella obtuvo el cargo como legisladora mucho antes que su marido se postulara para presidente.
Cuando el presidente argentino Néstor Kirchner, de 57 años de edad, anunció en julio que no buscaría un segundo mandato, eso abrió el camino para que su esposa tomara el escenario central, pero hizo surgir interrogantes con respecto a las motivaciones del Presidente.
La teoría prevaleciente es que la maniobra es un esfuerzo de la preeminente pareja de poder en Argentina con miras a evitar una prohibición constitucional en contra de servir más de dos mandatos presidenciales de manera consecutiva.
Si la esposa de Kirchner gana este año, dice la teoría, él podría hacer campaña para reemplazarla en las siguientes elecciones, y ambos podrían seguir alternando mandatos durante varios años en el futuro.
Los muchos opositores de la pareja en la fracturada oposición que consiste de 13 candidatos de partidos minoritarios están clamando juego sucio.
"Los Kirchner profesan ser defensores de la democracia, pero no hay nada menos democrático que socavar la alternancia de poder", dijo Esteban Bullrich, integrante del Congreso argentino y candidato a la vicepresidencia.
Al tiempo que las encuestas muestran la victoria de la Primera Dama, en octubre, como un suceso cada vez más probable, Argentina se está encontrando a sí misma ante las mismas preguntas acerca de dinastías políticas que Estados Unidos ha estado debatiendo desde hace muchos años, primero con los Bush y ahora con la perspectiva de otro Clinton en la Casa Blanca. En las palabras de un prominente sociólogo que lo preguntó en un diario de Buenos Aires: "¿Se convertirá la alcoba presidencial en la cuarta rama del Gobierno?"
Sin embargo, el fenómeno no es nada nuevo en la política argentina.
La perspectiva de que los Kirchner estén intentando gobernar Argentina conjuntamente ha invitado a comparaciones con el ex presidente Juan Perón y su esposa Evita Perón, la pareja de poder que transformó la política de Argentina a mediados del siglo XX.
Evita nunca estuvo al frente de cargo público alguno, pero María Estela Perón, la última esposa de Perón, sirvió como su vicepresidenta en los años 1970, para después asumir la presidencia cuando él murió, en 1974.
Sin embargo, ella nunca fue elegida. Fernández, de terminar ganando el 28 de octubre, sería la primera mujer de Argentina elegida para la presidencia.
Lo que separa a las conversaciones sobre dinastías políticas en Estados Unidos y Argentina es el firme control que tienen sobre el poder Kirchner, Fernández y su gobernante Frente Victoria. No hay ningún partido de importancia en la oposición que les presente un desafío.
Una encuesta divulgada a finales de agosto mostraba que 49% de los electores potenciales apoya a Fernández, cifra que coincide con otros recientes sondeos de opinión. El candidato más cercano después de ella, un ex ministro de Economía, captó apenas 11%.
Las políticas intervencionistas de Kirchner en la economía a veces son criticadas, al tiempo que su gobierno ha sido sacudido por recientes escándalos de corrupción. No obstante, se le reconoce su contribución para lograr el resurgimiento del país tras la severa crisis económica de 2001 a 2002, amén de que sigue gozando de popularidad considerable.
Fernández está llevando su campaña con la promesa de mantener el crecimiento económico, en tanto se espera que conserve las mismas políticas de corte populista empleadas por el gobierno de su marido.
"No hay misterio, argentinos. Es el modelo económico", dijo la senadora, en el discurso por televisión nacional para marcar el lanzamiento de su campaña, a comienzos del verano. "Los argentinos han visto cómo mejora su calidad de vida".
"Esto no ha impedido que sus oponentes sigan machacando el punto. Ella sería elegida por ser la esposa del Presidente, no por sus propios méritos", dijo Bullrich.
En términos biográficos, sus similitudes con Hillary Clinton son impactantes. Ambas son senadoras en funciones. Ambas están casadas con hombres que conocieron en la facultad de leyes. Ambas han sido primeras damas. Y ambas desean convertirse en presidentas.
Pero como destaca Fernández, ella era una política exitosa antes de la presidencia de su marido. Para cuando él fue elegido gobernador de la provincia de Santa Cruz, en el sur de Argentina, en 1991, ella ya había sido legisladora provincial a lo largo de dos años.
"Es claro que ella no desea ser vista como la sucesora esposa de su marido", dice Riordan Roett, el director de estudios latinoamericanos por la Facultad de Estudios Internacionales Avanzados en la Universidad Johns Hopkins, en Washington, D.C. "Por lo tanto, es de suma importancia que se establezca como una política independiente, tanto en el país como en el extranjero".
"La familia Kirchner es extraordinariamente afortunada en su atractivo populista", destacó Roett. "La economía pudiera estallarles en la cara en algún punto dado, pero eso no va a ocurrir antes de noviembre".

